El ‘parche’ en Montero Ríos obliga a cerrar dos semanas parte de la calle

Levantar el suelo de piedra para hormigonar debajo y que así pueda soportar el paso de los autobuses. Esta es la intención del Concello de Santiago para solucionar el mal estado del pavimento del cruce de preferencia peatonal situado en la confluencia de las rúas Xeneral Pardiñas y Montero Ríos. Además, tal y como indicó ayer el concejal de Obras, está previsto reasfaltar todo el tramo entre este cruce y la praza de Galicia. Javier Fernández subrayó que la obra está en garantía, e incidió en que ha aprovechado que la empresa es la misma que está trabajando en Concheiros y la avenida de Lugo para acelerar estos trabajos, que comenzaron en la jornada de este lunes. Se prolongarán hasta el próximo 22 de febrero, si bien los plazos definitivos dependerán de la lluvia. Para la ejecución de las obras se han realizado una serie de cambios en la zona. El más importante, desde este lunes ha quedado cortado al tráfico el tramo de la rúa de Montero Ríos comprendido entre Xeneral Pardiñas y la praza de Galicia.

Ya desde el inicio de las obras, la humanización de Montero Ríos ha estado marcada por una serie de contratiempos que provocaron que se superasen con creces los trabajos previstos para la realización de las actuaciones: se alargaron durante un año y medio. Destaca, por ejemplo, que en mayo de 2017, cuando el Concello, gobernado entonces por CA, iba a recepcionar las obras, se detectaron graves defectos que obligaron a sustituir el asfaltado. Y no solo eso, puesto que cuando apenas habían pasado unos meses del estreno, en el primer trimestre del año 2018, vecinos, peatones y conductores comprobaban cómo se hundía el firme en un tramo de Montero Ríos. Fue necesario levantar parte de la calle.

Ya antes, en mayo de 2017, tras la finalización de las obras y con la llegada de las primeras lluvias, se comprobó que el agua, en lugar de correr hacia los sumideros, se acumulaba en la calle y provocaba inundaciones. Raxoi indicó que las pendientes no estaban bien calculadas, y que los drenajes no eran todo lo eficientes que cabría esperar. A partir de ahí, se paralizó la recepción de las obras. En lugar de firmar esta recepción, se emitió un informe negativo sobre los trabajos y se concedió a la empresa un plazo de quince días para corregir deficiencias.