Después de tres golpes secos de martillo se abrió el pórtico de los perdones
Los chubascos no dieron tregua en todo el día y el frío apretaba fuerte, pero en el momento justo de proceder a la apertura de la Puerta Santa, la tarde de este jueves, 31 de diciembre, desde la escalinata de A Quintana se divisaba a lo lejos un claro de luz en medio de un cielo gris. Minutos antes llegaba a la emblemática explanada una larga procesión con paraguas abiertos, que finalmente pudieron ser cerrados. La comitiva, presidida por el arzobispo de Santiago, monseñor Julián Barrio, acompañado por el nuncio del papa, monseñor Bernardito Auza, el cardenal Antonio María Rouco Varela, el deán de la Catedral, Segundo Pérez; además de otros arzobispos, los obispos de Galicia, miembros del Cabildo y un grupo de sacerdotes, alcanzó la zona central de la plaza, donde se extendía una amplia alfombra floral, seguida del delegado regio, Alberto Núñez Feijóo, que acababa de pasar revista a las tropas en el Obradoiro. Junto al presidente de la Xunta caminaban también la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz (que solo participó en esta parte del acto); el delegado del Gobierno, Javier Losada; el presidente del Parlamento de Galicia, Miguel Santalices, el alcalde de Santiago, Xosé Sánchez Bugallo; y el general jefe de la Fuerza Logística Operativa, Juan Francisco Arrazola.
Aunque en A Quintana se veía bastante sitio libre, dado que muchas de las personas que retiraron invitación (270, en total) decidieron finalmente no asistir, en las inmediaciones de la plaza se congregaban numerosos curiosos que trataban de ser testigos de un momento tan especial. Sonaron las trompetas, antes de que el arzobispo destacara el importante significado de que lo que a continuación se iba a producir. Y tras la lectura del Evangelio y del mensaje del papa Francisco para el Año Santo, que pronunció su nuncio en España, llegó el momento central del acto.
El titular de la Mitra compostelana se acercó a la Puerta Santa y la golpeó en tres ocasiones con un martillo de plata y madera que donó a la Catedral un matrimonio alemán vinculado a la Oficina del Peregrino, a la vez que recitaba las oraciones del ritual. Dio una vuelta a la llave, abrió la hoja derecha, y luego hizo lo mismo con la izquierda. En el hall, testigos del acto, se encontraba una representación de diocesanos portando varios ramilletes de flores.
Una vez abierta la Puerta, monseñor Barrio salió a la plaza, hizo el anuncio y comenzaron a repicar las campanas de la Catedral, una salva de bombas hizo temblar la ciudad, se encendió la luz de la linterna de la Berenguela, sonó el órgano de la Catedral y también las trompetas. A continuación, tras rociar los diáconos el pórtico con agua bendita, el arzobispo, tras unos minutos de reflexión de rodillas, atravesó la Puerta Santa portando la cruz procesional.
Con el cántico del Te Deum se inició la procesión de entrada en la basílica del resto de la comitiva, integrada por la representación eclesiástica y el delegado regio. Ya en la Capilla Mayor comenzó la solemne eucaristía en honor a Santa María Madre de Dios. Organizada, al igual que toda la liturgia previa, por el maestro de ceremonias de la Catedral, Elisardo Temperán, contó con las moniciones del canónigo lectoral, José Fernández Lago; y el acompañamiento de la Capilla de Música de la Catedral. Finalizada la misa, el gaiteiro Carlos Núñez interpretó la Salve Regina junto con el organista Adrián Regueiro.
Además de las autoridades, en el interior de la Catedral siguieron la ceremonia representantes de la vida diocesana. Otras 70 personas lo hicieron en el claustro de la seo. Todos los actos se pudieron seguir a través de la TVG y de diferentes plataformas digitales.