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La pandemia relega también a las mujeres en el Camino

La pandemia del COVID-19 ha dejado el Camino de Santiago bajo mínimos. Lejos de los récords que se venían sucediendo desde 2016, las compostelas expedidas por la Oficina del Peregrino el pasado 2020 cayeron con respecto a 2019 nada menos que en un 84 por ciento. Es un descenso que no sorprende demasiado si tenemos en cuenta el estado de alarma, el confinamiento y el cierre de fronteras. Pero tras él se solapa otra realidad: los caminantes de la Ruta a Santiago vuelven a ser mayoritariamente hombres después de ser superados por las mujeres en los años 2018 y 2019.

Desde que la Oficina del Peregrino empezó a elaborar estadísticas en el año 2004, el porcentaje de peregrinas se mantuvo en torno al 40 %. Repuntó en los años santos de 2004 y 2010 y, a partir de entonces, registró un crecimiento anual constante. Los avances sociales en igualdad; la proliferación de agencias especializadas en el Camino, dando la opción de integrarse en grupos guiados; y el estar a un clic de una llamada de emergencia, gracias a las nuevas tecnologías, están detrás de una progresión que culminó en 2018, cuando las mujeres superaron por primera vez a los hombres en el Camino. La ventaja aumentó en 2019.

No obstante, entre las consecuencias del brusco descenso de peregrinos el pasado año, destaca el hecho de que el número de mujeres que hizo el Camino de Santiago en 2020 volvió a ser menor que el de hombres. La caída resulta significativa: las 24.548 credenciales selladas a peregrinas suponen un 44 por ciento del total de expediciones. Para encontrar un porcentaje inferior tenemos que remontarnos al año 2012.

Hay otro patrón que llama la atención: las mujeres prefieren hacer el Camino cuando hay más afluencia de caminantes. y evitan los meses en que se hace de noche antes y las condiciones meteorológicas son peores. En 2019, cuando llegaron a ser más en el cómputo global, superaron a los hombres entre los meses de abril y octubre, pero fueron menos entre noviembre y marzo.

Los grupos y la tecnología animan el avance femenino
Los años en que fueron más en el cómputo global, su ventaja se ceñía a los meses que van de marzo a octubre

S. V.

Santiago

A las puertas del Xacobeo 2021, el primero en once años, las previsiones a principios del pasado 2020 no podían ser mejores tras un cuatrienio de récord. En 2016 se superó por primera vez en un año ordinario el número de peregrinos de un Año Santo al registrarse un total de 277.854, sobrepasando en más de cinco mil los del periodo jubilar de 2010 (cuando habían sido 272.135), y las cifras continuaron incrementándose en 2017 (301.036), 2018 (327.378) y 2019 (347.578).

El año 2020 apuntaba maneras para continuar la tendencia alcista y, además, invitaba al optimismo en cuanto a la tan ansiada desestacionalización. Así parecían indicarlo los 1.999 peregrinos que llegaron a Santiago en enero frente a los 1.651 del mismo periodo del año anterior; y, sobre todo, los 3.076 que lo hicieron en febrero, cerca de mil más que los 2.119 de 2019.

Pero con marzo y la propagación del COVID-19 sobrevino la debacle. Ese mes los peregrinos contabilizados fueron 1.710 frente a los 7.474 de 2019. La Oficina del Peregrino, encargada de emitir las credenciales, cerró con la declaración del estado de alarma a mediados de mes Y ya no volvió a abrir hasta el 1 de julio. Pese a un ligero repunte en verano, el recuento final hasta el 31 de diciembre supuso una caída del 84 por ciento, con 55.793 peregrinos el pasado año frente a los 347.585 contabilizados en 2019.

Pero los datos, más allá de la estrepitosa caída de un 84 % de compostelas selladas, invitan a otra lectura: las mujeres volvieron a quedar relegadas en el Camino tras años de un incremento constante de la presencia femenina y la ventaja que cobraron en 2018. En ese periodo, fueron 164.836 las mujeres que hicieron la ruta jacobea frente a 162.542 hombres. Un año después, en 2019, se confirmó la curva ascendente y ya hubo ocho mil peregrinas más que peregrinos (177.801 por 169.777).

La vilagarciana Begoña Abalo perdió la cuenta de sus compostelas cuado llegó a veinticinco y ha hecho la ruta en solitario varias veces. Guía acompañante en Tee Travel, referente entre las agencias especializadas en el Camino, atribuye el auge femenino en las rutas jacobeas a dos factores fundamentales: los avances en igualdad y la seguridad que otorgan las nuevas tecnologías. “Hoy en día tenemos GPS y el móvil siempre te deja llamar al 112 ante una urgencia. Además, por el Camino conoces a otros peregrinos y llegas a Santiago teniendo una pequeña familia, amistades para toda la vida”, señala.

El perfil actual de las peregrinas es muy amplio y abarca a mujeres de todas las nacionalidades y edades. El bum asiático del Camino se hace sentir también en la mayor afluencia femenina. De hecho, coreanas y chinas suelen venir solas o en pequeños grupos. Begoña apunta que “hace unos años sí era extraño encontrar mujeres solas, pero hoy es bastante habitual. También vienen en grupos de amigas. O dos cuñadas y una niña”. Además, “no hacen únicamente el Camino Francés, que es el más concurrido, ni parten desde Sarria para cumplir con los 100 km, sino que salen de Francia o Portugal”.

Begoña se encontró “a un peregrino en bici y a cuatro caminando, todos hombres” cuando vino por primera vez sola a Santiago en invierno y, a pesar de la mayor concurrencia femenina en las rutas, los datos de la Oficina del Peregrino siguen evidenciando que las mujeres se retraen cuando el Camino está menos frecuentado. Solo fueron mayoría entre los meses de abril y octubre.

El desierto en que la pandemia convirtió el Camino el año pasado no hizo más que refrendarlo. A mayores, las agencias apenas pudieron organizar grupos.

Una de las excepciones que confirmó la regla fue la de la argentina Victoria Quiroz. Llegó al Obradoiro en este presente Año Santo, siendo una de las quince mujeres que obtuvieron la compostela en enero de 2021 -los hombres fueron 45, tres veces más-. “Fui un poco inconsciente” es lo primero que señala cuando se le pregunta por su aventura. “Sabía que no podía hacer el Camino en verano porque trabajo en hostelería pero sí pensaba en otras fechas de meteorología más benigna”, manifiesta. Explica que lo hizo empujada por “necesidad personal” y muy afectada por la muerte de su perro tras haber quedado además sin empleo.

Partió de Ponferrada para alcanzar la meta en 11 etapas que cubrió en enero. En el trayecto, se encontró solo a otro peregrino, con el que hizo dos etapas. “Miedo no tuve, incluso una noche acabé durmiendo a la intemperie en el portal de una iglesia cerca de O Cebreiro, porque me desvié de la ruta y se me hizo tarde con el toque de queda. Es verdad que los amigos, y sobre todo la familia, me decían qué a dónde iba sola. Pero con el móvil estás siempre conectada, apenas perdí cobertura en algún punto”, afirma. Añade que se sintió “superacogida” por la gente de los pueblos, que le ayudó buscar alojamiento al estar los albergues cerrados. “Para mí fue mágico y todo un regalo poder vivir el Camino sin gente”, concluye.

Ellas viajan más, también solas, pero suelen buscar el amparo de una agencia

A pesar de episodios esporádicos como el asesinato en León de la peregrina estadounidense Denise Pikka en 2015, la percepción de que el Camino de Santiago es una ruta segura ha contribuido a su auge entre las mujeres y cada vez son más las que se animan a recorrerlo solas.

Es habitual, no obstante, que la mayoría de las mujeres que no tienen compañía para viajar busquen el amparo de alguna agencia. Begoña Abalo explica que la venta en Tee Travel se produce plaza a plaza hasta completar grupos de peregrinos, en los que “las mujeres suelen ser mayoría”. “He tenido grupos de quince personas en las que había un solo hombre”, señala.

Por su parte, Verónica Armesto, directora de la agencia Infinita Viajes y Eventos de Santiago, expone que “a las mujeres que van solas a otros países les encanta saber que estamos al otro lado del WhatsApp cuando lo necesitan. Además, muchas suelen escribir para informarnos, por ejemplo, de que han llegado bien”.

Reconoce que tiene más clientas que clientes que viajen solos y que buscan destinos diferentes. Las mujeres recurren a la seguridad que les brinda una agencia para hacer circuitos culturales o conocer destinos exóticos. Los hombres, o bien son menos aventureros o no necesitan este respaldo. En Infinita contratan escapadas de relax por Galicia y Portugal y, si van en grupo, paquetes de sol y playa en donde haya ambiente para salir y, a ser posible, con régimen de todo incluido.

Otra constante es que suelen ser las mujeres las encargadas de organizar los viajes. Una encuesta realizada hace unos años por el portal de reservas hotels.com desveló que, en el caso de parejas y familias, las mujeres eran en un 68 por ciento quienes planificaban las vacaciones para todos

En los últimos años han proliferado asimismo las agencias de viajes exclusivamente para mujeres. Ana Blasco dirige Wom, agencia madrileña en la que diseña itinerarios a los que se van sumando viajeras hasta formar pequeños grupos. “Un componente del éxito de este tipo de agencias es el de la socialización. A las mujeres nos gusta compartir la experiencia del viaje con otras personas con las que sentimos afinidad. Pero, si no buscas pareja y no te apetece que te den la lata, los viajes single pueden llegar a ser un poco amenazantes. También es importante la seguridad que ofrecen. Te sientes protegida y en un plano de igualdad entre otras mujeres que pueden sentir los mismos miedos que tú”, señala.

Resulta paradigmático que las mujeres hayan ido ganando terreno en el Camino de Santiago a la par que la concienciación social por la igualdad de género y que justo superaran por primera vez a los hombres en la ruta jacobea en 2018, el año en el que explosionó el feminismo en España con las multitudinarias manifestaciones del 8-M. También que la pandemia, al tiempo que volvía a relegar a las mujeres en los ámbitos social y laboral, les haya robado protagonismo como peregrinas.

Ana Blasco apunta a la condición de cuidadora de la mujer para explicar por qué viajaron menos en 2020. Buena parte de sus clientas, destaca, están a cargo de hijos, personas mayores e incluso parejas. “A mí muchas viajeras me dijeron que no podían viajar para no poner en riesgo a sus padres”, afirma. Superada la pandemia, ¿volverán a ser más las peregrinas? Todos los indicadores pre-COVID señalan en esa dirección. “Viajan más las mujeres que los hombres y suponen hasta el 80% de la clientela en agencias convencionales. Las mujeres tienen menos prejuicios y cada vez se atreven más a viajar solas. El hecho de tener una conexión a internet les da seguridad”, recalca la fundadora de Wom.

07 mar 2021 / 01:00
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