Santiago
+15° C
Actualizado
martes, 23 abril 2024
16:11
h

El ‘Banco del Pobre’ se reconvierte con ascensores y apoyo para rehabilitación

En lugar de expropiar las casas, Raxoi pone en marcha un plan para mejorar la accesibilidad

En apenas unos años los vecinos de la urbanización San Ignacio de Loyola, popularmente conocida en Santiago como Banco do pobre, debido al carácter social con el que se construyó, han pasado de estar en vías de expropiación a ver aprobado un proyecto para la mejora de los inmuebles y su accesibilidad.

Así, en breve los bloques de viviendas, cuyo único acceso actual es una escalera metálica exterior, pasarán a contar con ascensores. El estudio de detalle que permitirá reformar estos inmuebles recibió el respaldo del pleno municipal el pasado mes de febrero, y ayer anunciaba el Ayuntamiento la exposición pública del documento durante un mes para su aprobación definitiva.

Será un primer paso, porque Raxoi también tiene previsto sacar en breve una convocatoria que permitirá a los residentes solicitar ayudas para llevar a cabo otros arreglos en los inmuebles que mejoren sus condiciones de aislamiento y habitabilidad.

De hecho, en el pleno municipal de febrero, poco antes de que se decretara el estado de confinamiento, el alcalde ya anunciaba la creación de un fondo de ayudas para que las familias con menos recursos pudieran hacer frente a los costes de las obras, al igual que ya se está haciendo en las Áreas de Rehabilitación Integral (ARI) delimitadas hasta ahora en la ciudad.

En este caso se trataría de un fondo de un millón de euros, de los que 800.000 serían aportados por los Fondos Europeos, y el resto por el Ayuntamiento.

Al igual que las vecinas viviendas del barrio de San Lorenzo que se crearon con la denominada operación ladrillo, destinada en tiempos a dotar de vivienda a personas con pocos recursos, también San Ignacio de Loyola se levantó a mediados del pasado siglo a través de apoyo solidario.

derribo. Los bloques se fueron deteriorando con el paso del tiempo, y la amenaza de la expropiación, que duró la friolera de trece años, provocó que tampoco hubiera mucho interés por conservar unas propiedades que estaba previsto derribar en cuanto la Universidade dispusiera de fondos para levantar la nueva facultad.

De ahí que cuando se decidió el cambio de proyecto, primero hacia los terrenos del Gil Casares, y ahora parece que a ningún destino, una de las prioridades del Ayuntamiento fue tratar de acondicionar este espacio.

Hay que tener en cuenta, además, que el crecimiento urbanístico que experimentó Santiago a comienzos de este siglo, y especialmente la construcción en las proximidades del hospital Clínico de A Choupana, y las nuevas facultades del Campus Vida, situadas al otro lado de Mestre Mateo, han provocado que lo que antes eran unas viviendas situadas en el extrarradio, ahora se hayan incorporado al casco urbano.

Las patologías de las construcciones son similares a los de otros bloques de viviendas levantados en la ciudad más o menos en esas mismas épocas, varios de los cuales ya han sido incluidos en ARIs, como Vista Alegre o Pontepedriña, es decir, problemas de aislamiento exterior y sobre todo de cubiertas, y de forma muy especial, de accesibilidad.

En aquellos tiempos los ascensores se consideraban prácticamente un lujo, una forma de acceder cómodamente a la vivienda, y no una necesidad para evitar barreras arquitectónicas, algo que con el envejecimiento de la población se ha puesto de relieve cada vez más.

Dado el espacio interior con el que suelen contar estos inmuebles, la solución más frecuente ha sido el recurso a una estructura exterior de forma que el acceso desde el elevador se haga a través de la fachada, una solución que se demostró muy eficaz en experiencias anteriores, como en las Casas de Ramírez, en el Ensanche, o en Vista Alegre.

licencia. También en otra ARI, en Pontepedriña, donde precisamente esta semana la junta de gobierno municipal concedía la primera licencia para la instalación de uno de estos ascensores, a la que se espera que sigan otras, a medida que avanza la recuperación del barrio.

En San Ignacio ya se ha determinado que los ascensores estarán colocados en las esquinas de los inmuebles, y se comunicarán con las casas a través de los corredores. También está previsto proteger con hormigón las actuales escaleras exteriores, así como sustituir las actuales galerías por otras de carpintería de madera, para mejorar así la eficiencia energética.

La tramitación todavía está en un su primera fase, y aún queda pendiente la aprobación definitiva para que se puedan iniciar las labores, pero lo más importante es que ahora sí se puede comenzar a planificar la recuperación de toda esta zona, incluyéndola en los planes de rehabilitación y, lo que es más importante, en las líneas de ayuda pública.

cambio de planes
iba a ser la nueva facultad de medicina

··· La urbanización de San Ignacio de Loyola está conformada por dos bloques, uno compuesto por doce viviendas, y el otro por dieciocho, situados en el margen sur de la avenida de Mestre Mateo, a muy poca distancia del hospital Clínico. De hecho, el proyecto inicial era construir en estos terrenos la nueva Facultad de Medicina, y de ahí que el proyecto fuera expropiar a los vecinos y realojarlos en otras zonas más o menos próximas. Cuando se cambió la ubicación de la facultad, que estaba prevista en los terrenos del Gil Casares, se cambió el proyecto, y en 2018 quedó anulada la previsión de expropiación.

··· La retirada de este expediente permitió que en lugar del traslado se pudiera comenzar a tramitar otro para facilitar la rehabilitación de los edificios, construidos a mediados del siglo pasado, y con problemas de aislamiento, eficiencia energética, y sobre todo con problemas de accesibilidad.

05 jun 2020 / 01:00
  • Ver comentarios
Noticia marcada para leer más tarde en Tu Correo Gallego
Tema marcado como favorito