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Fallece la centenaria Balbina Blanco Gacio cuyo nacimiento en 1922 fue un ‘milagro’

Cumplió un siglo de vida en enero // Su madre, que tuvo trece hijos, la trajo al mundo cuando contaba 52 años, algo muy inusual incluso en la actualidad

Santiago y su comarca acogió ayer con tristeza la noticia del fallecimiento de la centenaria Balbina Blanco Gacio, muy conocida en la capital gallega y en Teo por haber residido en ambos municipios.

La finada, que conservó una salud de hierro hasta hace muy pocos años, cumplió un siglo de vida el pasado 1 de enero. Hoy será enterrada en el cementerio de la parroquia de San Xoán de Recesende (Teo) tras el funeral de cuerpo presente que tendrá lugar, a las 13.15 horas, en la iglesia de dicha localidad, según anunció una de sus hijas, la veterana empresaria y profesora compostelana Carmen Eixo, que junto a su marido, el fallecido Carlos Asorey, regentó durante décadas el famoso club de jazz compostelano Dado Dadá, donde actuaron los más celebres artistas de este género músical, cantautores y creadores de todo tipo.

Numerosas personas logran rebasar en la actualidad el siglo de vida gracias a los avances de la ciencia, pero el caso de Balbina Blanco Gacio es, sin duda, singular. De hecho, su nacimiento supuso casi un milagro de la naturaleza, pues su madre la trajo al mundo cuando contaba ya cincuenta y dos años, algo muy inusual incluso en los tiempos actuales a pesar del espectacular desarrollo de las técnicas de reproducción asistida o de ayuda a la fecundación.

Manuela Gacio Tarrío había tenido ya otros doce hijos, el mayor de los cuales era ya treintañero cuando Balbina dio su primera bocanada de aire, mientras que el más pequeño hasta la fecha había cumplido ya su primera década de vida. La gran diferencia de edad con sus hermanos marcó para siempre la vida de Balbina. Tanto es así que a cuatro miembros de la abultada prole no llegó siquiera a conocerlos, porque emigraron a Cuba cuando eran jóvenes y ya nunca regresaron.

A lo largo de su dilatada vida, la centenaria hizo un poco de todo. Durante varios años cocinó miles de tortillas de patata y platos de callos en la casa de comidas que sus padres regentaban en Teo, un establecimiento en el que también se vendían productos de todo tipo e incluso se sellaban las cartillas de racionamiento durante los años posteriores a la Guerra Civil. Por allí pasaban a diario numerosas personas, porque igualmente albergaba las sedes de Correos, Teléfono y Tabacalera.

Balbina también ejerció durante una pequeña temporada como maestra en Cacheiras -su caligrafía era excelente- con el fin de sustituir a una profesora que estaba de baja, y luego se dedicó a criar a sus cuatro hijos. La centenaria fue, igualmente, un apoyo imprescindible para su esposo, Pablo Eijo Pascual, un emprendedor infatigable que dedicó muchos años de su vida a dirigir obras de todo tipo. Entre las construcciones que dirigió destacan el inmueble central de Abanca en Santiago (antes Caja de Ahorros de Galicia), radicado en el cruce entre Doctor Teixeiro y Montero Ríos, los edificios Zafiro y Viacambre, en el Ensanche, el Aeroclub (Lavacolla) o la iglesia del Castiñeiriño. Pablo Eijo también tuvo una vida larga y plena. Falleció en 2014 a los noventa y dos años.

La protagonista de esta historia, que hasta hace bien poco conservó una memoria prodigiosa, no olvidó jamás numerosos acontecimientos que vivió cuando era niña, sobre todo los relacionados con la Guerra Civil (1936-39).

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Recuerdos de la Guerra Civil

La centenaria había tenido varios achaques de salud en los últimos años, algunos de ellos muy graves, pero logró salir airosa de todos los trances. Cuando tenía 96 años sufrió un grave episodio que por poco acaba con su vida. Tras recuperarse, logró cumplir un siglo.

01 nov 2022 / 01:00
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