Felices con lo básico: Vilarinho Barcelos

NOS LEVANTAMOS a las 8:00 de la mañana. Hemos dormido razonablemente, sobre un modesto colchón en un albergue de verdad. Pero lo agradecemos todo y no exigimos nada. Por los pasillos del viejo edificio aparecen más peregrinos ya preparados para partir. Saludamos a Natia de Alemania, Lucia de Brasil, Maria de Cataluña. Nos deseamos buen camino. Tomamos un café recién hecho invitados por Pepe, el hospitalero voluntario. Luego nos despedimos y cada uno sigue “su Camino”.

Todos estamos muy contentos e ilusionados. Con la mochila a cuestas tomamos dirección Santiago. Carlos y yo conversamos, reimos. Los kilómetros pasan rapido. Y eso que vamos espacio. El espíritu del Camino te acoge entre sus brazos. Nos sentimos los hombres más felices del mundo. Nos abrazamos. Lo tenemos todo y no tenemos nada. A mitad de trayecto paramos a comer: pollo, vitela y vino del país. Nos sabe a gloria. Como hubiera disfrutado nuestro amigo, Arturo Reboyras. Luego volvemos de nuevo al Camino.

Nos encontramos con más peregrinos que nos saludan. Y sin darte cuenta llegamos a Barcelos, final de nuestra etapa. El trazado, pues más de lo mismo: asfalto, adoquines, carreteras con coches a toda velocidad. Pero eso que más da. Nuestro apóstol Santiago nos protege y nos da fuerzas. Cuanto nos enseña el Camino. Somos felices con lo imprescindible.