Con el mar a la vista: Redondela Briallos

EN REDONDELA dormimos en el albergue Casa da Herba, situado en el centro de la villa y está regentado por Patricia que es una anfitriona magnífica. Tuvimos que lavar algo de ropa ya que apenas nos quedaba algo limpio después de casi una semana caminando y descansamos muy bien: decidimos ir temprano a la cama para darle un respiro a nuestros cuerpos... y a los pies.

Al volver al Camino veemos muchos más peregrinos. La mayoría van, como dice mi buen amigo Carlos, con “mochila de chiste”; es decir, grupos de excursionistas que van en autobús y que realizan hacen pequeños tramos de Camino al día. Es una opción para personas que no están en buena forma física pero, la verdad, se aleja del verdadero espíritu del peregrino.

Es una etapa agradable, con mucha pista de tierra, cuestión que agradecemos; como también nos reconforta ver por vez primera el mar y, la verdad, la ría de Vigo luce pletórica y obliga a los caminantes a detenerse e inmortalizarla con sus teléfonos.

El trazado muy seguro, excepto a la entrada de Arcade ya que el Camino va por un pequeño tramo por la N-550 con mucho tráfico de camiones que pasan muy cerca de nosotros. Es muy peligroso.

Llegamos a albergue de Briallos, donde nos atiende Pilar, la hospitalera que hace honor a su dedicación. La sorpresa nos la dan dos amigos, Arturo y Paco, con los que acabamos en un furancho aunque sin alargarnos demasiado: a las diez de la noche estamos en nuestras literas que mañana hay que seguir.