Lo decían los clásicos en el siglo XVII: “no hay lisonjas sin puñaladas”

Cuando uno se mete en política debe contar, utilizando metáfora bélica dados los momentos que se viven en Ucrania, tanto con el fuego que procede de otras trincheras ideológicas como de aquellas balas que llegan desde zonas en teoría poco hostil, y no solo de lo que se dio en llamar fuego amigo. Pero hay situaciones en las que los disparos metafóricos se producen tras un periodo de reconocimiento. Es lo que le está ocurriendo a la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, que acabó el año 2021 colgándose la medalla del acuerdo para una reforma laboral (descafeinada) y apenas transcurridos 23 días de 2022 está comprobando la victoria amarga de aquel pacto.

Y para hablar de las traiciones conviene acudir a los clásicos. Fue William Shakespeare quien escribió que “hay puñales en las sonrisas de los hombres; cuanto más cercanos son, más sangrientos” mientras que nuestro Francisco de Quevedo apuntaló que “bien puede haber puñalada sin lisonja, más pocas veces hay lisonja sin puñalada”. Por razones obvias ninguno de los dos grandes escritores, coetáneos, hablaban de Pedro Sánchez, pero sus palabras podían servirle a la vicepresidenta segunda.

Subir como la espuma la valoración en las encuestas, anunciar un proyecto para competir en el mismo espectro ideológico y empezar a asomar las dagas fue como la ley de acción y reacción de Isaac Newton: no se imaginaba Yolanda que sus socios de ERC, Bildu e incluso el PNV y dentro de Unidas Podemos rechazaran frontalmente esa reforma laboral que iba a impulsarla electoralmente

Y tampoco podía pensar que Pedro Sánchez, vía Nadia Calviño, rápidamente encontrara una solución: apoyarse en Inés Arrimadas. Aprobarla con el respaldo de Ciudadanos es algo que no están dispuestos a consentir los partidos del bloque de la izquierda del PSOE; esos en los que ideológicamente se movería la plataforma electoral de Yolanda Díaz, quien permanece en silencio quizás asimilando que no hay lisonja sin puñalada. Y que tras las sonrisas más cercanas están los puñales más sangrientos. antón trabanca