Con el mar a la vista: Redondela Briallos

NOS ESPERA NUESTRO ÚLTIMO y nos acompaña Rosa, la mujer de Carlos. Antes de salir viene bien un café en el Don Pepe 2 que está lleno de peregrinos donde la arenga es curiosa: “Salir ya, ¿que esperáis que venga el Apóstol a buscaros? Hoy es un día distinto, nos hemos acostumbrado a vivir en el Camino y nos da pena que termine. No sabemos casi nada de lo que ocurre fuera de él. “Nosotros a lo nuestro”, como repite varias veces Carlos. Rosa se sorprende de nuestro paso ligero, después de recorrer más de 230 kilómetros en siete días. Carlos sonríe y comenta que “ esta fuerza nos la da el Apóstol”.

Entre risas avanzamos hacía Compostela por un tramo de la ruta repleto de peregrinos de todo el mundo en cuyos rostros se refleja la felicidad de estar a punto de completar un reto. A la salida del Milladoiro por primera vez divisamos las torres de la catedral. Nos emocionamos y nos abrazamos otra vez más. A Carlos le cuesta expresar sus emociones, pero con la ayuda de Rosa lo consigue. En A Rocha Vella saludamos a Carlos Delgado, presidente de la asociación vecinal A Rocha Forte y un gran defensor del Camino de Santiago.

Paso a paso llegamos a Compostela. El destino hace que mi hermana Maite y su marido Javier se crucen en nuestro Camino. Nos abrazamos y se sorprenden de lo frescos que nos ven. “La feria va por dentro”, comentamos. Nos despedimos y enfilamos la calle de Franco. Se une mi mujer Celsa a la expedición. Y por fin llegamos a la catedral de Santiago como tantos y tantos peregrinos han hecho a lo largo de la historia. Ya he realizado varias veces el Camino, pero los sentimientos siguen siendo los mismos y la sensación de bienestar indescriptible. El espíritu de Santiago puede con todo.