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Alba Domínguez: “Cada vez que intentaban cruzar la frontera, les robaban, los maltrataban y los devolvían a Bosnia sin nada”

La fotógrafa compostelana viajó a Bosnia y Herzegovina para ayudar a los refugiados // Quiere “usar el fotoperiodismo como un medio para mostrar la realidad de los conflictos migratorios”

Los movimientos migratorios son una constante en la historia que han ido conformando a las sociedades tal como las conocemos a día de hoy. Independientemente de las causas por las que se puedan llegar a dar, ya sean políticas, culturales o, simplemente, socioeconómicas, una de las características más importantes que distinguen el tipo de los flujos migratorios reside en su propia naturaleza, tratándose así de movimientos libres y voluntarios o, por el contrario, de migraciones forzosas.

Echando la vista atrás, nos podemos encontrar con muchos ejemplos de estas últimas. Sin ir más lejos, durante la Segunda Guerra Mundial, millones de personas tuvieron que huir de Europa emigrando hacia América para sobrevivir al desastre humanitario provocado por el conflicto armado internacional. Otro ejemplo más reciente sería el del exilio de millones de sirios a causa de la guerra civil en su país, obligados así a buscar refugio en países vecinos e intentar acceder a naciones europeas en busca de asilo.

Con todo, en la actualidad, el desamparo en el que se encuentran miles de refugiados por toda Europa no es algo nuevo y desconocido. Estas crisis migratorias se traducen en situaciones humanitarias críticas, que someten a muchos de estos migrantes a un estado de vulnerabilidad social.

Una de las vías utilizadas por los exiliados para acceder al viejo continente es la conocida ruta de los Balcanes Occidentales que constituye, o más bien constituía (ya que medios apuntan que la Declaración UE-Turquía del 18 de marzo de 2016 complica este proceso), la senda principal por la que emigrados de Oriente Medio tratan de alcanzar los países de la Unión Europea. Partiendo desde Grecia y pasando por países como Serbia, Macedonia o Eslovenia (entre otros), los migrantes buscan alcanzar naciones tales como Austria, Alemania, Italia o los países escandinavos.

Actualmente, uno de los problemas de esta ruta es la inmovilidad en la que los refugiados se ven inmersos al llegar a los países de la península balcánica. Incapaces de cruzar la frontera por la prohibición de las autoridades y la policía, los migrantes se quedan atrapados sin poder acceder a la Unión Europea, recurriendo así al asentamiento en edificios abandonados, montes y campos de refugio para tener un lugar en el que hospedarse.

Esta es una de las razones que llevan a organizaciones independientes a intervenir y servir de ayuda a las personas que se encuentran en estas situaciones. Hemos tenido el placer de contar con una voluntaria que ha formado parte de una de estas asociaciones: Alba Domínguez, una compostelana de 23 años que recientemente ha regresado de su viaje a Bosnia y Herzegovina.

Campamento de refugiados en el bosque de Velika Kladuša / Foto: Alba Domínguez
Campamento de refugiados en el bosque de Velika Kladuša / Foto: Alba Domínguez

Fervientemente apasionada por la fotografía y motivada por su interés en las causas humanitarias e injusticias sociales, Alba decidió emprender una travesía a la comunidad de Velika Kladuša de la mano de la asociación NoNameKitchen con la idea de: “usar el fotoperiodismo como un medio para mostrar la realidad de los conflictos migratorios”.

Sobre la organización, Alba nos cuenta que: “NoNameKitchen trabaja por la zona de la península balcánica y ahora también en Melilla”. Uno de los aspectos más destacables de la asociación es que “tiene un programa llamado Border Violence Monitoring Network, una red a través de la cual realizan reportes de violencia en las fronteras, recogiendo y analizando testimonios para, posteriormente, denunciar estas injusticias ante las autoridades gubernamentales e internacionales”.

Acerca de su formación previa y de cómo ésta la ha ayudado para poder trabajar allí, Alba comenta: “yo supuse que iba a tener mucho más tiempo libre para dedicarme más a la fotografía, pero la situación fue diferente. Tenía tareas prácticamente todo el día, me encargaba de cosas relacionadas con la comunicación, la ropa y la provisión de alimentos, por lo que mi formación tampoco me ayudó demasiado. También tuve contacto con la prensa y me encargué de redactar algunos artículos. Fue mucha improvisación por mi parte, aquello era un mundo nuevo”.

Con respecto a la crítica situación humanitaria que sufren los refugiados en esa zona y a lo que ella ha podido experimentar, subraya que “uno de los mayores problemas a los que nos enfrentábamos era que la ayuda humanitaria, aunque parezca mentira, no estaba muy bien vista. Nos costaba mucho poder trabajar sin complicaciones y con plena libertad, dado que la policía perseguía esta asistencia a los migrantes. Además, dentro del cantón de Una-Sana los refugiados sufrían acosos racistas, no se les permitía entrar en muchos establecimientos, tenían problemas para poder usar el transporte público e, incluso, evitaban andar por las calles en la medida de lo posible por miedo a represalias. Por otro lado, la gente local que también tenía la intención de ayudarlos recibía muchas presiones por parte del resto de la sociedad, por lo que trataban de actuar con un perfil muy bajo. Y, aparte de todo esto, he escuchado testimonios de personas que sufrieron la violencia policial en la frontera con Croacia por parte de las autoridades de este país cuando trataban de pasar de una región a otra. Cada vez que intentaban cruzar la frontera, les robaban, los maltrataban y los devolvían a Bosnia sin nada, era como comenzar con el contador a 0”.

Campamento de refugiados de Lipa incendiado / Foto: Alba Domínguez
Campamento de refugiados de Lipa incendiado / Foto: Alba Domínguez

También le preguntamos acerca de si volvería a adentrarse en una vivencia similar: “fue gratificante, me gustaría volver a hacer algo parecido. Al terminar y regresar a España, me di cuenta de que sí que necesitaba un periodo de desconexión, pero en ningún momento dejé de pensar en lo siguiente que quiero hacer. Me gustaría ir a Serbia, a Grecia o algún destino similar”, señala.

Finalmente, Alba añadió algunas reflexiones a modo de conclusión acerca de toda su experiencia en Bosnia: “algo que me impactó mucho es la positividad de los migrantes que, a pesar de estar sufriendo debido a estas situaciones en las que se ven sometidos, siempre son capaces de hacer frente a dichas condiciones con muchísima fuerza. Tienen tanta esperanza por llegar a la Unión Europea que se mantienen con un gran optimismo”.

Alba en el campamento de refugiados de Velika Kladuša / Foto: Alba Domínguez
Alba en el campamento de refugiados de Velika Kladuša / Foto: Alba Domínguez

Podéis visitar la cuenta de Alba en Instagram (@albabugg), y la cuenta de la organización NoNameKitchen en su página web, en Instagram y en Youtube.

13 feb 2021 / 01:00
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