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Apoteósico final de fiestas con la magia de Jean Michel Jarre

Gran enfado en la Quintana, donde se emitió el concierto con media hora de retraso y fallos

Jean Michel Jarre no defraudó en el macroespectáculo de luz y sonido que inundó el Obradoiro. Aunque la hora estimada de inicio del concierto se preveía para las 22.30, Jarre se retrasó casi media hora, no por desatender a sus fieles sino por asegurar que la situación de luz fuese la adecuada para su trabajo.

Ante la afluencia masiva de unos ocho mil incondicionales en la plaza del Obradoiro -por la que Jarre siente devoción- se instaló una pantalla gigante en A Quintana -de 7 por 13 metros-, donde al cierre de esta edición no se repetía el éxtasis: el retraso de media hora con el que se emitía el concierto -a partir de las 23.30 horas, al igual que en la TVG- provocó gritos de "escándalo", "fuera" y "tongo" entre las cinco mil personas presentes. Los fallos en el sonido, a veces, e imagen, en otras ocasiones, desanimaron a muchos asistentes.

El considerado mentor de la música electrónica y mecenas de Chemical Brothers o el mismísimo Moby, muy meticuloso, supervisó los pormenores del espectáculo haciéndose cargo del juego y contraste de luces.

Jarre confesó sentirse emocionado por tocar desde las escalinatas barrocas de la Catedral. Ofreció un espectáculo memorable de luz -500.000 vatios-, sonido y efectos especiales. Fue un espectacular fin de fiesta, pero más en el Obradoiro que en A Quintana.

01 ago 2010 / 01:37
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