Almeida elige Santiago para las vacaciones y se da un baño de masas antes del Camino

Pasan unos minutos de las once y media. Sentado en la única mesa de la terraza del Paradiso espero a un tal Almeida, ese abogado del Estado reconvertido en alcalde de la capital de España y en estrella mediática de la política patria. O bien se ha traído desde Madrid como atrezzo a cientos de actores para que circulen por el casco histórico con aspecto de hooligans de carnet o la popularidad de este hombre tiene pocos o ningún rival en nuestro país. Ya sé, suena a exageración, pero casi recuerda a Obama en sus dos años previos a la presidencia de Estados Unidos paseando por Lincoln Park, como describe él mismo en su autobiografía. Y Obama acabó como acabó en 2008, con casi todo en contra.

Te saluda como si te hubieras ido de cañas y bocatas de calamares toda la vida con él por Chamberí. Llega con Borja Verea, el perfecto cicerone con quien ha disfrutado buena parte de la mañana de los encantos de Santiago. Está también otro amigo de Verea, Joaquín Macho, secretario xeral técnico de la Consellería de Infraestruturas, hombre afable y de paciencia infinita que sonríe mientras Almeida interrumpe las conversaciones para hacerse mil fotos con los paseantes.

Almeida se confiesa enamorado de la ciudad, y suena a sincero, no creo que te esté colando una cuña. “Me encanta el ambiente de Santiago, es muy especial”, dice. No es la primera ocasión en que la visita, desde luego, pero esta vez ha decidido pasar parte de sus vacaciones aquí. La presidenta Ayuso escogió Ibiza para desconectar este verano, mientras que Almeida, con evidente mejor gusto, se dejó atraer por la capital gallega.

Lleva unos días en la casa de un amigo por estas tierras, y hoy mismo comienza (en Baleira, Lugo) un recorrido de cinco jornadas por el Camino de Santiago. Lo había prometido. De hecho, hace unos meses asumió que había llegado el momento de ponerse en forma, y dedica cuatro días a la semana al deporte, que al parecer es sano. Dos de ellos con entrenador personal, a eso de las ocho de la mañana, para que el día cunda.

Almeida y Verea vienen de trastear en la librería Couceiro, pero el alcalde madrileño ha tenido oportunidad ya de visitar el Pórtico, por supuesto, y dentro de unos días espera asistir a la Misa del Peregrino. Ambos tienen bastantes cosas en común, aunque el compostelano sea más joven. Aparte de la amistad, los dos son altos funcionarios, uno abogado del Estado y el otro interventor-tesorero de habilitación nacional. Vamos, que no dan el típico perfil del político profesional a tiempo completo que no tiene otro oficio ni beneficio.

Difícil describir el aluvión de fotografías al que se enfrentó ayer en su paseo por la ciudad. Turistas de todas las partes de España y vecinos de la ciudad le pedían un recuerdo, que aceptaba con excelente humor. Unos valencianos entusiastas, al verle, le repitieron: “Gracias por lo que haces por todos nosotros”.