HISTORIA DE COMPOSTELA

La valiosa labor de los minuteros de la Alameda: instantáneas que se guardaban como oro en paño

Eran los encargados de hacer accesible la fotografía a las clases populares de entonces.

Uno de los más conocidos en Compostela fue Valentín Varela Iglesias, que pasó 67 años de su vida retratando a la gente en el Paseo Central del parque.

Valentín Varela Iglesias inmortalizando a una mujer en la Alameda mientras su ayudante usa un pañuelo para el fondo blanco

Valentín Varela Iglesias inmortalizando a una mujer en la Alameda mientras su ayudante usa un pañuelo para el fondo blanco / ECG

Durante años los llamados 'minuteros' formaron parte del paisaje de la Alameda de Santiago. Mucho antes de la llegada de los teléfonos móviles o de las cámaras compactas, estos fotógrafos profesionales cumplían una función valiosísima, ya que eran los encargados de hacer accesible la fotografía a las clases populares de entonces. Usaban cámaras minuteras, que se llamaban así porque en 60 segundos se podía disponer de las imágenes impresas. Gracias a ellas, muchos visitantes y compostelanos de entonces han podido guardar momentos únicos entre sus tesoros familiares.

Uno de los más conocidos en Compostela fue Valentín Varela Iglesias, que pasó 67 años de su vida retratando a la gente en el Paseo Central del parque de la Alameda hasta su muerte en 2004. Varela estuvo hasta los 90 años en su puesto, en total, casi siete décadas inmortalizando a compostelanos y visitantes, resistiendo al paso del tiempo y a la llegada de las nuevas tecnologías. En multitud de ocasiones su labor estaba acompañada de un ayudante que se encargaba del fondo blanco haciendo uso de un pañuelo, mientras el histórico fotógrafo intentaba sacar una sonrisa al retratado, en una época en la que la calidad de la instantánea no podía modificarse con filtros.

Valentín trabajó en la Alameda hasta los 90 años

Valentín trabajó en la Alameda hasta los 90 años / ECG

Un trabajo muy artesanal

La primera cámara que adquirió Valentín le costó 250 pesetas. Su cámara roja de madera era inconfundible en el parque compostelano. La caja se la encargaba a los carpinteros de la rúa Cantaleta; las ópticas y objetivos a Bermejo o Tino Martínez; los productos fotográficos los compraba en droguerías y, en casa, elaboraba manualmente los formatos.

Dos retratos al precio de 1 peseta

El mítico fotógrafo hacía el revelado dentro de la propia cámara. En un cubo llevaba el líquido de fijación y en su totalidad, el equipo pesaba unos 30 kilos. En los años 30, el precio por ser inmortalizado por Varela era de una peseta por dos fotografías, lo que hacía que en una verbena de esa época podía llegar a ganar 50 pesetas. En el año 2000, el precio de sus retratos llegó hasta los 6 euros por dos imágenes.