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Usuarios y profesionales de la residencia compostelana recibieron la segunda dosis frente el coronavirus el pasado 2 de febrero // Los mayores se sienten “muy bien” pese a llevar casi un año aislados // Dicho confinamiento “no les afecta al ánimo” TEXTO Jorge Garnelo

Esperanza e ilusión llenan la inmunizada Volta do Castro

Tranquilidad y seguridad predominan en la residencia compostelana Volta do Castro, donde los usuarios de dicho asilo, así como sus empleados, cuentan ya con las dos dosis de la vacuna fabricada por la farmacéutica estadounidense Pfizer. El remedio llegó en medio de gran expectación, sobre todo por parte de los ancianos, quienes llevan aislados, sin salir del complejo, casi un año: cuando la “desgracia” empezó. Aun así, garantizan estar “muy bien”, puesto que la protección que les ha proporcionado el pinchazo se suma al “fantástico” cuidado que reciben en un espacio que ha imposibilitado el acceso del coronavirus, manteniéndolo fuera de sus cuatro paredes.

En este sentido, el estricto cumplimiento de las normas que todavía albergan estas instalaciones prevalece entre sus huéspedes. “Tanto personal como residentes son conocedores de que las medidas no pueden de ninguna manera minorarse o evitarse”, afirma Pilar Herrero, directora de Volta do Castro, explicando que, aunque han recibido la segunda toma hace 17 días, las limitaciones tienen el “mismo grado de intensidad”. “Seguimos protegiéndonos y protegiéndolos igual y obviamente atendiendo los criterios que establecen los protocolos que nos van enviando desde la consellerías de Sanidade y Política Social”, explica.

Herrero, que recuerda que en su residencia no tuvieron “ningún caso de COVID” desde que llegó la pandemia en marzo, atribuye dicho éxito a la suerte, pero como consecuencia directa también del “trabajo muy intenso de todo el personal”.

Estas instalaciones, conforme resalta, poseen capacidad para 150 ancianos y además tiene incorporado un centro de día para Alzheimer que cuenta con 29 usuarios. Del mismo modo, trabajan 146 profesionales de la plantilla y más empleados contratados para favorecer la prevención. Entre ellos están aquellos que se encargan de los acompañamientos del transporte adaptado, los de servicios externos (cafetería, podología o peluquería) y nuevo personal para “intensificar la limpieza”.

“Todas esas personas también están incorporadas al sistema de prevención que estamos realizando, como los cribados semanales, test de antígenos y la vacuna”, añade la directora de Volta do Castro.

Precisamente, sobre la inmunización, la responsable admite que se acogió con mucha esperanza, especialmente debido a este espacio “vio cómo se iban vacunando otros centros”. “Estábamos muy expectantes a que nos llegara el turno y con mucha ilusión de que nosotros también pudiéramos ser partícipes y sujetos pasivos de esa medida que estaba esperando todo el mundo”, confiesa.

Asimismo, reconoce que se sienten “muy privilegiados” ya que “saber que nosotros hemos pasado por esto nos proporciona bastante tranquilidad”, dice Herrero. De igual forma, esta calma también se ha contagiado a los familiares y amigos de los residentes: “Están pendientes de las modificaciones que van surgiendo en cuanto al confinamiento”.

Y es que, actualmente, según indica, la residencia permite tres visitas semanales en las que pueden participar “dos personas de referencia de cada usuario”, manteniendo la distancia de seguridad e intercambiando sonrisas camufladas entre mascarillas. Todo sin contacto.

En esta línea, siguen haciendo videollamadas. “Hemos estado siempre realizándolas, contactando a través de Skype con los que tienen esa posibilidad”, subraya Herrero, detallando que esta gran solución conecta a los mayores con aquellos seres queridos que viven lejos. “Se han sentido siempre vinculados y atendidos por su familia”, añade.

ROZANDO LA INMUNIDAD ABSOLUTA. Las vacunas de la farmacéutica estadounidense Pfizer se empezaron a administrar en Volta do Castro el pasado 12 de enero, fecha en la que tanto usuarios como empleados recibieron la primera dosis. Tras esta, aguardaron 21 días para la segunda, que llegó el 2 de febrero, logrando completar correctamente su inmunización contra un coronavirus que tantos miedos y preocupaciones generaba al principio.

El remedio se administró entre todos ellos, salvo dos casos excepcionales, que se negaron a tomar dicha solución. El primero fue un hombre, residente del centro, mientras la segunda fue una señora que, motivada por la decisión de su tutora legal, tampoco se vacunó. Aun así, conforme indicaron desde estas instalaciones, recibirán finalmente el pinchazo, después de recular.

Los que sí se las pusieron fueron Manuela Márquez (88 años) y su hija María Jesús (54 años); José Rodríguez (87) y Dolores Blanco (80), matrimonio que vive allí; Teresa Carballeira (86) y Manuel Rico (76), quienes nos concedieron unos minutos para poder saber cómo se encontraban y, concretamente, qué tal están tras esta inyección.

“Estou ben, moi ben aquí”, confiesa Manuela. “Non me fixo efecto ningún”, admite además, relatando que “agora pensamos que non nos vai a vir”. Su hija, María Teresa, que reconoce que estas dos dosis le sentaron genial, apunta asimismo que no sintió ningún efecto secundario.

“Durante el primer pinchazo tuve un síntoma de dolor de casi nada, pero en la segunda no”, señala José por su parte, mientras su mujer, Dolores, apunta que le “sentaron ben” y no tuvo “ningunha reacción”, igual que Manuel. Y es que de los entrevistados, la única que refirió más molestias fue Teresa, quien afirmó que aun tenía dolor en el antebrazo.

Pese a la divergencia de sensaciones, todos los usuarios aseguraron sentirse “muy bien” tras haber recibido el compuesto antiviral. Además, evidenciaron el enorme cuidado y los magníficos trabajadores que tiene Volta do Castro, indicando sentirse seguros gracias al gran esfuerzo que, no en vano, llevan realizando desde que esa “desgracia que nos veu agora”, tal como denomina Teresa a la pandemia, cambió su vida.

FIESTAS POSITIVAS Y DOSIS informativas. Aunque la residencia compostelana sigue aplicando todas y cada una de las medidas higiénico-sanitarias a fin de garantizar que el virus se quede fuera, usuarios y trabajadores continúan llevando a cabo casi todas las actividades (salvo aquellas al aire libre), además de mantenerse informados. Cada jornada leen la prensa o miran la televisión para no habitar “en una burbuja diferente a lo que se vive”.

Del mismo modo, celebran hasta fiestas, siendo la última este martes 16 de febrero, a causa del Carnaval, pero festejando también el Magosto o las Navidades. “Ellos están muy conectados”, reconoce la directora del centro, señalando que “tienen una conciencia absoluta” de esta pandemia pero “no les afecta al ánimo”.

carnaval disfrazado de emociones
Manuela, junto a su hija María Jesús, admite que vivir en la residencia es como estar en “o mellor hotel” y aconseja la vacuna ya que “a xente morre”

Manuela Márquez confiesa que cuando llegaban las primeras noticias de la pandemia del COVID se preocupó. “Non nos atacou pero eu teño fillos que están por aí e teño medo de que enfermen”, afirma ante este temor, aunque con la seguridad que les da (a ella y a su hija, María Jesús) vivir en la “residencia que é como o mellor hotel”.

“Estamos moi ben”, reconoce, señalando que “o único” que malo es que tienen “moitos anos”. “Nótanse por dentro que un xa vai cansando”, admite en este sentido.

Sobre la inyección, destaca sentirse “moi aliviada” y espera que su familia la reciba también próximamente.

A aquellos colectivos que niegan ponerse el remedio, Manuel recomienda que se vacunen ante “esta enfermidade porque a xente morre” y que se cuiden de no “estar polo medio dos demais respirando aire”, indicando que ellos se están “coidando aquí dentro sin salir á rúa”.

Teresa está contentísima puesto que la tratan genial y, aunque recibir la pandemia le cayó mal, se ve “forte como un cañón” tras las dos dosis

“Mal, caeume mal porque é unha cousa moi mala, se fora boa caíame ben”, señala con inocencia Teresa Carballeira sobre cómo reaccionó cuando se enteró de la pandemia. Aun así, asevera que no le tiene miedo y que está “forte como un cañón”.

“Estou contentísima e mellor que na casa”, manifiesta asimismo sobre su estancia en la residencia y eso que tiene dos viviendas. Además, admite que se siente segura en estos momentos .

“Aquí no falta nada, temos unhas enfermeiras estupendas e auxiliares buenísimas, agora o martes 16 tivemos as festas de Carnaval e déronnos de todo”, destaca, explicando que había “lacón con grelos, filloas, orellas e dulces”. Le gustó muchísimo.

Sobre la vacuna, remarca que debe ser una obligación para todos. “Eu púxena e se me manda poñer outra a poría tamén, eu fago o que me mandan” ya que “hai que facer o que mandan”, indica.

Manuel echa en falta poder salir a la calle y darle un abrazo a su familia: incluso se le ilumina la sonrisa al ser preguntado y espera que sea “más pronto”

Manuel Rico también se sintió mal cuando supo que un nuevo virus venía para cambiar las cosas y, sobre todo, por no poder salir del centro compostelano donde vive.

“Aquí por agora non hubo (casos), respetamos os chismes (medidas) que nos dixeron, estamos separados e todo”, explica en cuanto a la situación presente de Volta do Catro. De hecho, “así quiera que non nos veña”, apunta entre exclamaciones: “A ver si nos lavamos diso”.

El usuario comenta que es vital que todo el mundo se vacune para saber “si funciona o no”. “Eso no le hace mal a nadie”, afirma, recalcando que ahora sus familiares están bastante más tranquilos.

A Manuel se le ilumina la sonrisa al preguntarle sobre cuando cree que podrá abrazarles nuevamente: ¿Le apetece? “Si home, normal, e salir por aí a comer algo algún día”, contesta. “Agora temos esperanza de salir” y si es “más pronto, mejor”.

José y Dolores disfrutan de su nueva vida en el centro en medio de un virus que él considera “un caso rarísimo” y al que ella tenía “medo” por sus “achaques”

Marido y mujer, José Rodríguez y Dolores Blanco viven en Volta do Castro desde hace más de un año. Mientras para José esta pandemia “es un caso rarísimo” que todavía no se conoce “muy bien”, Dolores reconoce que sintió temor cuando se enteró: “Tiñalle medo a iso polos meus achaques, polas miñas cousas, ‘se me ven unha desas que fago’ pensaba”.

En este sentido, los dos admiten que, la llegada del remedio se recibió con ilusión. “La estábamos esperando y la gente estaba muy cautelosa en todo (con relación al virus) y cuando llegó pues claro, naturalmente la gente lo agradeció”, explica José.

Asimismo, Dolores considera sentirse “máis segura”.

“Parece que se vas fóra non vas a coller a enfermidade e estás máis tranquila”, señala, indicando que la dan “para proteger”: ¿Y sobre los negacionistas? “Eso será algún que non está ben da cabeza”, responde entre risas.

21 feb 2021 / 01:00
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