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Así son los días de una persona con discapacidad visual a partir del testimonio de Marco Pereira, invidente desde que nació: “Non hai que mudar espazos, senón a forma na que a sociedade acepta á xente con diversidade funcional” TEXTO L.Gestal

¿Con qué barreras viven las personas ciegas en Santiago?

La Fundación ONCE y la empresa de Inteligencia Artificial Citibeats publican anualmente un estudio sobre la accesibilidad de las personas con diversidad funcional (visual, auditiva, cognitiva y física) en los diferentes puntos del país. La fuente de datos que alimenta el proyecto son los comentarios públicos en Twitter, a partir de los que se falla un resultado que señala las barreras que dificultan la rutina de las personas con discapacidad. Son cuatro: el entorno construido, el transporte, la comunicación y la interacción y la cuestión social y cultural.

En paralelo, el informe valida que el 48 % de los españoles con discapacidad visual tiene dificultades para relacionarse con los entornos urbanos y con los espacios públicos; es decir, que personas con problemas de visión se someten a diario a una serie de trabas que impiden el desarrollo normal de su vida. Desde ir al supermercado, pasando por montarse en el autobús, asistir a la facultad o cumplir con una cita médica. Marco Pereira, estudiante de 28 años, que es invidente desde que nació, afirma que no es la discapacidad la que hace difícil la vida sino las barreras que pone la sociedad. El joven detalla a EL CORREO, siempre bajo su experiencia personal, aclara, qué deficiencias tiene en materia de inclusión la ciudad de Santiago.

“TER UNS OLLOS moi PECULIARES, apartábame”, reconoce. Como no se le ve el iris, un compañero de instituto le dijo una vez: “Parecen dos canicas”. Aunque el joven es consciente de que “poden causar impresión”, cuenta: “A xente quere preguntarme cousas e non se atreve. Poden pensar que me incomoda, pero non teño problema en responder as curiosidades de calquera que se achegue”. De hecho, él es el primero en hacer bromas sobre sí mismo. Coló varias veces la palabra “cegata” en la entrevista para normalizarlo.

TRANSPORTE y semáforos sin señales auditivas. “Falando por min, o tema do transporte urbán é a maior dificultade que teño. Ademais, xa cun pé na rúa, hai zonas nas que os semáforos non soan”, explica. Pone como ejemplos la calle comercial de Plaza de Galicia y las inmediaciones de la estación Intermodal, donde hay “moito tráfico e moito lío” pero “os semáforos non soan”.

En relación a los buses, Pereira admite que en los trayectos tiene que “preguntar constantemente ao condutor onde están as paradas”. Asevera: “Os transportes non están adaptados en Compostela”.

Como solución al problema, Marco Pereira menciona la megafonía, que “non só sería útil para os cegos, senón para os turistas, polo afán de cidade que atrae a moita xente de fóra”. Sin embargo, la tecnología siempre es buena aliada y el joven sostiene que la aplicación Moovit le ayuda a manejarse: “Dache a posibilidade de escoller unha ruta. Seleccionas a parada e vai darche o aviso de que tes que baixarte cando só queden dúas para o final. Nese intre, salta un sinal acústico, aínda que teña postas outras aplicacións”.

COMERCIOS Y CARTELERÍA. “Cando cheguei a Santiago, hai catro anos, tirei da Técnico de Rehabilitación; unha persoa da ONCE que che ensina os traxectos do teu interese e as súas referencias”. Pereira confirma que, de igual forma que los ciegos sueñan con sensaciones u olores, él también se orienta por el aroma que desprenden los locales comerciales: “Identifico as entradas das tendas, pero non sei que hai dentro”. Como ejemplo, el joven explica que, si oye el tiro de una máquina de café, sabe que está cerca de un bar.

“non adoito ir mercar só”, afirma Marco Pereira. Asimismo, sostiene que un hándicap a la movilidad presente en muchos negocios –sobre todo, en cadenas de ropa y de supermercados– son los pasillos llenos de mercancía “moi xunta e apiada”. Sin embargo, para este chico hay dependientes que ya no son desconocidos. Nombra al personal del Gadis de la avenida de Castelao, en el Campus Norte: “Depende do apuro que teñan, hai dúas opcións: alguén me recolle na porta e me leva polos corredores, ou ben, doulles eu a nota do que quero mercar para que me enchan o cesto”. En contraposición, dice: “Nunha tenda de roupa adoito ir con alguén porque non creo que tivera a ninguén dispoñible para que me bote unha man. Sobre todo, nos establecementos nos que hay pouco persoal para atender, de media, a cincuenta persoas”.

¿LA USC ESTÁ PREPARADA PARA RECIBIR a GENTE CIEGA? Duda mucho de la respuesta, pero se decide: “Máis ou menos, si”. No obstante, con cierto hastío, añade: “Sinto que hai profesores que non teñen planificado nada para min e que están improvisando”. En esta línea, confiesa que hay asignaturas visuales, como diseño o fotografía, en el grado que estudia, donde no adaptan los planes curriculares a su discapacidad: “Que unha persoa que non ve sexa avaliada pola toma de fotografías... é un sinsentido”.

ACTIVISMO. Hace unas semanas, el activista Inazio Nieva preguntaba a sus seguidores en Tik Tok si alguna vez habían visto a personas con discapacidad salir de fiesta. Nieva explicó que siempre se cruza con gente que no respeta su condición. Cuando trasladamos la misma pregunta a Pereira, admite que nunca fue un problema ir de copas, pero que los espacios pequeños le agobian. Para adaptar el mundo de la noche, asevera, “non hai que mudar o espazo senón a forma na que a sociedade acepta á xente con discapacidade”.

13 mar 2022 / 01:00
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