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El último número de la revista del Archivo de la Catedral revela detalles de hallazgos en excavaciones de siglos pasados, como el de los restos del Apóstol por López Ferreiro TEXTO Uxío Santamaría

Imágenes inéditas sobre el descubrimiento histórico de la tumba de Teodomiro

Cuando está a punto de finalizar uno de los proyectos de restauración más ambiciosos que se han llevado a cabo en la Catedral de Santiago, la revista del Archivo de la Basílica acaba de sacar a la luz en el último número de su publicación Galicia Histórica algunos de los hallazgos más importantes que tuvieron lugar en actuaciones pasadas en la seo metropolitana. Señalan desde el santuario jacobeo que “no todas las obras de la Catedral han sido tan populares, mediáticas ni armónicas como las actuales. Eso sí, no parece que en las anteriores hubiese sido necesario cerrar por completo el templo, ni aún apelando a pestes y epidemias, como en 1918, aunque sí se procediese repetidamente a su desinfección”.

El fondo documental de José Guerra Campos (1920-1997), canónigo y obispo auxiliar de Santiago, recoge “las numerosas notas con las que el gran erudito armonizó crítica histórica, arqueológica y devoción al Apóstol Santiago, como pocos son capaces”. En una de ellas, señala la publicación, se refiere a varios documentos de obras donde se pone de relieve “la inicial polémica por las ansias restauradoras y arquitectónicas del cardenal Miguel Payá y Rico en el verano de 1878, que pasando por encima del Cabildo habría iniciado unas obras en la Catedral que, como el propio Antonio López Ferreiro denuncia, no sólo no convenían arqueológica o estéticamente, sino que habrían puesto en riesgo la misma fábrica de la Catedral”.

Aunque al historiador compostelano “le valieron disgustos su osadía de hacer frente con el Cabildo, al arzobispo y cardenal, él mismo pudo iniciar esas tareas meses después y, el 28 de enero de 1879, hallar las reliquias de Santiago y los dos discípulos que reconocería Roma, y cuyo expediente se conserva en ambas ciudades en el Archivo de la Catedral de Santiago y en el Archivo Apostólico Vaticano. Es apasionante la emoción con que los asistentes y los propios López Ferreiro y Labín descubren el relicario y osario oculto por Sanclemente en el XVI”.

Apuntan que Guerra Campos en 1984 publicó la bula de León XIII Deus Omnipotens, y parte de las conclusiones de aquellas excavaciones, como el informe médico sobre los tres cuerpos. “Queda por publicar, entre ambas copias de ACS compostelano y original vaticano del AAV (antes ASV), el relato de los testimonios autenticados de todos los participantes en aquel descubrimiento, y otros testigos que, también de entre el pueblo fiel, recogen el pasado inmediato al descubrimiento”.

El último número de Galicia Histórica indica que Guerra Campos afronta otras exploraciones y excavaciones en la segunda mitad del siglo XX que dejarían igualmente grandes descubrimientos. “Si bien una buena parte la tuvo la intervención civil, la gran síntesis académica nos la dejó el canónigo compostelano en su obra Exploraciones arqueológicas en torno al sepulcro del Apóstol Santiago, publicado en el Año Santo de 1982”. Aquí anota, continúa el texto, otro hallazgo de restos, los del obispo Teodomiro de Iria Flavia en 1955, descubridor de la tumba Apostólica, y cuya lauda, inscripción y tumba fue sin duda uno de los hitos de aquella excavación, junto con las otras inscripciones de los obispos de Iria. “Hasta hace poco podía verse cerca del lugar de reposo, en la nave de Platerías. El levantamiento se hizo incluso con acta notarial que se conserva en el Archivo, haciendo mención de las autoridades civiles y eclesiásticas, académicas, médicas y de los fieles, curiosos y vecinos que, en multitud, se acercaron a testimoniar el levantamiento”, como se puede ver en la imagen que acompaña esta información.

“A las puertas de un Año Santo recuperar esta parte del Archivo con su material fotográfico es sin duda fascinante”, sostienen desde la Catedral, antes de apuntar que “en algunas ocasiones el entusiasmo por el Camino en sí puede hacer olvidar la meta, y seremos como peregrinos eternos que no desean llegar, o ya no les supone nada”.

Además, lanzan “una advertencia escatológica para quienes se acomodan en la realidad presente, transitoria, sin aspirar a disfrutar atravesando ese Pórtico de la Gloria de la liturgia definitiva, dando ese abrazo primero a su parteluz, después al Apóstol Santiago, sin dejar de sentarse a su mesa con Jesús, en el altar sobre su Cuerpo”.

Tanto López Ferreiro como Guerra Campos “saben conjugar esa pasión por el discernimiento históricocrítico y arqueológico más riguroso, con la piedad y las tradiciones más populares, en el marco de esa comprensión global y vivencial, existencial, de la Catedral como espacio litúrgico-teológico y no museo o restos congelados del pasado”.

Sin duda, concluye la publicación, “contemplar las precariedades del pasado nos permitirá relativizar y aprender a superar las nuestras, y gozar de la piedad serena que la historia permite contemplar nos devolverá esperanza, virtud cristiana muy propia de este tiempo de Adviento que empezamos. Que sea Adviento de un Año Santo bendecido con salud, con aliento, y recuperando no la normalidad de estos últimos años, sino una nueva realidad más abierta, menos masificada, comercial y turística y más espiritual, cultural, profunda, de nuevo, como lo fue antes de casi morir de éxito. Para que la Catedral renazca de nuevo como el santuario que estas fotos evocan que fue. Con el Archivo reabierto anhelamos poder seguir ofreciendo las fuentes históricas, también fotografía moderna de ese Archivo de Guerra Campos, que permitan a peregrinos, visitantes y académicos no caminar a oscuras de un pasado desconocido a un futuro incógnito, sino como hijos de la luz”.

02 dic 2020 / 00:00
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