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Unas navidades con doble moral para Afganistán

Me llamó mucho la atención esta semana enterarme de que el Parlamento Europeo recomendaba a sus miembros no felicitar la Navidad, porque eso podría suponer herir la sensibilidad de algunas personas, no se sabe si cristianas europeas o creyentes en otras religiones, como el judaísmo o el islam. Como vivo con mi familia musulmana chiita en España gracias a la generosidad de sus instituciones, casi no podía dar credibilidad a esta noticia. Sobre todo porque este año la Hanukkah judía y la noche de Yalda musulmana coinciden con la Navidad, siendo además fiestas muy similares.

Por primera vez en nuestras vidas de musulmanes refugiados afganos recibimos como regalo una cesta de Navidad, enviada a mi madre por mis profesores y amigos, respetando todas las normas religiosas que exige el Corán. Nunca habíamos visto una cesta con unos productos tan deliciosos, porque al fin y cabo somos una familia de humildes campesinos hazara. En ella había dátiles, quesos de oveja y cabra, higos, uvas pasas, deliciosas galletas gallegas, y turrones y chocolates de varios tipos. Todos estaban en la misma cesta porque eran lo que más le podía gustar a mi familia, y a mí en concreto el chocolate, algo que nunca había podido comer en mi infancia. Pero lo más importante de todo no era eso, sino poder celebrar que cinco personas rescatadas de Afganistán están vivas, y rodeadas de personas que les están ayudando, en un país y un continente, Europa. que para nosotros los musulmanes sigue siendo cristiana, aunque no lo sepa.

En esta misma semana he ido comprobando cómo se estaban difundiendo una serie de noticias de un modo totalmente sesgado, gracias al poder mediático que tienen los EE. UU., en un artículo publicado en Foreing Affairs Magazine: “Let Afghanistan Rebuild” (14/12/2022), traducido al castellano por La Voz de Galicia, que forma parte de un lavado de cara a favor de los talibanes, a la vez que condenan a un sufrimiento aún mayor a los pueblos y personas de Afganistán, mientras intentan mantener su conciencia tranquila rociándola del lenguaje de la corrección política.

Se informa de que el anterior presidente de Afganistán, Hamid Karzai, ha podido volver a su país 15 meses después de su fuga, gracias al levantamiento de la prohibición dictada por los talibanes. A comienzos de este mes viajó a los Emiratos Árabes, donde estuvo tres días antes de irse a Alemania. Coincidiendo con su llegada a los Emiratos llegó allí el ministro talibán de defensa Mullah Yaqub, al parecer para reunirse con Karzai y el también expresidente Ghani. No se sabe si hablaron, pero lo cierto es que Karzai tuvo una reunión con Thomas West, enviado especial de los EE. UU. para Afganistán. Pero lo que sí está claro es que en Alemania y luego en Turquía Karzai se reunió con miembros del anterior gobierno y líderes políticos, incluyendo el jefe del Frente Nacional de Resistencia de Afganistán.

Hay quien dice que Karzai está intentando favorecer el diálogo en el interior del país, pero otras personas están convencidas de que lo que quiere es que los políticos exiliados frenen cualquier intento de resistencia armada en Afganistán, con el fin de facilitar el reconocimiento internacional del país, con el que se juegan muchos intereses económicos. Como se reunió separadamente con cada grupo y persona, lo más lógico es que el segundo de estos propósitos haya sido el suyo. La familia Karzai está acusada de corrupción, sobre todo uno de sus hermanos, al que se acusa de narcotráfico. El expresidente venía llamando a los talibanes “hermanos descarriados”, y no terroristas y enemigos, lo que había hecho estallar la indignación popular. De la misma manera Karzai había dicho que con el retorno talibán se abrirían las escuelas para niñas, se levantarían las restricciones religiosas, porque eso se podría negociar con el gobierno. Nadie sabe de dónde había sacado semejante cosa.

El lavado de cara organizado por los think tanks internacionales difundió las ideas del “progreso” y “estabilidad” logrados por los talibanes, y animaba a los donantes occidentales a ayudar a Afganistán. En el artículo citado, reproducido muchas veces en internet, se incluyen un montón de mentiras, como la siguiente: “Afganistán es ahora mucho más estable comparado con el año anterior. Hay mucha menos violencia y mucha menos gente tiene que abandonar sus casas. Y además los talibanes están haciendo grandes progresos en la lucha contra la corrupción, contra el tráfico de armas y contra el tráfico de drogas”. Es evidente que tras el colapso del gobierno dejó de haber guerra entre los talibanes y el antiguo ejército gubernamental, y que por eso se ha reducido la violencia. Pero por otra parte hay numerosas informaciones que demuestran que ha aumentado la violencia contra las mujeres, contra los periodistas y contra los antiguos miembros del ejército y las fuerzas de seguridad. A ello hay que añadir los ataques terroristas del ISKP, que según Human Rights Watch incluyen trece atentados terroristas contra los hazara desde la llegada al poder de los talibanes, con más de setecientas víctimas entre muertos y heridos.

Según el último informe de la USHMM, Afganistán es el séptimo en una lista de treinta países en el ránking de crímenes masivos. Un estudio del Instituto Gallup llega a la conclusión de que: “la vida es mucho peor para los afganos de lo que fue en la pasada década, y es mucho peor que en cualquier otra parte del planeta”. En contra de lo que sostiene el artículo citado, no es verdad que los talibanes estén frenando el tráfico de drogas. A pesar de que el emir talibán prohibió el cultivo de la amapola a comienzos de este año, un informe de la ONU señala que: “el cultivo del opio en Afganistán se ha incrementado en un 32% en el último año”. Otros estudios señalan que gracias al poder talibán es mucho más fácil difundir las drogas a lo largo y ancho del país, drogas que algunas madres tienen que dar a sus hijos para que puedan dormir sin notar el hambre. Está documentado también que en la provincia de Nimrud los talibanes obtienen grandes ingresos del tráfico de drogas, porque le cobran a los traficantes 600 afganís (7 euros) por quilo de opio en concepto de “impuesto”.

Según el antiguo jefe del servicio de inteligencia afgano, Rahmatullah Nabil, que intervino en la conferencia por la seguridad de Herat organizada por el Instituto Afgano de Estudios Estratégicos, celebrada el 29 y 30 de noviembre de 2022 en Dushanbe (Tayikistán), los talibanes no sólo acogen a grupos terroristas extranjeros, sino que les proporcionan pasaportes y carnets de identidad. A mi modo de ver, esto no es solamente una amenaza para Afganistán y sus países circundantes, sino también para el resto del mundo. Podríamos añadir que de acuerdo con el periódico Hast-e Subh, que está estudiando los planes de estudio del currículum de las escuelas en Afganistán, los cambios que he podido comprobar personalmente leyendo la documentación en las lenguas dari y pastún son los siguientes: suprimir totalmente el estudio de las humanidades, la educación cívica y la cultura. Por otra parte, se prohibirá el uso de cualquier tipo de imagen, como seres vivos, estatuas, vestidos e incluso imágenes de la anatomía del cuerpo humano, que no pueden aparecer en los libros de biología. No podrá incluirse en la enseñanza nada que tenga que ver con las ideas de libertad y democracia, y se suprimirá el himno nacional de Afganistán. Esos mismos “planes de estudio” describen a la ONU como “el mal” y una “caterva de infieles”. También eliminan de la historia de Afganistán al rey Amanullah Khan por haber sido el autor de reformas fundamentales para el país y el que construyó más escuelas, tanto para niños como para niñas. Se le considera sencillamente un blasfemo. De la misma manera que a Faiz Mohammad Katib, hazara, se le considera un corrupto por haber sido miembro del movimiento constitucionalista. Ese mismo plan de estudios obliga a la inclusión de la reglas de la yihad para los niños, que tendrán que aprender a luchar. Cuando estas reformas se lleven a cabo, Afganistán se convertirá en otra de las grandes y peligrosas cunas del yihadismo internacional.

24 dic 2022 / 01:00
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