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Consulte a su veterinario

    Se sabe con seguridad que, aproximadamente, un 60 % de las enfermedades humanas infecciosas conocidas son de origen animal, ya sea doméstico o salvaje. Del mismo modo, lo son un 75 % de las enfermedades humanas emergentes y un 80 % de agentes patógenos que pueden ser utilizados por el bioterrorismo.

    Dicho esto comprendemos la necesidad de que se hubiese consultado a los veterinarios en el caso del coronavirus. Porque son quienes conocen la puerta de entrada, los animales, mejor que nadie. Como se demostró en el episodio de la encefalitis espongiforme bovina o enfermedad de las vacas locas, en la que el experto, el profesor doctor Badiola, lo era de verdad. Experto y catedrático de Veterinaria, aunque sus episódicas apariciones en los medios, en este caso, han sido bajo la etiqueta de epidemiólogo. El inefable licenciado Simón ha demostrado su incapacidad para gestionar el asunto y, lo que es más grave, para rodearse de verdaderos expertos que le ayudasen. Ni preventivistas, ni inmunólogos, ni expertos reconocidos de ningún tipo, han participado en este criminal monólogo, dudosamente científico. Aunque claramente, lo más digno hubiese sido retirarse y dejar las cosas serias en manos de quienes saben de esto.

    A los veterinarios les debemos capitales conocimientos de enfermedades gravísimas para nuestra especie. Ya sea sólos, o en colaboración con otros científicos, citar a vuelapluma desde cuestiones clásicas como la salmonelosis, el botulismo, la difteria, el tétanos, la rabia o la tuberculosis, hasta modernos estudios sobre retrovirus o leucemia bovina o felina, trabajo, este último, muy útil para desentrañar la patogenia del SIDA. No les quepa duda que los nombres de Salmon, Gaston Ramon, Sánchez Botija, García Izcara, Guerin, Galtier, Vidal Munné, Bang, Marcelino Ramírez, Nocard, Arloing, Guerin, Mac Fadyean, Vallèe, Eusebio Molina, Cayetano López, Guillermo Suárez y Ramón Turró y Darder, entre muchos otros veterinarios, deben figurar por derecho propio en los libros de medicina por sus capitales aportaciones a nuestra salud.

    Esperemos que, más pronto que tarde, el inefable licenciado Simon –su presunto doctorado no aparece por ningún lado– haga mutis por el foro de esta tragedia, que si no se acompañase de tanta muerte, dolor y empobrecimiento, sería una ópera bufa, y se depuren responsabilidades. Señores del Gobierno: ¡Consulten a su veterinario!

    08 sep 2020 / 00:00
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