Expertos reclaman vacunas más potentes para hacer frente a las nuevas variantes del COVID

Casi un año y medio después de la confirmación del primer caso de coronavirus en la ciudad china de Wuhan, se han descrito unas 4.000 variantes del SARS-2. Los científicos, en una carrera contrarreloj, lograron desarrollar vacunas _AstraZeneca, Pifer, Moderna, Sputnik o Janssen_ para hacer frente al COVID, cuyo antígeno es la llamada proteína S (Spike), por ser la proteína del virus más antigénica al ser la más protuberante.

Su importancia radica en que es la llave que utiliza el COVID para entrar en nuestras células. La cerradura es la proteína ACE2 que está en la superficie de las mismas. No obstante, para poder encajar en la cerradura, la llave debe sufrir antes una transformación/adaptación por una enzima proteolítica (TMPRSS2) de nuestra membrana, que prepara al virus para ser infectivo.

Ante mutaciones como la N501Y de la variante británica del SARS-2, todo este proceso bioquímico ocurre mucho mejor. Esta cepa, que presenta el cambio de un aminoácido en la posición 501 de esa proteína S, se convierte de ese modo en más transmisible y más mortífera, en concreto, un 60% más. Esta circunstancia lleva a los investigadores que desde Galicia trabajan en el desarrollo de antivirales contra el COVID, a reclamar fármacos más potentes que no dependan de esa proteína.

Las cepas brasileñas (dos), la sudafricana y la americana, que presentan otra mutación (la E484K), no son bien reconocidas y neutralizadas por las vacunas existentes. Recientemente se conocía otra variante, californiana, que tiene la mutación S452R y de la que, pese a ser calificada como preocupante, no se dio mucha más información.

Los científicos tienen claro que en los próximos meses veremos más variantes del SARS-2 a partir de todas las cepas conocidas y desconocidas que circulan por el mundo. Por este motivo, inciden en la necesidad de anticiparnos y desarrollar fármacos que también sean eficaces contra ellas.