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Cuando la Administración no llega: makers y ONG al rescate

José Ramón Muñiz coordina la impresión, y ya superaron las 28.600 viseras // Cáritas aúna 4.000 voluntarios // Cruz Vermella ayudó a 52.000 gallegos

Cuando medio mundo capeaba ya el temporal económico de 2008, irrumpió como una borrasca la covid-19, dejando ligeras de ropa a las administraciones en cuanto a medios y material para plantarle cara. Fue entonces cuando el papel de las organizaciones no gubernamentales o colectivos sociales se reveló fundamental... y en Galicia los números lo corroboran. Así, los 1.850 integrantes de Coronavirus Makers rebasaban ayer las 28.600 viseras y 12.200 salvaorejas fabricados, mientras que Cruz Vermella respondía a las necesidades de 52.329 vecinos y Cáritas ha puesto al servicio de los gallegos vulnerables a una legión de voluntarios que va a más, sumando 4.158 en 2014.

De forma meridiana: los servicios sociales no dan abasto, y se están viendo superados por un aluvión de vecinos que, estén empadronados o no, se han visto en situación vulnerable ante la pérdida de su empleo o las dificultades para recibir ingresos. Baste con recordar el testimonio de la concejala de Luísa Feijóo de Ames, un municipio que ronda los 32.000 habitantes y que ha pasado “de ter rexistradas a 250 familias na entrega de alimentos a contar cunhas 400”. En su caso, echan mano del Banco de Alimentos del Fondo Europeo, que realiza dos grandes repartos al año, pero también atienden situaciones puntuales con fondos propios. Y tienen la suerte añadida de contar además con delegaciones de Cáritas, siendo la más destacada la de su mayor urbe: O Milladoiro. Allí lleva atendidas desde el principios de la pandemia a unas trescientas familias, lo que supone “más de mil personas”, aporta a este diario la técnica Lorena Lamas.

La misma fuente reseña que “muchos usuarios van a tardar meses en recuperarse” de esta crisis, sobre todo “colectivos como los vendedores de mercadillos, cuidadoras del hogar o personas en situación irregular”. Distribuyen los alimentos “cada quince días entre las familias más necesitadas, y apoyamos una vez al mes a las que menos”, incluyendo también situaciones concretas o, por ejemplo, el pago de los alquileres. “Nos encontramos a mucha gente angustiada por si le falta comida para los niños, y la verdad es que respiran cuando se los facilitamos”. Aceptan donativos “económicos y en especie; todo es bienvenido”, y acaban facilitado el teléfono de contacto 678 512 276.

Cruz Vermella es otro baluarte para respaldar a los desfavorecidos. Su presidenta en la provincia coruñesa, Mercedes Casanova, cuenta con cerca de 400 voluntarios movilizados, y ejemplifica con un municipio de tamaño medio, como el de Ordes, desde el que atienden a toda su comarca y en el que colaboran una docena de vecinos “más un coordinador y un técnico”. Allí trabajan codo a codo con los servicios sociales, “y ellos, por ejemplo, se encargan de los alimentos, mientras que nosotros repartimos productos de higiene y de limpieza a unas 36 familias”. Pero es que, además, facilitan la recepción de las tareas escolares a más de medio centenar de niños, y facilitaron 15 tablets y conexiones a internet a otros tantos chavales, “y todo ello sin olvidar el servicio de atención a mayores y la teleasistencia”, afirma, aportando también que cada vez se demanda más “el apoyo psicológico” entre sus usuarios.

Pero no sólo de pan vive el hombre: la protección individual contra el coronavirus necesita de medios materiales. Y visto lo visto con la respuesta desigual en cuanto a calidad del mercado chino, la necesidad ha vuelto esencial el trabajo de un colectivo de reciente irrupción, el de los makers. Ofrecen sus capacidades tecnológicas e impresoras 3D para, por ejemplo, fabricar las pantallas de protección facial. Y lo hacen bien, porque hasta ayer habían superado ya las 28.600 viseras y los 12.290 salvaorejas para conformar esta suerte de careta. Su coordinador en Galicia es José Ramón Múñiz, y divulga que “se trata de una iniciativa a nivel nacional, para la que se presentaron voluntarios en cada autonomía; aquí somos unos 1.850, pero no todos tienen impresoras, sino que colaboran por ejemplo cortando las láminas frontales que se utilizan”.

No aceptan pagos, sólo donaciones, y cada miembro del grupo “se compra su plástico y filamentos necesarios” que, posteriormente, unirán y repartirán “en centros de salud, residencias de mayores y menores, 061, bomberos o cualquier fuerza del orden, entre otras”. Actualmente, admite que la incidencia vírica “no es mucha en Galicia”, por lo que ahora se centran en los abrepuertas... pero claro, la cuestión es cómo se puede hacer la entrega entre los distintos receptores diseminados por cuatro provincias, y ahí entra en juego Héctor Teixeira, de la unidad del Sector de Tráfico de Galicia, y guardiacivil, igual que Muñiz.

GUARDIA CIVIL. “Se nos ocurrió que nosotros podíamos repartir, porque Tráfico está asumiendo funciones de seguridad ciudadana, y lo vimos compatible”, apunta Teixeira. Cuantifica en “uno o dos servicios al día” el transporte que facilitan gracias al despliegue de la Benemérita y su labor vertebradora, “lo que nos ha permitido llevar material de protección a los centros médicos más alejados y de poblaciones pequeñas”, como pueden ser Porto do Son o Outes, entre otros muchos. Y ahora están sugiriendo acercar las pantallas al colectivo de los transportistas, “facilitándoles entre 500 y 1.000 unidades para su uso”.

07 may 2020 / 01:00
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