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consecuencias. Las elecciones madrileñas tendrán réplicas a nivel nacional y autonómico. Pero por suerte, la agenda gallega no pasará por el vuelo de un insecto. TEXTO Roi Rodríguez

El ‘efecto mariposa’ del que Galicia no teme un terremoto

Las ‘elecciones del siglo’ de este 2021 son historia y la pregunta que queda en el aire es ¿y ahora qué?. El tsunami en el que se convirtió Madrid después del aleteo de una mariposa en Murcia –la moción de PSOE y Ciudadanos para intentar desbancar del poder al PP– ya tiene sus víctimas y sus héroes.

Y a falta de un balance de daños más concreto, cuyo alcance se conocerá los próximos días o semanas, a estas horas se pueden adelantar dos cosas: que el serial madrileño no terminará con el recuento de votos y que la teoría del caos en la que derivó la política española pasará por Galicia sin provocar un terremoto.

Por una parte, por más que desde La Moncloa se afanasen durante los últimos días en trasladar el mensaje de que el resultado madrileño no es “extrapolable” al resto de España, en lo que se conoce como ponerse la venda antes que la herida, la amplia victoria de Isabel Díaz Ayuso tendrá lectura nacional y pondrá en cuestión el futuro de la mayoría de las figuras políticas más destacadas. Desde Pedro Sánchez hasta Pablo Iglesias, sin olvidar por supuesto a Inés Arrimadas.

También el de Pablo Casado, que aunque ahora podrá explotar un discurso de cambio de tendencia y principio del fin del sanchismo, se enfrentará al eterno debate sucesorio en el que las quinielas pasan de mirar a Santiago a poner el foco en la misma calle Génova y tendrá que aclarar su posición respecto a Vox.

Con todo, el golpe en la mesa de la baronesa madrileña es también una victoria del líder de los del charrán, que fue a su vez su gran descubridor, y mete presión tanto al presidente del Gobierno como a algunos de sus aliados en el Congreso.

No en vano, a pesar de que el candidato socialista este 4 M se llamaba Ángel Gabilondo (él mismo tuvo que reivindicarlo), el actual inquilino de La Moncloa se implicó más que nunca en una campaña en la que la vencedora se presentaba como clara antagonista de su modelo de país y tendrá que asumir su parte de culpa en el resultado.

Por otra parte, tampoco se descarta, con los resultados en la mano, una nueva temporada de ‘cita con las urnas’ a nivel autonómico en Andalucía, donde el popular Juanma Moreno podría optar por un adelanto para coger a pie cambiado al resto, especialmente al PSOE-A, con muchas dudas en torno a su cabeza de cartel, además de aprovechar la ola que surge desde la Puerta de Sol para consolidar su poder. Sevilla mira de reojo a Madrid. Galicia, por el contrario, lo hace de frente y con total tranquilidad.

El presidente de la Xunta y su Gobierno saben que, por agitadas que estén las aguas en la Carrera de San Jerónimo, al Pazo do Hórreo pueden salir a jugar con calma, como si fueran el Celta en este final de liga, al que llega con los deberes hechos. A legislar con una visión amplia del campo, sin la crispación que generan Vox por un lado y Podemos por otro y liberados de ataduras de socios como Ciudadanos cuya fiabilidad quedó en entredicho.

Con una sólida mayoría absoluta y un calendario electoral despejado, la Cámara autonómica, formada por tan sólo tres grupos con un electorado muy definido y sin el ruido de aquellos que buscan hacerse un hueco a cualquier precio, no tiene excusas para descentrarse de su principal cometido ahora mismo: combatir la pandemia y abordar la reconstrucción económica.

Al mismo tiempo, la proyección de Díaz Ayuso como referente nacional de los del charrán, también despeja por ahora las dudas, si es que todavía existían, sobre las intenciones, nunca confirmadas (ni tan siquiera insinuadas), de cruzar el Padornelo que pudiese albergar Alberto Núñez Feijóo .

Un norte claro que poco tiene que ver con un Congreso dividido, con una mayoría precaria y donde el equilibrio lo deben poner precisamente quienes más lejos están del medio en la balanza , mientras aquellos que decían representar el centro parecen los más desubicados.

Con el virus aún contagiando y a días de que decaiga el estado de alarma para dar paso a una nueva forma de gestionar la COVID, la pregunta no es comunismo o libertad ni democracia o fascismo, sino qué hacer para salir de esta cuanto antes. Por suerte, la agenda gallega no pasará por el vuelo de un insecto.

05 may 2021 / 01:00
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