A Rocha Forte, un castillo como símbolo de poder y sin mujeres

El centro socio-cultural da Rocha Vella acoge mañana, a las 12.00 horas, la presentación del libro Rocha Forte, a memoria recuperada dun castelo medieval, una obra escrita por Matilde González Méndez, que recupera la historia de esta fortaleza medieval que forma parte de la historia de la capital gallega. Se trata de un trabajo editado por el Concello de Santiago y la Asociación Cultural Rocha Forte, presidida por Carlos Delgado, que hace un repaso de la evolución del castillo en el tiempo.

Desde el motivo de su construcción hasta las revueltas compostelanas, pasando por el redescubrimiento del monumento, el estudio de las ruinas, la formación del Señorío compostelano, el funcionamiento y las funciones de la fortaleza o curiosidades, como la ausencia de mujeres en la vida formal de este palacio medieval que fue sede de poder. A este último aspecto se dedica, precisamente, uno de los capítulos de la obra: Castelo dunha institución sen mulleres.

La autora sostiene que “aínda sendo residencia, ademais de fortaleza, a Rocha Forte non foi soar ou fogar dunha familia, senón dunha institución da que as mulleres non eran parte. De todos os xeitos, deberon existir mulleres morando e traballando entre as súas paredes. Non é o caso facer unha historia de mulleres, como tampouco o é facela de homes, pero si de preguntarnos por esa metade da humanidade que case non aparece na documentación”, sostiene Matilde González.

Cabe recordar que el castillo de Rocha Forte, también conocido como de los Churrucaos, se encuentra a escasos kilómetros del centro de Santiago, en Rocha Vella. La historia del castillo nos conduce hasta la mitad del siglo XIII, cuando el arzobispo Juan Arias lo manda construir para servir de residencia arzobispal.

La primera referencia documentada data del año 1253, en una sentencia de Alfonso X relativa a una disputa entre el Concello de Santiago y el Arzobispado. Posteriormente, en 1266, el castillo figura en el testamento del religioso como un bien incorporado al Arzobispado. El propio Arias fallecería en el mismo castillo aquel año, dando lugar a años de inestabilidad en los que las tierras pasaron a pertenecer al Reino de Castilla para, posteriormente, volver a la Iglesia.

El poder de la Iglesia sobre Compostela y sus tierras no era del agrado de los burgueses de la ciudad, quienes se mostraron todavía más contrariados en 1317, cuando se nombró arzobispo a Berenguel de Landoira, un dominico francés. En 1320, ante el rechazo a su nombramiento, Berenguel convocó en Rocha Forte a once compostelanos que instigaban las protestas para así negociar. En cuanto estos cruzaron sus puertas, estas se cerraron detrás de ellos y fueron asesinados en el acto. Días después, Berenguel entró en Santiago, ya como arzobispo. Durante su mandato, en el que se construyó la famosa torre de la Berenguela de la Catedral de Santiago, también se edificaron muchas de las torres del castillo de Rocha Forte, dándole un carácter más imponente y convirtiéndolo en un símbolo de su poder.

Un siglo más tarde el castillo también sería el epicentro del enfrentamiento entre los compostelanos y el arzobispo, en este caso Rodrigo de Luna, contra el que un grupo de nobles formaron la Irmandade de Compostela. Así, en 1458 esta Irmandade sitió el castillo, aunque las defensas que había erigido en su momento Berenguel de Landoira hicieron imposible que este prosperase.

El rey Enrique IV de Castilla requirió en numerosas ocasiones el levantamiento del sitio sobre el castillo, pero la Irmandade no cedió en su empeño hasta un año más tarde, ante la imposibilidad de tomar la fortaleza. Finalmente en 1467, en el marco de la Gran Guerra Irmandiña, fue destruido por completo.

A día de hoy se pueden observar las grandes piedras lanzadas por las catapultas contra la imponente fortaleza. No se volvió a reparar en las ruinas: las vías de la línea de ferrocarril entre Cornes y Carril, inaugurada en 1873, pasaban a su lado y afectaron a sus restos, aunque se mantuvo casi la totalidad de su planta.

En el siglo XX fue lugar de refugio para huidos durante el franquismo y llegó a ser escenario de algunos fusilamientos. Cabe destacar que muchas de sus piedras fueron reutilizadas en la construcción de una fortaleza, hoy inexistente, en lo alto del Pico Sacro e incluso para la propia Catedral de Santiago.

El castillo es también conocido como de los Churrucaos, y esto se debe a que en este lugar moraron durante un tiempo la familia de los Churruchaos, de los cuales se cuenta que eran asesinos y bandoleros a sueldo, utilizados para el interés del que los contrataba.

Puesta a punto. La junta de gobierno municipal aprobó iniciar los trámites para la recepción de las obras de acondicionamiento del espacio interior de la fortaleza medieval de A Rocha Forte. Estos trabajos, junto con los del acondicionamiento exterior, donde se prevé la construcción de un estacionamiento, han estado precedidos de las oportunas catas arqueológicas, en las que han salido a la luz importantes vestigios históricos que contribuyen a mejorar el conocimiento de este yacimiento.

El objetivo es la puesta en valor de este lugar y su preparación para llevar a cabo nuevas campañas arqueológicas que saquen a la luz los vestigios de este antiguo castillo.

En las excavaciones realizadas recientemente aparecieron nuevos elementos del sistema defensivo que protegía la entrada del castillo, y que tienen unas considerables dimensiones: nuevos muros, y también dos fosos con una profundidad de tres metros. En uno de los muros, además, también se descubrió la base de una torre de forma circular.

Está previsto el acondicionamiento de un parque arqueológico, aprovechando no solo los vestigios de la antigua fortaleza, sino también otros elementos de especial importancia, como el denominado Castriño de Conxo, y varios petroglifos, además de diferentes caminos y puentes medievales.

Asimismo, se decidió incluir el proyecto de este parque arqueológico en la Estrategia Urbana de Desarrollo Sostenible (Edusi), para conseguir los fondos necesarios que permitan completar las labores arqueológicas para la puesta en valor del yacimiento.