Todos los beneficios de la dieta atlántica en un ensayo del CHUS

Un ensayo liderado por Mar Calvo con personal del área sanitaria santiaguesa revela los beneficios de la alimentación basada en el producto fresco, de temporada y de origen local

Francisco Gude, Cristina Cambeses, Rosaura Leis, Mar Calvo, Alfonso J. Benítez y Juan Sánchez Castro

Francisco Gude, Cristina Cambeses, Rosaura Leis, Mar Calvo, Alfonso J. Benítez y Juan Sánchez Castro / Cedida

Entre los múltiples beneficios atribuibles a la dieta atlántica, que la doctora Mar Calvo define como “una dieta del placer”, el ensayo clínico liderado por esta especialista del Laboratorio de Análisis Clínicos del Complexo Hospitalario Universitario de Santiago (CHUS) junto a los también miembros del Área de Gestión Integrada de Santiago Francisco Gude, Alfonso Javier Benítez, Rosaura Leis y Juan José Sánchez, ha demostrado científicamente los beneficios para la salud, pero también para el medio ambiente, de una alimentación característica de Galicia y el norte de Portugal, en la que prima el elevado “consumo de alimentos frescos, de temporada y de origen local, como frutas, verduras, cereales, legumbres, pescados y productos lácteos”.

Tradición culinaria en la que, como subraya en conversación con EL CORREO GALLEGO, además de la “creatividad, simplicidad y aprecio por la esencia de los ingredientes”, forma parte de la cultura de esta zona disfrutarla en compañía.

Un perfecto y ancestral maridaje de ingredientes que, gracias a este estudio, se ha podido comprobar que puede contribuir de forma significativa a reducir el riesgo de enfermedades como la diabetes o la cardiopatía coronaria.

Publicado en la revista científica Jama Network, también participaron en este estudio médicos del centro de atención primaria de A Estrada, quienes fueron los que se encargaron del seguimiento a 250 familias de dicho ambulatorio durante un período de seis meses. La mitad siguió con su alimentación habitual, mientras que al resto se le modificaron los hábitos nutricionales, “basándonos más en la educación que en imponerles una dieta restrictiva y elaborando libros de recetas para ayudarles a elaborar sus menús”, apunta Mar Calvo, quien también subraya que el resultado de todo este trabajo es fruto de la investigación que de manera altruista han promovido ella y su equipo.

El estudio a las familias se realizó entre marzo de 2014 y mayo de 2015, analizando diferentes variables que permitieron posteriormente comprobar que aquellos que siguieron la dieta atlántica presentaban un riesgo “significativamente menor” de desarrollar síndrome metabólica.

Satisfecha porque han podido comprobar a nivel científico, “con un ensayo clínico, que es lo que mayor evidencia aporta en humanos”, las bondades de la alimentación atlántica para la salud humana, Mar Calvo destaca asimismo la puerta que con este estudio se abre a un campo de investigación que no se había llevado a cabo hasta ahora, centrado en determinar la huella de carbono de esos alimentos. Una vía sobre la que resalta el papel del Centro Interdisciplinar de Investigación en Tecnoloxías Ambientais (Cretus) de la Universidade de Santiago, puesto que fue su personal el encargado de “determinar esa huella de carbono de cada porción, y luego nosotros hicimos el análisis estadístico”.

Tras insistir en que hasta el momento los estudios sobre el impacto ambiental de las dietas no se habían realizado con datos de consumo de alimentos de personas en un contexto real, recuerda que “los sistemas alimentarios constituyen la tercera causa de producción de huella de carbono, son los terceros responsables del cambio climático”.

Constatadas las bondades de la dieta atlántica tanto para el planeta como para el propio ser humano, se muestra convencida de que para que la sociedad mantenga este tipo de alimentación es básica la cooperación, “establecer políticas que puedan impulsarla, como ya sucedió en A Estrada, donde a partir del estudio los médicos empezaron a aconsejar esta dieta a sus pacientes”.

Sobre la elección de esta localidad, señala que “además de por haber sido elegido durante muchos años consecutivos como el mejor centro de atención primaria de España, sus médicos están muy habituados con el método científico, puesto que habían participado en varias investigaciones con el jefe de servicio de A Estrada, Juan Sánchez”.

Caracterizada por un elevado consumo de “alimentos frescos, de temporada y de origen local como frutas, verduras, cereales, legumbres, pescados y productos lácteos”, Mar Calvo destaca que los pescados y mariscos son “elementos básicos en la gastronomía atlántica, con un consumo de tres o cuatro porciones por semana, al igual que el consumo elevado de lácteos, leche y quesos”.

Para esta profesional, otra de las singularidades de la dieta atlántica reside en el consumo diario de frutas y verduras, “especialmente de verduras de la familia de las Brassicaceae, como el grelo, la berza o el repollo, con reconocidos beneficios para la prevención de enfermedades; así como de cereales integrales, aceite de oliva como fuente principal de grasa para aliños y cocina”, y en la que se prioriza el vino sobre la cerveza.

 Sorprendida en parte por la enorme repercusión que este estudio ha tenido a nivel internacional, sobre todo en Estados Unidos, cree que el origen está en que “gustó en la Universidad de Harvard”, en entornos que defienden la dieta mediterránea y ,“al ver la atlántica como una variación de ésta, entendieron que era una validación externa, a nivel científico, de que podía funcionar en otros entornos”.