Estrenos gastronómicos pese a la bajada general de persianas

Más de dos semanas lleva la hostelería de Compostela con la persiana bajada mientras los propietarios de los restaurantes intentan sobrevivir como pueden. En medio de todo esto, la imagen que más predomina en la capital gallega es la de locales con la luz encendida y una mesa en la puerta para impedir la entrada. En ellos, el café o algo de bollería para llevar son lo único que entra y sale del interior. Otros, los restaurantes, intentan salir adelante aprovechando el tirón de las aplicaciones de comida para llevar. También hay quien ha preferido echar temporalmente el cierre a la espera de que todo pase.

Después está una minoría que desde fuera parece, como mínimo, algo atrevida. Es el caso de Juana Eiroa y su equipo, que el próximo viernes aterrizan en la rúa San Pedro de Mezonzo con Iccónicca después de hacer lo mismo en Lugo antes del verano. Dos locales nuevos en plena pandemia mientras sus dos restaurantes, también en Lugo, permanecen cerrados. ¿Cuál es su secreto? Han realizado una apuesta total por las entregas a domicilio. En Iccónicca no hay ni habrá posibilidad de consumo en el interior, no tiene mesas ni sillas.

“Los conocidos nos dicen que si estamos locos. Pero no es cuestión de locura: está muy pensado porque podremos abrir mientras muchos locales tienen que estar cerrados”, explica Juana Eiroa, propietaria y cocinera con más de una década de experiencia en el sector. Primero se aventuraron en Lugo, a finales de junio, y la apuesta les ha salido bastante bien. “El menú degustación está triunfando mucho”, afirma.

La pregunta es qué les hace especiales en una ciudad en la que ya hay oferta de pizzerías de distinto tipo. “No es una pizza al uso. Hay muchas recetas detrás. Es una cocina elaborada trasladada a una pizza”, reitera Juana. Para entenderlo mejor, un ejemplo muy gallego: una pizza de cocido con grelos y lacón incluidos. No podía faltar la de pulpo, mejillones o masa de tinta de calamar. “El concepto de empaquetado también está pensando para llevar. Tenemos cajas para incluir cuatro pizzas pequeñas con el objetivo de probar varios sabores en una”, cuenta la responsable del local.

De momento, ya han dado empleo a seis personas que debutan este viernes en el nuevo espacio gastronómico. Iccónicca, como el resto de locales que ofrecen comida a domicilio, estará disponible en las aplicaciones conocidas por todos. Una de ellas, con sello santiagués, es Obvious Eat, otro de esos negocios de la era covid-19.

MÁS AVENTURADOS. Cómo puede ser que en Galicia, donde la patata es una institución, no haya una marca centrada en este producto. Eso es lo que pensó Almudena López, quien desde noviembre está detrás del mostrador de Galipapas, en la rúa dos Bautizados. Todos los productos se basan en una patata asada rellena de diferentes elaboraciones: rixóns y queso de Arzúa, zorza, verduras asadas o un cóctel a base de cangrejo.

Cada una de las elaboraciones lleva por nombre el de un rincón de Galicia. “Las que más éxito tienen son la Lalín, con grelos, y la Arzúa”, explica Almudena. El concepto “patatas asadas para llevar en Galicia” es el de un restaurante de comida rápida en el que no hay que esperar mucho tiempo para llevarse la comida. La novedad del formato y las ofertas de salida hicieron que se formasen grandes colas durante los primeros días. “Fue incluso abrumador”, asegura.

Y hace unos días, el pasado viernes, llegó un nuevo mexicano a la ciudad. Su nombre hace referencia a una de las salsas por excelencia de la comida mexicana, Pico de galo, en la rúa de San Roque. Sus responsables no se esperaban la buena acogida que llegó a saturar el servicio en algunos momentos. Su propietario, Aitor Domínguez, consciente de que esta es una apuesta de las arriesgadas, ha hecho realidad un proyecto paralizado antes de la pandemia. O dejaba su idea a un lado o peleaba por su sueño. Ha elegido la segunda y lo ha hecho con una apuesta por el verdadero sabor mexicano. De momento, a domicilio.

No son los únicos. Tras el estado de alarma echó a andar SucuLenta, en Rosalía de Castro, regentado por Álvaro Cuesta y Román Sarceda, dos jóvenes emprendedores que decidieron navegar contracorriente. De las crisis económicas como la que está dejando esta pandemia salen grandes desgracias, pero también grandes ideas.