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Los bienios santos compostelanos

Sosegada, pacientemente, sus pesados pasos se dirigen sin prisa hacia la puerta, después de muchas jornadas de pausado peregrinar. Me refiero a este 2022 que vivimos. Camina hacia su meta para cerrar a final de diciembre el año santo. Bienio, en realidad, ya que la misericordia del papa Francisco, una vez más, nos mostró su rostro sonriente en forma de prórroga y disfrutamos de dos años de jubileo jacobeo. No es el primera vez que sucede, como es sabido. En dos ocasiones anteriores concurrieron 730 días jubilares seguidos: en 1885-1886 y en 1937-1938.

El primero de esos bienios no fue fruto de una prórroga: en realidad el año santo caía en 1886. El anterior, 1885, fue año santo extraordinario para celebrar el redescubrimiento de las reliquias del Apóstol Santiago y sus dos discípulos Atanasio y Teodoro, lo que había tenido lugar el 28 de enero de 1879, sobre las diez de la noche, tras meses de excavaciones más o menos veladas, tras meses de rumores más o menos acertados en la prensa de la época. El arzobispo Payá y Rico había mandado abrir un expediente canónico para certificar la autenticidad de los huesos santos, concluido con un decreto diocesano validándolos y autorizando su culto, para a continuación elevarlo a la Sede Apostólica y solicitar su confirmación papal. Esta confirmación llegó en la bula Deus Onmipotens de 1884, que aprobó el referido jubileo extraordinario.

Técnicamente no fue un bienio, sino dos años santos, uno a continuación del otro, porque el 31 de diciembre de 1885 se cerró la Puerta Santa en ceremonia para volver a abrirla inmediatamente e inaugurar el siguiente [La Gaceta de Galicia (26-12-1885)]. Durante todo este período celebraciones y conmemoraciones especiales se acumularon. Dos curiosidades destaco. La primera fue la creación de un cuerpo distinguido de Guardias del Apóstol: 24 caballeros miembros de la Juventud Católica de la ciudad para custodia del sepulcro del Hijo del Trueno [La Voz de Galicia (28-05-1885)], aunque no estoy seguro de que se llevase a efecto, pero se llegó a diseñar con todo detalle y encargar la vestimenta. La segunda fue la procesión de los sagrados restos por las calles de la Jerusalén de Occidente el 25 de julio de 1886 (única vez en la historia) hasta depositarlas en la caja de cedro introducida dentro de la urna de plata que quedó colocada en la actual cripta [La Gaceta de Galicia (27-07-1886)].

El segundo de los bienios sí fue un bienio. La Guerra Civil dificultaba notoriamente las peregrinaciones y visitas a la tumba apostólica. Por ello el arzobispo Muniz Pablos, movido por insistentes peticiones del Ayuntamiento de Santiago y la Archicofradía del Apóstol y sugerencias del cardenal primado Gomá y Tomás, envió a Roma la solicitud de una prolongación jubilar. Esta fue respondida con un rescripto aprobado el 18 de diciembre de 1937, cuya noticia llegó al palacio episcopal dos días después en un telegrama [El Compostelano (21-12-1937)]. En atención a “los jóvenes de Acción Católica de toda España” que pelean en la contienda, “los que todavía se encuentran en regiones no liberadas”, “los muchos soldados” y “todos los demás fieles, a causa del difícil acceso en estos momentos”, Pío XI decidió esta concesión. La verdad es que desde el bando franquista se anhelaba de manera no muy secreta una victoria completa en 1938, “cuando, al terminarse la guerra que, Dios mediante, será muy pronto, acuda a nuestra Basílica el Ejército victorioso y toda la España liberada” [El Eco de Santiago (22-12-1937)], y, en ese contexto, el año santo extendido sería el colofón de una lucha interpretada como “cruzada”.

En términos puramente cuantitativos el segundo año poco aportó al primero. Si damos por buenas las cifras de El Compostelano, 133048 peregrinos arribaron a la Catedral en 1937 (entre los que destacaron 24680 niños llegados el Día del Catecismo, el 7 de julio), mientras que el número bajó a solo 7884 en 1938, “principalmente por la falta grande de transportes” [El Compostelano (31-12-1938)], si bien en éste sí hubo peregrinaciones internacionales (de Argentina y de Francia), al contrario que en el anterior. Se restableció la Ofrenda Nacional de mil escudos de oro en julio de 1937, aunque Franco no pudo estar presente ese año (la realizó el general Dávila en su nombre) ni en el siguiente (su ministro de Interior lo representó). Fue el 5 de diciembre de 1938 cuando vino a ganar el jubileo finalmente.

Con este 2021-2022 ya son tres los bienios santos, doble tiempo de gracia y perdonanza, oportunidad para la reflexión, para allegarse a los pies del Apóstol, momentos de paz y serenidad en el peregrinar de nuestros días.

14 nov 2022 / 01:00
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