In memoriam de D. Luis Frigola, sacerdote
EL PASADO VIERNES murió Don Luis Frigola Anglada, sacerdote del Opus Dei con muchos amigos, quien vivió gran parte de su vida en Cataluña y en Santiago de Compostela desde 2008. Hijo de una familia humilde -su padre era peluquero-, cuando comunicó a sus padres que quería ir a la universidad a estudiar Derecho, le dijeron que no podían costearle los estudios. Y consiguió su objetivo, aceptando todo tipo de trabajos.
Al ser hijo único, cuando su madre -ya viuda- vivía en Girona en una residencia, para no tener que dejar Galicia, le dijo que tenía que venirse a Santiago. Y cuando ella le comentó que sólo vendría si era a una residencia de monjas, consiguió que la admitieran en la Residencia de San Marcos de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados, donde murió pocos días antes de cumplir los cien años.
Durante su vida ayudó a discernir a muchas personas su posible vocación sacerdotal. En 2020, en la ordenación que Don Julián ofició en San Martín Pinario, Don Luis propuso a dos santiaguesas ser las madrinas y a mí el padrino de Callixtus en la ceremonia porque sus padres no pudieron venir de Biafra; lo cual aceptamos encantados.
A pesar de que llevaba bastantes años enfermo, siempre que iba a visitar a Don Luis estaba hablando con alguien. Amigos taxistas tenía muchos porque no podía andar por calles empinadas, como la Avenida de Coímbra, donde está el Colegio Mayor La Estila -donde vivía-.
Cuando alguien le pedía algo, lo vivía como si fuera propio. Como cuando le pedí que ayudara a un amigo que buscaba una residencia para sus padres y lo consiguió, o logró que varias personas colaborarán económicamente para que un amigo suyo pudiera venir al seminario de Santiago.
Persona muy culta, sabía explicar las cosas poniéndose al nivel de su interlocutor y siempre con una sonrisa, a pesar de su enfermedad. Horas de confesión en la catedral y donde se lo pedían, muchas. Y quedando en un lugar abierto con personas que habían tenido el covid recientemente y querían pedirle consejo, porque lo que le pedía un amigo lo ponía por delante. Descanse en paz.