El desconocido árbol de Júpiter

Lleva en la Alameda cuarenta años, pero son pocos los que conocen su existencia, ya que compite en protagonismo con ejemplares tan especiales como la sequoia gigante, ubicada a la entrada del parque, o los eucaliptos centenarios traídos desde Nueva Zelanda por Fray Rosendo Salvado.

Y aunque no son muchos los que conocen su nombre es cierto que el árbol de Júpiter, ubicado junto al monumento de Pedro Pais Lapido, acapara las miradas de los paseantes por lo llamativas que son sus ramas y su peculiar forma. De hecho, al estar rodeado de camelias destaca por la distinta coloración de su tronco y porque los que se acerquen al jardín en verano lo verán en todo su esplendor, puesto que, a diferencia de la mayoría de los árboles, florece en esta época del año.

Tiene el tronco retorcido y la corteza lisa de color pardo, con manchas más claras que son cicatrices de las placas que se van desprendiendo a medida que el árbol crece. Las hojas son de forma elíptica y sus flores, que crecen agrupadas en ramilletes de hasta veinte centímetros, son de color rosado y tienen los pétalos muy rizados. Los frutos son muy pequeños, de tono escarlata y con un olor que recuerda al de las manzanas, y aparecen entre septiembre y octubre.

El nombre científico de esta especie es Lagerstroemia y fue el botánico sueco Karl Linneo quien lo bautizó con el nombre de Lagerstroemia en honor a su amigo Magnus Lagerstrom (1696-1759), director de la Compañía de la India en Getemburgo. El nombre específico se debe a que pensaba que era originario de la India, donde se había cultivado desde la antigüedad, pero lo cierto es que es viene del sureste de China, de Vietnam y el archipiélago indomalayo. Se introdujo en la jardinería europea en 1759.

Es cierto que el ejemplar compostelano no es muy alto, mide apenas ocho metros, pero destaca por la peculiaridad de florecer en la época estival, cuando en los parques apenas hay plantas con flores llamativas y domina en ellos el verde de las hojas. Este hecho puede estar relacionado con el origen de su nombre común, puesto que aunque el árbol consagrado a Júpiter es la encina, el planeta Júpiter es visible precisamente en esta época del año. Además, es el dios de la fertilidad y el florecimiento de los vegetales.

En las medicina oriental se utilizan sus raíces para combatir la estomatitis (inflamación de boca y los labios) mientras que las hojas y flores sirven como purgantes. Las flores del árbol de Júpiter son tan llamativas que fueron inmortalizadas desde tiempos muy antiguos a través de pinturas y dibujos por su gran belleza. Por esa razón, son plantas que en los jardines tienen uso paisajístico durante todo el año: en primavera por el color rojo de los brotes, en verano por la floración, el rojo de nuevo en otoño con la caída de la hoja y en invierno por la coloración peculiar de su tronco.