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La tuna, un patrimonio que revive en el Sur pero muere en el Norte

De Madrid hacia abajo surgen cada año nuevas agrupaciones estudiantiles, pero aquí resisten muy pocas // Las ‘Cuarentunas’ son el último reducto de este estilo de música en Santiago

Santiago, territorio por excelencia de tunas universitarias, ve como la llama de esta tradición languidece poco a poco hasta casi su desaparición. Tras vivir su momento álgido en los años noventa, la llegada del siglo XXI supuso su particular crac, una caída producida por la falta de relevo generacional y el cambio de gustos de los estudiantes compostelanos. Por ello, en pleno 2021, tan sólo perdura una intacta, la de Derecho, pero en ella, la gran mayoría de sus músicos, ni siquiera forman parte de la USC.

La realidad es cruel, pero aún hay algunos valientes que se resisten a que se pierda del todo esta costumbre. Así, recordando tiempos mejores, antiguos tunos de Compostela se han unido para formar las llamadas Cuarentunas o Tunas de Veteranos, conjuntos de antiguos estudiantes que, ya con familia e hijos, siguen animando las calles con sus repertorios más clásicos. Estos artistas provienen de una década en la que se llegaron a juntar en la ciudad hasta seis agrupaciones de este tipo: la citada de la Facultad de Derecho, la de Medicina, la de Farmacia, la Compostelana, la de Distrito e incluso la recordada Tuniña Femenina.

Este presente tan desolador contrasta con el emergente crecimiento de estos grupos en la zona sur de la Península (de Madrid para abajo, como ellos mismos catalogan) e incluso en otros países, tanto europeos como Iberoamericanos. “El problema surge de Madrid hacia arriba, porque está costando mucho que haya relevo generacional, no se está renovando. En Sevilla, por ejemplo, hay dieciséis tunas activas, en Madrid entre ocho y diez y así en muchas otras ciudades andaluzas o del levante. Hay una gran vitalidad e incluso se fundaron en los últimos años más tunas femeninas que masculinas”, explica Sebastián, director musical de la Tuna de Derecho y ligada a ella desde 2005.

De este modo, actualmente tan sólo perduran los quince que conforman este grupo estudiantil, los más de veinte de la Tuna de Veteranos de Medicina, sobre la base de la extinta banda de la facultad; y los treinta y cuatro de los Troyanos de Compostela, un proyecto de la Asociación de Antiguos Tunos Compostelanos muy ligado a la Casa-Museo de la Troya y que tiene por objetivo investigar, divulgar y recuperar música del tiempo de la novela, aunque sin olvidarse “de otras piezas clásicas de la tuna y del repertorio popular de Santiago”, remarca su precursor, Benigno Amor.

Precisamente, estos últimos están llevando a cabo una labor fundamental para que no se pierda esta tradición y dar a conocer su historia. “La referencia más antigua que encontramos del origen de la Tuna en Santiago está en el año 1873. En ese momento, aparece como una iniciativa de los estudiantes para participar en las fiestas del carnaval, pero dado el éxito y a su cada vez mejor organización, se proyectan durante todo el curso y comienzan a viajar”, remarca el propio responsable de la institución.

Por ello, en una época en la que cruzar fronteras era realmente complicado, se convierten en embajadores culturales oficiosos de la USC y de la música gallega, documentándose un primer viaje a Porto y Coimbra en 1888.

Esta expansión internacional, que posteriormente llegó a otros países de Europa (Alemania, Holanda o Polonia), Iberoamérica (México, Argentina, Perú, Chile, Bolivia, Colombia o Puerto Rico) e incluso Asia (hay una en China, la Tuna de Cantón), unido a su gran pasado y a su importante papel para acercar la riqueza de otros folclores, a través de las relaciones personales entre continentes, lleva a la aparición de la iniciativa, que está en la mesa del Consejo de Rectores de Universidades de España (CRUE), para trasladar a la Unesco la petición de que se les considere como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.

En esa exportación de la tradición a otros lugares ha tenido mucho que ver el principal objetivo de estos grupos, el de organizar todos los años un gran viaje. Los fondos recaudados en las actuaciones, tradicionalmente, siempre los han empleado para poner los instrumentos a punto o pagar las carreras universitarias, pero también para conocer otras culturas y acercar sus melodías. “Gracias a la tuna he recorrido casi toda España y fui a México. Además, mis compañeros estuvieron en Puerto Rico, en las Torres Gemelas (un mes antes de su caída), en Miami o en Boston”, destaca Sebastián.

DESMONTANDO ESTEREOTIPOS. La existencia de las estudiantinas siempre estuvo ligada a una serie de estereotipos o prejuicios que, conociendo su historia, carecen de sentido. En primer lugar, se les ha tildado de franquistas, “pero somos muy anteriores a esa época”, como demuestran las investigaciones de la Casa de la Troya. También se le ha criticado su color político, por estar muy orientado hacia los partidos más conservadores, aunque, remarca Antonio Cuns, “aquí hay desde votantes de izquierdas hasta de derechas, somos como una familia cuyo nexo común es el amor por la música de tuna”. Y, por último, corre el rumor de que son machistas y que no cuentan con mujeres, pero esta afirmación queda desmentida con la realidad actual. “Al estar ligados a la Universidad, en un principio sólo había hombres, pero porque las mujeres no podían estudiar. Una vez se fueron abriendo puertas en la sociedad, comenzaron a aparecer las tunas femeniles y ahora mismo está en gran crecimiento en el sur de España y en otros países, donde hay muchísimas”, recuerda el director de los Veteranos de Medicina.

Por todo ello, entienden que estos falsos mitos quedaron por la falta de conocimiento, reforzando su compromiso de dar a conocer estas agrupaciones históricas.

POSIBLES RAZONES DE LA CAÍDA. A pesar de la coordinación nacional para exaltar a estas agrupaciones, fundamentada en la importancia que siguen teniendo en muchas ciudades, lo cierto es que en Compostela, por el momento, no hay atisbo para la esperanza. Por ello, los principales nombres ponen el foco en varias problemáticas.

En este sentido, apuntan como primera causa de la pérdida de novatos, y por consiguiente del relevo generacional, los cambios de gustos en los jóvenes, dadas las mayores oportunidades de ocio. En segundo lugar, la desaparición de estas en los actos de la Universidad y su cada vez menor presencia en la ciudad, lo que dificulta el conocimiento y la transmisión de la tradición. Y, por último, otro factor fundamental, si cabe el principal para ellos, la pérdida de las rondallas escolares, su cantera clásica y típica.

EL VALOR DE LAS RONDALLAS. Durante muchos años, las tunas compostelanas contaban con una prolífica cantera de la que no paraban de salir amantes de la música estudiantil. “En ellas, muchos de nosotros, aprendemos a tocar instrumentos de cuerda, como guitarra, laúd, bandurria, mandolina, o el acordeón; y de percusión, con panderetas”, recuerda Benigno Amor.

En este aspecto, las de La Salle y Peleteiro eran las más destacadas, como demuestra que muchos de los cuarentunos se iniciaron en ellas. Con todo, si hay una persona que se liga a las rondallas, ese es Alfredo, más conocido como Firuco, quien durante casi cuarenta años encabezó la del Colegio de La Milagrosa. “De aquí salieron muchos niños que de mayores integraron tunas universitarias. Recuerdo que ensayábamos cuando podíamos, en los recreos, antes o después del comedor... era una alternativa de ocio”, confiesa el citado responsable.

Ahora, ya jubilado, es su hijo quien también ha heredado su sobrenombre, el que mantiene su legado a través de una actividad extraescolar. “Desde hace catorce años, la rondalla y el coro se unieron, adaptando la formación a los tiempos. Ambos actúan juntos en las celebraciones litúrgicas de la escuela y la Catedral”, señala, apuntando además la repercusión negativa que tuvo la covid-19, ya que pararon de ensayar y eso implicó una reducción de los integrantes a la mitad (antes había unos cincuenta).

A pesar del vacío existente en la transmisión de este patrimonio en las escuelas, los pocos que mantienen el interés en este centro, apunta su director, continúan los estudios musicales. “Cuando acaban en el coro y la rondalla, algunas niñas siguen cantando en la Escolanía de la Catedral y otros alumnos se matriculan en el conservatorio o en escuelas de música”, declara.

Estos pequeños amantes de los instrumentos de cuerda son la esperanza para que en un futuro, al llegar a los grados superiores, se junten y hagan crecer, de nuevo, las tunas. “Igual que una rondalla se puede formar una pequeña tuna y de ahí, a medida que se vaya juntando alguna más, se vuelva a despertar ese interés en algunos universitarios. Ojalá fuese así”, ansía Antonio Cuns, máximo exponente de la Cuarentuna de Medicina.

tuna de derecho
La única que consiguió resistir a la gran crisis

··· A diferencia de los demás, esta consiguió superar la crisis y mantenerse en activo. En este sentido, Sebastián, su director musical, junto a otro compañero, le dieron un primer relevo generacional en 2007, y en 2011 hubo otro. Entre esos novatos y los que se quedaron descolgados de otras tunas, siguieron como grupo. Ahora, siguen ensayando y tocando en el Obradoiro por las noches, buscando captar nuevos interesados para enseñarles el repertorio. Este año, por ejemplo, tienen un nuevo alumno de la facultad de Filosofía y Letras de Sevilla que está de Sicue.

tuna de veteranos de medicina
Recuperando viejas tradiciones

··· Pese a desaparecer como agrupación a finales de los noventa, el grupo de tunos de la facultad de Medicina mantuvo su amistad a través de una cena de Navidad que realizaban todos los años, a veces con más éxito y otras menos, pero siempre como una celebración en la que se juntaban y volvían a cantar. Poco a poco, les fue volviendo a picar el gusanillo y así se encontraron en 2015 con Benigno Amor, quien les convenció para formar una Cuarentuna. En la actualidad, superan los veinte integrantes y participan en festivales para este tipo de bandas.

troyanos de compostela
Divulgadores de la cultura estudiantil

··· Compuesta por 34 miembros, la mayoría de ellos procedentes de la Tuna Compostelana de finales de los 70 y comienzos de los 80, los Troyanos de Compostela llevan a cabo su actividad muy ligados a la Casa-Museo de la Troya, cuyo objetivo es el de investigar, divulgar y recuperar música del tiempo de la novela, de la tuna y del repertorio popular. Entre su banda sonora, la cual llevan allá donde actúan, destacan piezas de novela, como Os teus ollos o Unha noite na eira do trigo; de Tuna, con Fonseca; y Cantigas y Agarimos de Santiago, con Foliada do rueiro.

19 nov 2021 / 23:27
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