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“Guadalupes” y ritmo maratoniano hasta fin de año

Sea acertado o errado, en la fecha e incluso en el sentido, sigue siendo tradicional emplear el dicho popular: «decíamos ayer» (dicebamus hesterna die).

Por eso lo hago mío dado que poco comentaba las peripecias en Galicia del arzobispo Antonio Monroy e Hijar (Santiago de Querétaro, 1634-Santiago de Compostela, 1715), su mecenazgo, sus devociones y, sobre todo, cómo logró que avanzase la construcción de la nueva sacristía de la catedral compostelana, hoy en día Capilla del Pilar, donde reposa.

Entre sus innovaciones, en Santiago y en otros lugares de estas tierras gallegas, cabe destacar la impronta que dejó en relación con la devoción a la Virgen de Nuestra Señora de Guadalupe (12 de septiembre), ni “Extremeña” (8 de septiembre), ni “Moreniña” (1er. Domingo después del 8 de septiembre, en Rianxo), si no a la de “Nueva España”, que yo llamaría Monroyniana.

Monroy además de poseer esmerada formación y preclara sabiduría, conocía con profusión la historia del indio mexicano San Juan Diego y cómo surgió al otro lado del Atlántico el culto a la virgen guadalupana.

Por o sin interés, este prelado impulsó en la península tres devociones marianas: la del Rosario, la del Pilar, y la de Guadalupe. Se hace eco de todo ello el técnico archivero de la catedral, Arturo Iglesias, que bien apunta los datos precisos, pero no muestra ilustración alguna, ni se para mucho en ninguna.

Teniendo presente el «decíamos ayer», es de la Virgen de Guadalupe y de Monroy de lo que me ocupo ahora más extensamente, pues seguir los pasos de dichas advocaciones sería arduo.

Monroy eligió el 12 de diciembre para hacer su entrada solemne en Compostela (1686). Dato importante e interesante pues coincide con la actual festividad de la Hispanidad en España y parte de América y el Día de la Virgen de Guadalupe en Méjico.

De su tierra trajo un cuadro que conservó en el palacio arzobispal de Santiago y que, como señala A. Iglesias, (...) después de su muerte pasó en propiedad al convento de las madres mercedarias, en cuyo coro se conserva. En efecto, allí está, en el coro de las monjas. Su valor patrimonial, como pieza ornamental y devocional, es notable.

Más interés desde el punto de vista histórico tiene otro cuadro que hoy está en el Museo de la catedral. Es de grandes dimensiones. Monroy estableció que su propio testamentario, Francisco Verdugo, recibiese como administrador del Depósito de Música -es decir, fuesen a parar a sus caudales- una suma de dinero para que se estableciera con solemnidad: una fiesta de Nuesttra Señora de Guadalupe de México el día 12 de diciembre de cada un año, con primeras vísperas, proçessión mitrada, missa y sermón de medea ora”, matizando que “en casso que en dicho día doçe de diciembre no se reze de la ynfra octtaua de Nuestra Señora de la Conçepçión, en otro qualquiera que se rezare de la ynfra octtaua, y si todos estubieren ocupados, en el día de la octtaua: de suerte que, aunque en esta santa yglessia aya otra fundación en dicho día, se gane tamuién la del señor Arçouvispo”.

En esa fiesta, el dinero era para el sermón del prelado, los músicos y el resto a repartir entre los presentes. Y, mientras viviese el arzobispo, debía haber repique de campanas después del sermón de la tarde.

Por añadidura, dispuso que “un ombre y una mujer cassados” elegidos por un encargado, portasen consigo “un niño o niña de pecho” y que se eligiesen seis niños y seis niñas ataviados para el caso. Debían vestir con paño de Parrilla o de Astorga, apropiados para el crudo invierno. No figura cuál era la misión de esta selección. Puede que fuesen danzando o en riguroso silencio: todo cabía. Hacia dónde debían dirigirse tampoco está indicado. Quizás ni se moviesen del lugar que tenían asignado para colocarse.

¿Qué ha pasado con la música compuesta para todo esto? Era maestro de capilla José de Baquedano (1642-1711). Se explica así que pueda figurar su enterramiento en los libros del convento de las MM Mercedarias (tal como señalan algunas fuentes, por ser monje trinitario), pero no así el paradero de las partituras: (...) Te Deum y Venedittus, en la misma manera que otros maytines que zelebra esta santta yglessia”.

Otros cuadros, de formatos y dispar conocimiento, procedencia y valor artístico, están en enclaves de la catedral compostelana: uno pequeño, expuesto en la Sala Capitular y otro grande, ubicado en su Museo.

Cercano se halla el voluminoso, ornamentado y firmado por Vicente Cardama. Está en la sacristía de S. Miguel dos Agros, y es el que mejor ilustra las Apariciones de la Virgen a Juan Diego.

Mientras hacen este periplo por Santiago, por mi parte - habiéndolo hecho antes- tengo intención de seguir en sintonía con el Adviento (Virgen de la O, integrada, del 17 al 23) y preparando el cierre de la Puerta Santa (estreno musical incluido, día 31).

Todo, con agenda en mano, pues variada y apretada es la programación navideña de conciertos, exposiciones y actos solidarios en Santiago en estas fechas.

13 dic 2022 / 01:00
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