¿Arma mortal?: la Policía Local no usó aún las dos pistolas táser que adquirió

El uso de las pistolas eléctricas por parte de los cuerpos policiales siempre genera debate y éste se aviva más cuando ocurren desgracias, como la sucedida hace una semana en Badalona. Allí un hombre fallecía tras recibir una descarga de una Táser de los Mossos d’Esquadra, que fue utilizada siguiendo el protocolo establecido. Con este fallecimiento la polémica sobre el uso de este tipo de armas vuelve a la palestra.

Desde hace un año la Policía Local de Santiago cuenta con dos armas de este tipo, aunque sorprendentemente no las han tenido que utilizar todavía. Así lo confirmó a EL CORREO GALLEGO Gonzalo Muíños, concejal de Seguridad Ciudadana, que señaló “que afortunadamente no se han usado nunca”, dijo.

De hecho, los agentes compostelanos se hicieron con las Táser a raíz del confinamiento, con el fin de poder reducir sin establecer contacto a aquellas personas que pudieran provocar altercados y resistirse a la autoridad.

Sin embargo, por ahora los efectivos municipales no se han enfrentado a ninguna situación en la que hayan visto que su uso es necesario.

Y eso que en los últimos meses, con el desembarco de los universitarios en la capital gallega, han ido en aumento las fiestas en pisos, los botellones al aire libre y las aglomeraciones callejeras que están provocando un aumento de las faltas de respeto a la autoridad. La mayoría de estos incidentes se producen cuando la Policía Local detecta que hay personas consumiendo alcohol en la vía pública, las identifica y sanciona y les pide las bebidas, a lo que algunos se niegan.

A pesar de que este tipo de sucesos son muy habituales y ocurren prácticamente a diario, así como las aglomeraciones de gente en las salidas de las principales discotecas de la ciudad gallega, los agentes no han visto necesario el uso de las Táser.

De hecho, en este puente de nuevo los agentes tuvieron que volver a dispersar a grupos numerosos de jóvenes a la salida de los principales locales de ocio de la capital gallega y también pusieron multas por consumir alcohol en la calle, orinar en la vía pública o vociferar a altas horas de la madrugada.Fueron doce los agentes que, inicialmente, realizaron un curso en la Academia de Seguridade Galega para aprender a manejar las pistolas eléctricas con todas las garantías. Después, se redactó el manual de uso de la Policía Local de Santiago, en el que se especificó en qué situaciones se pueden emplear estos dispositivos.

Los agentes compostelanos no llevan esas pistolas encima. Una de las Taser está en las dependencias policiales y la otra se lleva en el interior de un coche patrulla.

Existen dos tipos principales de armas: las pistolas que lanzan dardos, y la eléctrica ordinaria, que no dispara nada y tiene dos electrodos que sobresalen en un extremo de esta arma. Las compradas por la Policía Local de Santiago son de las primeras, que son las más modernas.

CÓMO FUNCIONAN LAS QUE LANZAN DARDOS. Las pistolas Táser interfieren en el sistema nervioso muscular e inmovilizan al sujeto con descargas eléctricas. Se trata de armas que disparan dardos punzantes de 50.000 voltios –voltaje que desciende al llegar al cuerpo del objetivo a 400 voltios– para paralizar al que recibe la descarga durante varios minutos, sin que se genere daño permanente. Los dardos están conectados a la pistola por unos cables.

Pese a que la descarga es de unos 50.000 voltios, en contacto con un individuo la potencia decae y convierte a esta pistola en un arma que no es letal. Los defensores de estas pistolas recuerdan que lo peligroso serían los amperios; es decir, la corriente que transmite el aparato.

En la pistola Táser normalmente rondan entre los 2,1 microamperios (mA) y los 3,6 mA, con una energía liberada por pulso que va de 0,07 a 0,5 julios.

Los expertos aclaran que el individuo jamás pierde el conocimiento; es decir, que puede escuchar las órdenes del agente y su ritmo cardiorrespiratorio no se ve alterado, aunque la persona alcanzada se siente cansada, extenuada. Y ese efecto dura entre cinco y diez minutos.

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