Galicia pudo abastecerse de respiradores dos semanas antes de la primera ola

Aunque la pandemia del coronavirus ha tenido un importante impacto en todas las regiones del planeta, sin excepción, no llegó al mismo tiempo a todas ellas. Eso resultó clave para su gestión. En Galicia, la pandemia apareció dos semanas más tarde con respecto al resto de España, lo que ayudó al sistema sanitario autonómico a anticiparse, abastecerse y desarrollar protocolos para hacerle frente de manera más eficiente.

En un coloquio concedido este jueves a Executive Fórum, el director de Asistencia Sanitaria del Sergas, el doctor Jorge Aboal, recordó cómo vivió él, en primera persona, la expansión del virus. “En enero se empezaba a ver en medios que había un virus nuevo que pasaba de animales a humanos y que en China se estaba dispersando, pero todavía nos sonaba bastante lejos, al igual que nos pasó con la gripe aviar hace cinco años o con el MERS en Oriente Medio en 2009”, relata.

Sin embargo, a finales de ese mes de enero, el director del Centro de Emergencias Sanitarias, Fernando Simón, convoca directamente en Madrid a todos los directores generales de las comunidades autónomas, como si algo estuviese pasando. Una vez allí, con todo, Aboal recuerda que “nos dijo que en España solo serían uno o dos casos”. Pero un viaje hasta Irán a principios de febrero hace que el doctor cambie completamente esa visión que le habían dado: “Había gente con mascarilla de forma habitual”. Y el 22 de febrero, a su vuelta a Galicia, ya vio en medios que Irán era el segundo país más afectado por la pandemia después de China. A partir de ahí, siguió expandiéndose por el mundo hasta que en el mes de marzo la OMS decide declarar el coronavirus como pandemia.

CONSTITUCIÓN DE UN GRUPO DE TRABAJO CON LOS UCISTAS. “En aquel momento había mucho desconocimiento: se decía que no existían los asintomáticos, que no eras contagioso hasta el inicio de los síntomas, que las mascarillas eran malas porque como el virus se transmitía por contacto cuando te la ponías te tocabas las fosas nasales, que se trataba de algo estacional y que en verano iría a menos...”, apunta el profesional del Sergas, en relación a todos los mitos que existieron en torno al COVID.

Mientras todo esto, unido al desavastecimiento de la hidroxicloroquina, se iba extendiendo entre la opinión pública, desde Galicia los expertos permanecían muy atentos a lo que estaba sucediendo en Italia, en concreto, en la región de Lombardía. “Muchos italianos necesitaban de ingreso en uci, y mi equipo empezó a observar esa ocupación masiva que en semana saturó todas las ucis”, detalla el doctor Aboal, que afirma que “en ese momento constituimos un grupo de trabajo con los ucistas y llegamos a la conclusión de que iban a necesitarse respiradores”.

Tomar esta decisión y trasladársela a Sanidade “fue complicado, porque lo hicimos incluso antes de que el virus empezase a extenderse por España, por lo que era difícil de argumentar esa necesidad que planteábamos si al final no sucedía nada”. Aún así, convencieron a la Xunta y, “completamos todas las ucis con respiradores, así como los servicios de reanimación, lo que significaba duplicar el parque de ventiladores”, antes siquiera del gran brote de la primera ola en Madrid.

PROTOCOLOS ESPECÍFICOS ANTES DE LA LLEGADA DEL VIRUS. Finalmente, la pandemia llegó a España y tenía el mismo comportamiento de cuadro respiratorio agudo de paciente que necesita de ingreso en uci que el observado el Italia. Pero a Galicia todo llegó dos semanas después. “Tuvimos dos semanas que fueron fundamentales para irnos preparando mientras surgían los brotes de Madrid, Aragón, La Rioja, País Vasco...”, relata el director de Asistencia Sanitaria, que asegura que en ese periodo “nos dio tiempo a hacer muchos protocolos unificados sobre el ingreso hospitalario de los pacientes, el ingreso en uci, la vigilancia epidemiológica, los fármacos que se debían utilizar...”. Fueron dos semanas de anticipación claves para el devenir de esa primera ola.

Llegó el coronavirus con toda su virulencia y el problema más grave en la comunidad gallega fue el de los medios de detección, es decir, las pruebas PCR. “Fue la primera vez que empezamos a trabajar en red y gracias a las videoconferencias diarias con los laboratorios pudimos orquestar que los reactivos que faltaban en uno fuesen enviados desde el otro”, explica Aboal, que asegura que “ese trabajo fue muy estresante porque multiplicamos de forma exponencial la capacidad diagnóstica”.

En este mismo periodo temporal, surge otro hito: la puesta en marcha del COVID-auto, siendo Galicia la primera comunidad en hacer identificación y test masivos en vehículos en puntos específicos, iniciativa iniciada en el Hospital de Vigo. Rápido se extendió por todos los centros y distritos y eso fue un signo más de anticipación. Un total de 178 críticos y 946 ingresados fue el máximo alcanzado en esa primera ola: el 4 de abril de 2020. Gracias a la flexibilidad y adaptación de los hospitales, consiguió superarse.

EN LA TERCERA OLA YA SE SABÍAN MUCHAS COSAS Y EMPEZABA LA VACUNACIÓN. Pasó la primera ola y se volvió a la normalidad, con un buen verano por delante, en el que se siguió trabajando en colaboración con el Comité Clínico de expertos y con la gestión de residencias integradas, para tener controlados los rebrotes en estos centros. Después del verano, llegaría la segunda ola, que se controló bien. Y, lo más preocupante, fue tras la Navidad. “La suerte fue que en esos momentos ya sabíamos muchas cosas sobre el virus, como que se transmitía por aerosoles, pero aún así fue una tercera ola dramática, llegando a 255 enfermos en uci y 1.200 en planta a la vez”, recuerda el doctor.

Aún así, “el sistema sanitario respondió muy bien, preparado, y las medidas de restricción adoptadas en colaboración con los ayuntamientos también alertaron a la gente, infundiendo la concienciación”. En esos momentos ya empezaron a llegar las vacunas y, por ello, en estos momentos la situación es bien distinta, más alentadora.