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El coronavirus también ataca a la iglesia: grupos reducidos de 25 a 4 en la catequesis de la parroquia de Sar

Su párroco, José Porto, nos explica cómo les ha afectado la crisis del COVID

Es una realidad que, con el paso de los años, el número de católicos ha ido disminuyendo de forma constante en nuestro país. Según algunos de los datos ofrecidos por el CIS (Centro de Investigaciones Sociológicas) en abril de 2020, el porcentaje de feligreses seguidores de la Iglesia católica se situaba, en España, en un 66,8%. Es decir, casi 24 puntos porcentuales por debajo de las cifras recogidas en el 1978, año en el que se presentaron las primeras muestras de esta investigación, con un 90,5% de cristianos devotos.

Y estos datos no representarían el pico más bajo registrado. Meses más tarde, justo en junio a finales de la primera ola, sufrirían un descenso de hasta 5 puntos. Situándose así en un 61,6%, el porcentaje más bajo del estudio durante toda la democracia española. Aunque esto, según se indica, podría deberse a la forma en la que el CIS realizó las encuestas durante la crisis del COVID.

Con todo, podemos observar cómo estos datos reflejan una tendencia a la baja y estiman que la cantidad de seguidores de la Iglesia católica va a continuar decreciendo todavía aún más, sobretodo entre las generaciones más jóvenes. Y es que el porcentaje de los no católicos, entre los que se incluyen a no creyentes, agnósticos, indiferentes y ateos, supera con creces al promedio de católicos en la franja de edad comprendida entre los 18 y los 34 años. Además, entre aquellas personas que tienen especificamente entre 25 y 34 años, los no católicos representan un 62,5% frente al 36,1% de católicos, superándolos así una vez más.

Fuente: Maldita.es
Fuente: Maldita.es

Bajo todo este contexto, la aparición de la pandemia no ha hecho sino acrecentar esta situación. El cierre de las iglesias y la suspensión de actos religiosos como misas, comuniones, confirmaciones o bodas, han dejado en muy mala posición a la institución católica, que se ha visto obligada a readaptarse mediante el uso de nuevas herramientas para lidiar con la cruda realidad. En Santiago, el párroco don José Porto de la iglesia de Sar explica cómo el primer impacto del virus repercutió sobre la asistencia a los actos de culto y al cumplimiento dominical. “Conmocionados por la aparición del virus, lo primero que empezó a sentir la gente fue decepción, desánimo y desaliento a partes iguales. Recién salidos de una expansión, se ven inmediatamente sometidos a un reclutamiento muy difícil de asumir, lo que afectó claramente a la asistencia a los actos religiosos, ya que estos tenían que funcionar acorde a las normas sanitarias”, relata.

Como era de esperar, muchas de estas normas se centraron en limitar el número de asistentes y la separación entre estos. “De primeras, tuvimos que suspender las catequesis por el gran número de niños que estaban apuntados, casi 200. Las medidas de distanciamiento estipuladas fueron respetadas en todo momento: mascarilla portada por todos los concurrentes y ocupación de los bancos por solo dos personas, una en cada esquina; a excepción de las familias, que podían estar varios parientes juntos en el mismo”, explica don José.

Parroquia de Sar
Parroquia de Sar

Actualmente, “nuestra prioridad es que los niños del catecismo puedan hacer la primera comunión. Para ello, queremos reunirnos con sus padres para organizar la reducción de los grupos y minimizar el aforo. Tenemos pensado restringir el número de niños en cada grupo de 25 a 4, cada uno de ellos con su catequista. Es un esfuerzo grande pero no hay otra opción, no tenemos ni medios ni aforo”, cuenta el párroco.

Como sabemos, muchos de los cambios llevados a cabo a raíz de la pandemia por multitud de organizaciones se centraron en la aplicación de nuevas herramientas tecnológicas y digitales, y esto no ha sido diferente para la Iglesia católica. “En la parroquia estuvimos intentando aplicar formatos online pero nos venció el tiempo. Esperamos esperanzados a que mejorara la situación pero al final se nos hizo un poco tarde”, desvela.

Concluyendo la entrevista, don José ofreció unas reflexiones acerca de la situación actual. “Es duro, pero vale la pena hacer sacrificios si al final se mejora la salud. Esto se trata del bien común y, aunque a veces no me agrade, yo no puedo imponer mi criterio personal sobre él, esa es la auténtica libertad. Al final, los hechos son irreversibles”, relata el párroco.

26 mar 2021 / 18:43
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