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Cercanas citas con asequibles metas

Vuelven fechas que recuerdan aconteceres que vivimos no hace mucho. Se ultima el intenso y azaroso octubre para introducirnos en el mes de difuntos, real antesala de lo que nos depara el frío y, a la vez, caliente invierno.

La cuenta atrás para la Carreira Pedestre Popular Camiño de Santiago 2022 es el pistoletazo de salida. Coincide con nuevo cambio horario y casi otra hoja de calendario. En un tris tras, corramos o no, como es tradicional, tras un chocolate y acorde fritura para recobrar el fuelle de lo que es un clásico en esta ciudad tan peregrina, caminaremos hacia fin de año.

En tono y escenario bien diferente, con días ya más oscuros y breves, en casi todo el orbe, y especialmente en esta tierra gallega, prepararemos e incluso llevaremos flores, besos y recuerdos a los cementerios.

Volveremos pues, con cuentas y recuentas. Contaremos -si seguimos la carrera- minutos y segundos, zancadas y pasos acelerados de los que consigan ganar el premio o se acerquen a la meta.

Y, aunque parezca extraño y alejado del tema, también contaremos y escatimaremos, por mal que pese reconocerlo, gajos de cariño, pues acudir a los campos santos es ya casi más un acto rutinario que un gesto de afecto y encuentro con los que faltan en las carreras y en las casas.

Entretanto, también en estas fechas, algunos quizás prefieran seguir la tradición de ver el drama del seductor D. Juan, el Tenorio, en cualquiera de sus formas o puestas en escena como la versión original literaria-teatral de José Zorilla (1844), o la dramática-jocosa de Lorenzo da Ponte (Il dissoluto punito, ossia il Don Giovanni, 1787), con música de W. A. Mozart.

Otros quizás opten por permanecer en casa en busca de series o películas del Don Juan Tenorio entre las varias que hay. La de Ricardo de Baños de 1922 está de centenario y es buena ocasión para celebrarlo.

Puede que sean los que más acierten ya que en 1952, cuando aparece la de Alejandro Perla, con Enrique Diosdado y M. del Carmen Díaz de Mendoza en los roles del mujeriego conquistador y la ingenua novicia, era notorio que la representación de esa obra estaba de capa caída y bien se veía su reposición para la gran pantalla.

Sea como sea, el «Don Juan» suele asomar en la víspera de la fiesta de «Todos los santos». Así que, ya nos preparemos para cumplir el precepto sacro, ya acopiemos disfraces de Halloween o de Samaín, con calabazas y calaveras de coloridas velas, planes hay para afanes y gustos dispares. Incluso apunto uno más, por si esos no entran en sus esquemas: ver la zarzuela «El toque de ánimas» de Emilio Arrieta (Puente la Reina, 1823–Madrid, 1894).

Este compositor tuvo una dilatada trayectoria y dejó gran poso en la enseñanza y en la formación de músicos más célebres que él. Afín al ala italianizante, le llovieron sonadas críticas e incomprensiones entre sus iguales. Si hubiese estrenado esa zarzuela en Galicia entraría pronto en sintonía con su público, con el finisecular y con el de no hace tanto. Lo digo con conocimiento de causa ya que, revisando papeles, en uno de 1875 de A Coruña leo: «En la mayoría de los teatros de España es antigua costumbre poner en escena, en día tan señalado, D. Juan Tenorio, las compañías de declamación; y las de zarzuela: “El toque de ánimas”. Esta última es la que ha elegido la Empresa, en la seguridad que el público oirá con gusto la lindísima música del maestro Arrieta». Pienso que si optaron por las «ánimas» frente al «tenorio» sería por motivo sopesado.

Pero, como todo cabe cuando se quiere, animo a gozar con Mozart y, en particular, de los amoríos de su D. Giovanni enumerados en el aria “Madamina il catálogo é questo”: En Italia, seiscientas cuarenta, /en Alemania, doscientas treinta y una, /cien en Francia, /en Turquía noventa y una. / ¡Pero en España ya van mil tres! / Hay entre ellas campesinas, /camareras, burguesas/hay condesas, baronesas, /marquesas, princesas, /hay mujeres de todos los rangos, /de todos los tipos, de todas las edades.

Si gustan del cine disfrutarán ese drama mozartiano en la versión de Joseph Losey (1909-1984) o en la más reciente -y casi última en su elenco de trabajos- de Franco Zeffirelli (1923-2019).

Si son más de zarzuela busquen «El toque de ánimas” de Arrieta que, dicen que ese género se presta a menos esfuerzos mentales.

Y es que «zarzuela» era vocablo controvertido y «zarzuelero» un mote mal tolerado. Arrieta lo rechazó, defendiendo uno parangonable: «ópera cómica». No tuvo éxito y, acaso para acallar bocas y habiendo tenido él una vida un tanto estrafalaria y arbitraria, hizo esculpir en su tumba: «Aquí yace el zarzuelero Arrieta».

Si conseguimos subir a la Zarzuela al podio de «patrimonio cultural inmaterial de la humanidad», ganaremos buena medalla en esta otra carrera musical.

Y sin irnos por las ramas, no sobraría mirar atrás y también «alén da vida». No torne todo en conquistar banales metas terrenales, ni en planificar insólitos planes para noches invernales.

02 nov 2022 / 01:00
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