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Meloni sueña con convertir Italia en un ‘hub’ de gas para Europa

Roma. La hoja de ruta para acabar con la dependencia energética de la Unión Europea de Rusia pasa por el norte de África. Esto es lo que cree la diplomacia italiana de forma cada vez más evidente. El primero en poner en marcha esta estrategia fue el ex primer ministro Mario Draghi. Pero su sucesora recorre el mismo camino. Es lo que ha dejado claro la propia Giorgia Meloni, que en los últimos días ha viajado a Argelia y Libia para asegurarse nuevos suministros de gas. La última visita de la mandataria fue precisamente el pasado fin de semana a Trípoli.

Y, aunque sobre la mesa también estuvo discutir sobre las pateras de migrantes que desde este país van hacia Italia, el objetivo económico del desplazamiento fue básicamente uno: asistir a la firma de un nuevo pacto entre la petrolera italiana ENI y su homóloga local NOC para potenciar los envíos a Italia (que actualmente fluyen a través de un gasoducto llamado Green Stream, construido hace 20 años). El acuerdo no es menor. Según lo comunicado por ENI y NOC, las dos compañías se han comprometido a explorar dos nuevos yacimientos offshore que empezarían a producir en 2026 y que se estima que puedan llegar hasta los 21,2 millones de metros cúbicos de gas combinado producidos al día. Para alcanzar este objetivo, Italia ha previsto una inversión mayúscula, unos 8.000 millones de dólares, que ENI destinará a este proyecto en Libia. País que en la actualidad es el quinto en África por sus reservas gasísticas después de Nigeria, Argelia, Mozambique y Egipto, pero que últimamente había reducido sus exportaciones por el aumento de la demanda interna.

Gasoducto submarino. «La cooperación en el ámbito energético entre Italia y Libia es antigua», subrayó Meloni desde Trípoli, que ha mantenido fuertes vínculos con Roma después de independizarse en 1951. «ENI tiene presencia aquí desde 1959, y ha contribuido de hecho a una parte importante de la historia libia de estos años, al desarrollo económico de Libia», añadió. Meloni también estuvo la semana pasada en Argelia, país con el que Italia ha intensificado sus relaciones en los últimos meses a raíz de las desavenencias entre Argel y Madrid por la postura española sobre el conflicto en el Sáhara Occidental. La política transalpina acudió a firmar un acuerdo que prevé la construcción de un gasoducto entre ambos países para aumentar las exportaciones de gas y también para enviar a Italia hidrógeno, amoniaco e incluso electricidad.

Este proyecto tampoco es despreciable. Se trataría de un conducto submarino de 284 kilómetros de longitud y una profundidad máxima de 2.880 metros, que desde el puerto argelino de Koudiet Draouche llegue hasta la ciudad sarda de Olbia. Desde allí, la idea es conectarlo con otro gasoducto que también se debe construir y que alcanzaría la localidad de Piombo, en la Toscana (centro). Con estos movimientos se confirma lo que desde hacía semanas ya venían diciendo algunos analistas; esto es, que Roma aspira a convertirse en un foco gasístico de la UE, beneficiándose de su ventajosa posición geográfica. La realidad es que Argelia se ha convertido en el último año en el principal vendedor de gas a Italia y un aliado clave de Roma para la estrategia italiana de disminución de la dependencia de Moscú.

De hecho, el país transalpino, que antes de la guerra de Ucrania importaba el 40% del gas que consume de Rusia, actualmente importa el 40% de Argelia (antes, el 22%), mientras que la cantidad procedente de Moscú supone ahora menos de la mitad de lo que importaba hace un año. irene savio

31 ene 2023 / 06:00
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