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La calle intensifica la presión contra la reforma de las pensiones de Macron

Cerca de un millón de personas se movilizan en Francia contra el aumento de la edad mínima de jubilación

«Retirada, retirada de la reforma de Macron». Bajo esta proclama, unas 7.000 personas se manifestaron ayer en la población de Chartres contra la impopular reforma de las pensiones. Situada a unos 80 kilómetros al suroeste de París y conocida por albergar una de las catedrales góticas francesas más monumentales, esta localidad se convirtió en las últimas semanas en uno de los símbolos de la actual ola de protestas en Francia.

Las movilizaciones contra el aumento de la edad mínima de jubilación de 62 a 64 años (con 42 o 43 años cotizados para recibir una pensión completa) destacan por el multitudinario seguimiento en localidades pequeñas y medias. Una geografía parecida a la Francia periférica, donde estalló hace cuatro años la revuelta de los chalecos amarillos.

Tras las movilizaciones multitudinarias del 19 y el 31 de enero –con 1,27 millones de manifestantes, según la policía, los datos de manifestantes de la semana pasada fueron los más elevados desde finales de la década de 1980–, la tercera huelga general tuvo un seguimiento inferior a las precedentes. Entre cerca de dos millones de personas, según los sindicatos, y 757.000, según la policía, se manifestaron en todo el país para mantener la presión sobre el Gobierno de Emmanuel Macron. Le piden la retirada de la impopular medida, que empezó a ser debatida el lunes en la Asamblea Nacional.

A la espera del sector privado. «Esta vez no somos tantos en la calle, pero esto se debe a las manifestaciones del sábado», aseguraba Jean-Paul Sedaine, de 59 años. Este obrero de la construcción, que se quedó recientemente sin trabajo –el desempleo de la gente mayor es un problema muy recurrente en Francia y que contribuye al acalorado debate sobre la edad de jubilación–, llevaba una bandera tricolor en medio de un cortejo en que abundaban los tradicionales chalecos y banderolas sindicales. Los sindicatos confían en que a las protestas del fin de semana se sumen de manera masiva los empleados del sector privado. Y así reflejar la oposición multitudinaria al aumento de la edad legal de la jubilación, rechazada por un 69% de los franceses, según el último sondeo del instituto Ifop.

«Cuando empecé a trabajar, la edad de jubilación era de 60 años, luego la subieron a 62, ahora a 64 y no me extrañaría que pronto fuera mucho más», lamenta Nathalie Couillon, de 52 años, afiliada en la CFDT, la moderada organización sindical que se convirtió en una de las principales impulsoras de estas manifestaciones. Esta vendedora empezó a trabajar a los 16 años y considera que jubilarse a los 64 años «es demasiado tarde», sobre todo para aquellos que «ejercemos oficios difíciles». «Muchos de mis compañeros sufren problemas físicos. Esta semana se murió un amigo mío de 59 años», reconoce Laurent Marchand, de 50 años, obrero del sector metalúrgico. Enric Bonet

08 feb 2023 / 06:00
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