Laureles, carballos y celosías con hierba para un parquin provisional

La propuesta para realizar un parquin provisional junto al Hospital Clínico de Santiago quedará finalmente en nada. Los propietarios habían puesto a disposición de las administraciones su parcela de 8.000 metros cuadrados para construir un estacionamiento que aliviase la gran deficiencia del recinto hospitalario, pero se ven prácticamente obligados a abandonar su idea dados los cuantiosos requisitos que les exige Raxoi para poder abrir la finca a los coches, un terreno clasificado como suelo urbanizable no delimitado sin desarrollo, donde se permiten actuaciones provisionales.

“Es una tomadura de pelo. Estamos evaluando los criterios exigidos con un arquitecto, pero consideramos que nos piden unas condiciones inasumibles, más teniendo en cuenta el estado del parquin público que hay aquí al lado”, apuntó uno de los representantes de la familia Álvarez Blanco, dueña de los citados terrenos. En este sentido, el documento remitido por el departamento municipal de urbanismo, en respuesta a la petición de información para la licencia, especifica que la construcción debe utilizar tanto elementos vegetales como pavimentación que favorezcan “la integración del espacio de aparcamiento al entorno y, en mayor medida, desde el espacio del itinerario del Camino de Santiago, evitando la aparición de grandes masas de vehículos aparcados que generen un impacto visual negativo”. Además, se exige un compromiso de cese y derrumbe cuando así lo estime el ente municipal.

UN DISEÑO DE LO MÁS CUIDADO PARA UNA OBRA PROVISIONAL. En base a las peticiones de Raxoi para la finca pegada al Clínico, se pretende una integración paisajística de lo más cuidada, con la justificación de su ubicación junto al hospital y al Camino de Santiago. Hay aspectos que llaman la atención en dichos requerimientos, como la obligación de poner laurel para el cierre, y más teniendo en cuenta que se trata de una obra provisional.

Atendiendo al citado objetivo, entre las actuaciones que se deberían llevar a cabo estaría la conservación de los árboles existentes, lo cual no plantearía problema alguno para los propietarios. Sin embargo, a mayores, y aquí comienzan sus dudas, se pide la plantación de nuevos robles “en espacios creados entre plaza y plaza”. Asimismo, se especifica, “serán numerosos y aleatorios, huyendo de la aparición de filas geométricamente regulares”.

Este conjunto estaría en zonas de parterre rectangulares a diferentes “alturas” para evitar “la formación de filas”. En esta idea, se demanda que las plazas para vehículos estén agrupadas entre dieciséis y veintiséis huecos, con arbolado separatorio cada dos o tres lugares, “a fin de no crear bolsas de vehículos demasiado grandes o masificadas” siguiendo, por lo tanto, un estilo como el de Belvís.

En cuanto al piso, aunque las calles de circulación podrían hacerse con zahorra de color (en tonos ocres), los estacionamientos tendrían que ser de pavimento filtrante de hormigón en celosía, el cual permite el crecimiento de especies vegetales, a similitud del que está colocado en el parquin de Pontepedriña, bajo las vías del tren. De este modo, con ese máximo control de los tonos del suelo, aprecian los técnicos, se busca que “el conjunto se perciba como un ámbito donde conviven la tierra y la vegetación, asemejándose a un entorno natural”.

Para rematar con las exigencias, en los lindes pretenden la creación de un borde perimetral verde, “con plantación exclusivamente de laurel, que recoge los linderos de la parcela y protege de las vistas directas a los vehículos, plantados orgánicamente sin seguir estrictas líneas rectas e intercalando mayor densidad para formar volúmenes arbustivos”.

Por lo tanto, entienden los implicados, se pretende prácticamente la construcción de un bosque para una actuación cuya función es simplemente la de generar una solución provisional a un problema que afecta a los compostelanos. Ante la sorpresa por tales peticiones, decidirán qué hacer a finales de este mes, aunque creen que abandonarán su propuesta ante la dificultad y el alto precio que les piden para ejecutar la obra.