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Un trabajo del investigador Patxi Pérez Ramallo, tras analizar los restos humanos de individuos que residieron en la ciudad tras el descubrimiento de la tumba del Apóstol, apunta que la gran mayoría de habitantes eran foráneos // Llegaban desde territorios cercanos, Iria Flavia o Asturias TEXTO F. Cernadas

Compostela, primer lugar de migrantes

Un documento publicado por el investigador Patxi Pérez Ramallo, del Max Planck Institute for Geanthropology (Jena, Alemania) y la Facultad de Medicina de la Universidad del País Vasco, y reproducido por El Español, acaba de aportar luz sobre la historia de los primeros moradores de Santiago de Compostela, aquellos que buscaron desarrollar su vida hasta el siglo XII bajo el amparo y protección del Apóstol tras el supuesto descubrimiento de la tumba de Santiago el Mayor en el siglo IX.

En base a las pesquisas del científico, se apunta que los individuos que estaban enterrados en la necrópolis de la ciudad eran, sobre todo, inmigrantes o peregrinos que se asentaron en la actual capital gallega, fruto de las oportunidades que ofrecía el entorno de una tierra Santa.

“Santiago de Compostela fue una ciudad hecha por la migración: más del 50% de los individuos analizados eran de fuera. La ciudad se formó a base de inmigrantes que variaron en su lugar de procedencia y estatus social a lo largo del tiempo”, resume el investigador, cuyos resultados del proyecto que dirige vienen de publicar en la revista Archaeological and Anthropological Sciences.

Mediante la combinación del análisis de múltiples isótopos y la datación por radiocarbono de restos humanos descubiertos en la cripta de la Catedral de Santiago, el equipo científico pudo estudiar directamente los cambios en la dieta y la movilidad durante los tres primeros siglos del surgimiento de Santiago como centro urbano (siglos IX al XII).

Todo ello, junto con la evaluación de los datos arqueológicos existentes hasta ahora, les ha permitido confirmar ampliamente “la tradición histórica sobre la primera ocupación del sitio”. En este sentido, señalan, “los análisis isotópicos revelan que la fundación del sitio religioso atrajo a inmigrantes de la región más amplia de la esquina noroeste de la Península Ibérica y, posiblemente, de más lejos”.

Así, gracias a ese examen exhaustivo de los restos, junto con la información sobre la tipología y la ubicación de las tumbas, indica que los habitantes de la ciudad experimentaron una creciente diversidad socioeconómica a medida que se hacía más rica como centro de una amplia red de peregrinaje.

MAYORÍA DE POBLACIÓN FORÁNEA. A través de las dataciones realizadas por los invistigadores, remarcan en el estudio, más del cincuenta por ciento de los individuos analizados ilustran “valores potencialmente indicativos de infancias ‘no locales’, particularmente para individuos asociados con los tipos de tumbas más antiguas (tipo sarcófago y cistas)”.

En esta línea, la combinación de datos isotópicos de estroncio y oxígeno reveló que estos extranjeros eran principalmente de una región con condiciones ambientales similares a las de Compostela. A través de la comparación de los apuntes tomados con fuentes históricas, sugieren que el “Santiago primitivo pudo haber estado poblado por individuos de los asentamientos rurales circundantes, la sede episcopal de Iria Flavia (por ejemplo, el obispo Teodomiro) y quizás el más amplio Reino de Asturias”.

A mayores, una movilidad más amplia documentada en tres individuos analizados también lleva a los profesionales a indicar la posibilidad de que llegasen desde Al-Andalus, especialmente sacerdotes y obispos que fueron documentados como huidos del dominio musulmán durante los siglos IX y X. En todo caso, remarcan la necesidad de seguir analizando de manera más meticulosa los posibles orígenes de las personas que llegaron a Santiago en aquellos tiempos, para afinar la comprensión de las escalas de movilidad.

Por otra parte, señalan también, los resultados y el contexto arqueológico revelan “una población con divisiones socioeconómicas internas que prueban la existencia de una sociedad jerárquica que pudo haber tenido mayor acceso a ciertos recursos en relación a otros centros de la misma región gracias a su creciente estatus religioso, político y social”, lo cual también afectó a la forma de sepultura que recibieron unos u otros. Todo ello ha sido posible gracias al estudio de las dietas y el posible movimiento de treinta y tres personas cuyos restos arqueológicos han podido ser analizados. En todo caso, aprecian, dado el gran espacio de tiempo que ha transcurrido, durante el cual se produjo una importante destrucción de tumbas a raíz de otras excavaciones arqueológicas, los resultados deben ser tomados con precaución.

DIETAS EN BASE AL ESTATUS SOCIAL. Siguiendo el modelo de vida actual, las dietas de los distintos individuos estaba relacionada directamente con el estatus del mismo, dada la mayor capacidad para acceder a elementos considerados de mayor valor. Asimismo, se señala, la llegada a Compostela permitía a muchos incrementar su nivel de vida, puesto que en algunos lugares, como el territorio árabe, los sacerdotes estaban retenidos.

“Significativamente, la variación en la dieta entre individuos se correlaciona con la ubicación de la tumba. Encontramos un mayor consumo aparente de proteína animal y/o acuática en aquellos individuos enterrados más cerca de las entradas de la Basílica de Alfonso III, que se espera que representen a individuos de mayor nivel socioeconómico, dada la ubicación de sus tumbas e información contextual adicional”, señala el investigador. Esto concuerda con los registros históricos existentes que documentan que la dieta de la élite social a lo largo de la Edad Media se caracterizó principalmente por el consumo significativo de carne y pescado.

Por el contrario, los individuos encontrados en la zona con mayor número de entierros y ubicada a cierta distancia de las entradas de la Basílica de Alfonso III indicaron “un menor consumo de proteína animal, una mayor divergencia en sus valores y una mayor presencia de aportes vegetales”. En particular, como se describió anteriormente, los cultivos como el maíz, generalmente, se consideraban alimentos “alternativos” para las comunidades más pobres durante este período histórico.

15 oct 2022 / 01:00
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