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De Bugallo, Rosón y los pisos

    BUGALLO Y ROSÓN, Rosón y Bugallo llevan gobernando nuestra ciudad desde tiempo inmemorial y después de dar órdenes y más órdenes, de hacer y deshacer a su antojo, han llegado a la conclusión de que los “pisos turísticos” son el demonio que provoca todos los males de Santiago y, en particular, los de nuestra zona vieja.

    La edil más prestigiosa del Concello y nuestro “amado líder” se olvidan de que Air Bnb no nació en Estados Unidos, sino que lo inventó uno de Santa Comba explotando hoteles de “alta rotaçao” en la playa de Copacabana en el Río de Janeiro, desde donde trasladó la idea al ensanche compostelano alquilando a los estudiantes habitaciones con derecho a cocina.

    Los pisos turísticos son un invento de nuestros emigrantes que, a partir de los años 70, invirtieron parte de los frutos de la cosecha de la emigración en la capital de Galicia, porque el saber de la Universidad Gallega, la universalidad de la Catedral, nuestra cultura y los 50.000 estudiantes que aquí vivían hicieron de Santiago el punto de referencia de Galicia.

    El ensanche “ensanchó” la ciudad, los edificios se multiplicaron y los emigrantes brasileños y venezolanos, alemanes y suizos crearon el Mozart o la Bohemia, el Thay Thay o la Jarra y, contagiados por el empuje de los empresarios del exterior, los empresarios de aquí crearon emblemas, como el Tamboura o el Número K, que hicieron de Santiago el faro que alumbraba la noche gallega.

    Los pisos se alquilaban por días, por meses, por años, con derecho a cocina o sin ella, con limpieza o sin limpieza. Prosperaron los hoteles, llegó el Araguaney, la antena parabólica de Galeb nos permitió ver, pagando, los partidos de la Copa de Europa. Santiago pasó de aldea a ciudad.

    Pero en los 90 todo cambió. Nos robaron la Universidad y tras la bocanada de aire fresco que supuso la efímera peatonalización de Estévez, empezó el abandono de la zona vieja.

    El buenismo teórico de los arquitectos del Consorcio, auspiciado por el propio Estevez, se multiplicó bajo el paraguas de Bugallo y de Rosón, de Rosón y de Bugallo.

    Paralizaron la actividad hotelera suspendiendo las licencias, lo que provocó el beneficio de los que ya las tenían. Bugallo y Rosón, como el Comandante Fidel, mandaron “a parar” y la ciudad, obediente, se paró.

    Ahora, Mercedes Rosón no se conforma con la suspensión de las licencias hoteleras y quiere dar un paso más con los pisos turísticos. Nadie duda de que los pisos turísticos deben de ser regulados, pero a nadie le importa si la regulación debe ser estatal, autonómica o municipal, porque la gente tiene que comer y para comer hay que tener dinero y los pisos turísticos son una forma lícita y honesta de obtenerlo.

    Demonizar los pisos turísticos es un gran error de Rosón y de Bugallo, que se equivocan en la búsqueda de los culpables del vaciamiento de nuestra zona vieja.

    No son los dueños de los pisos turísticos los incapaces de evitar los barullos de los estudiantes que impiden el sueño de los vecinos. Ni son ellos los que permiten abrir los pubs hasta las 04.30 de la mañana. Ni los que permiten que la gente se arremoline en las puertas de las discotecas hasta las 06.00 de la mañana.

    No son los dueños de los pisos los que permiten a las furgonetas de reparto ir y venir por donde quieran y a la hora que quieran. Ni los que les permiten circular por el Franco o la Raiña rascando con sus espejos las puertas de los restaurantes, ni los que han convertido “a porta da pena” en una autovía de doble sentido.

    El demonio hay que buscarlo en las políticas municipales y en el buenismo de sus técnicos que guiados, sin duda, por un apreciable afán urbanizador están convirtiendo el cementerio de lujo que en los últimos años era la zona vieja, en una fosa común donde solo habitan los que no tiene otro suelo para vivir.

    Rosón y Bugallo están equivocados y tienen que darse cuenta que ni ellos son la ciudad ni la ciudad es de ellos. La ciudad somos todos y los responsables de sus problemas son los que mandan y, desde hace mucho tiempo, los que mandan son ellos.

    19 jul 2022 / 01:00
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