Cláusula anticovid en los contratos de viviendas para los estudiantes

Andrés Bernárdez

A escasas semanas de que se de inicio al curso escolar, en Compostela cada vez hay menos pisos libres en los que los nuevos estudiantes, que en muchas ocasiones acaban de conocer si ingresarán el próximo curso en la USC, puedan estrenar su independencia. Como ya es habitual, los que llegan los últimos se quedan con lo peor. Así, estudiantes de intercambio y jóvenes recién salidos de Educación Secundaria son los más afectados.

Pese a esto, el presidente de Agalin, la Asociación Galega de Inmobiliarias, Carlos Debasa, asegura que este año la oferta de apartamentos para estudiantes es mucho mayor a la que había en años anteriores por estas mismas fechas. “Es cierto que quedan pocos pisos, pero es que el año pasado a mediados de agosto ya no quedaba ninguno libre”, explica. El motivo, según dice, se debe a las dudas que todavía existen sobre el provenir del próximo curso. “Hay que tener en cuenta que, aunque la USC diga que el curso se va a desarrollar de forma presencial, lo cierto es que todo está en el aire y depende de cómo evolucione la pandemia”, señala. Es por ello que muchos universitarios habrían esperado hasta el último momento para firmar un contrato que los obligue a pagar un apartamento durante los próximos meses, por si un nuevo confinamiento los devolviese, como en una especie de deja vu, al hogar familiar.

En este sentido, el responsable de Agalin recuerda que “la mayoría de estudiantes no tuvo una buena experiencia a finales del curso pasado, y en muchos casos hubo que mediar entre el arrendador que pedía el cumplimiento del contrato y el inquilino que no podía acudir a Santiago por motivos de fuerza mayor”.

Es por ello que para este año buena parte de las agencias inmobiliarias compostelanas están siendo previsoras e incluyen lo que denominan una clausula covid que regule el modo de proceder en caso de que la situación sanitaria vuelva a complicarse y los estudiantes tengan que dejar sus pisos. “La cláusula es diferente en cada caso. Es algo que se pacta entre ambas partes y que se negocia para intentar que beneficie tanto al arrendador como al arrendatario”, explica, antes de añadir que “aunque no es la opción mayoritaria, es bastante habitual que ambos accedan a reducir a la mitad el importe del alquiler y que el inquilino asuma los gastos corrientes, si se da un nuevo confinamiento”, explica Debasa.

Por su parte, quienes aún no cuentan con un lugar en el que alojarse a partir de septiembre lamentan las pocas opciones de las que disponen. A estas alturas lo que queda o está en malas condiciones o a un precio que no se corresponde con la realidad del mercado. Debasa reconoce que en ciertas zonas de la ciudad la oferta de pisos para estudiantes ha desaparecido en los últimos años y señala concretamente al casco viejo, donde “hace ya varios años que el alquiler turístico echó a los universitarios”.

No ocurre lo mismo con la zona del Campus Norte. Los barrios de Vite y Vista Alegre son los que mejor resisten, tanto a la conversión de estas propiedades hacia el mercado turístico, como a las subidas generalizadas de precios. El Ensanche, por su parte, mantiene algunos apartamentos libres, aunque no suficientes para hacer frente a la alta demanda.

QUEJAS Y ALEGRÍAS. A las quejas habituales de los jóvenes universitarios se suman las demandas de quienes acaban de entrar en el mercado laboral y buscan un lugar en el que poder independizares por fin. Laura Barreiro es una de ellas. Cuenta que su mayor problema es la reticencia de los propietarios a firmar contratos de larga duración. Explica que la mayoría de arrendadores de Santiago prefieren contactar con estudiantes “porque dejan el piso libre en julio y eso les permite alquilarlo a turistas durante los meses de verano”. Además, cuenta que varios trabajadores de agencias inmobiliarias a las que acudió lamentaban que los apartamentos dedicados al alquiler turístico no hayan vuelto al mercado tradicional, como si que ocurrió en otras ciudades españolas. “Decían que la gente sigue muy pendiente del Xacobeo”, asegura.

Por su parte Mariana, una uruguaya que el pasado septiembre se mudó a Santiago para cursar un máster en la USC, señala una mejora con respecto al año pasado. “Mi experiencia en 2019 fue desastrosa, no encontraba nada. Este año, sin embargo, me está siendo bastante fácil, de hecho lo difícil es decidirme por uno”, cuenta.

El testimonio coincide con el de Carlos Debasa, que va más allá y habla de una paralización del precio del alquiler en Compostela. “No creo que hayan bajado los precios, se han mantenido como en años anteriores, pero hay que tener en cuenta que los últimos cursos se venía dando una subida muy importante, que este año se ha parado”, concluye.

Los más jóvenes, sin embargo, siguen quejándose de los efectos negativos de la turistificación del mercado inmobiliario, una problemática que la crisis del covid ha conseguido frenar, pero no eliminar.