Lugares literarios, Lisboa
algunos AFICIONADOS a la literatura no se conforman con la lectura de los autores que más aprecian y quieren conocer sus vidas y los lugares en los que vivieron y trabajaron. Surge así entre estas personas un interés por visitar casas, museos y ciudades, llevados por un interés principalmente literario. Evidentemente ciertas ciudades reúnen muchos atractivos de esta naturaleza; pensemos en París o Nueva York, por ejemplo. Pero no es necesario que se trate de una gran ciudad: aquí en Galicia tenemos lugares literarios más íntimos como Rianxo o Mondoñedo y pensemos en los viajeros de todo el mundo que se sumergen en los páramos de Yorkshire en busca de la casa y los paisajes de las hermanas Brontë.
HAY INCLUSO UN REFINAMIENTO de esta afición que va más allá de la búsqueda del autor y se extiende a la de sus personajes. Buscamos a un ente de ficción que, por las razones que sean, nos ha conmovido o ha logrado mostrarnos algo que valoramos especialmente. Pensemos en el famoso Bloomsday que se celebra todos los años en Dublin el 16 de Junio en recuerdo y homenaje a James Joyce, expresado a través de Leopold Bloom y otros personajes de su famoso Ulises, cuya acción se desarrolla precisamente el 16 de Junio de 1904.
Es verdad que esta fiesta de Dublín tiene muchos elementos turísticos y seguramente participa en ella mucha gente que no ha leído la novela, pero el fenómeno del que hablamos también se da a un nivel estrictamente individual y en otras latitudes.
PARA MÍ, UNA DE LAS CIUDADES LITERARIAS por antonomasia es Lisboa y lo es por varios motivos. De entrada, porque tenemos un par de grandes autores que llaman poderosamente nuestra atención, Pessoa y Eça de Queirós.
Seguramente, para la mayoría la referencia será Pessoa, porque en los últimos años se ha hablado y escrito mucho de él. Pero yo creo que Eça es el lisboeta perfecto y que tiene, además, la ventaja de que la mayoría de sus novelas se desarrollan en lo que hoy consideraríamos el centro histórico de la ciudad. Pienso también que debe haber más gente que lo cree así, porque veo que no dejan de publicarse obras sobre la Lisboa del tiempo de Eça de Queirós: las calles, los edificios, los teatros, cafés y restaurantes, las iglesias y parques. Todo ello con citas y pasajes de las novelas, de forma que el paseante pueda cómodamente visualizar el marco y el momento de la acción. Claro que ha habido muchos cambios en este siglo y medio, pero todavía es posible hacerse una idea razonable de aquella Lisboa de finales del XIX.
UNO DE MIS PASEOS FAVORITOS es seguir el recorrido de Luisa, la protagonista de O primo Basilio, que sale de casa para reunirse con su amante con tan mala suerte que se tropieza con un pelmazo amigo de la familia, el famoso Conselheiro Acácio, que se empeña en acompañarla. Y así, mientras la ciudad va desfilando ante nosotros, la pobre Luisa es incapaz de desprenderse de aquel sujeto tan pedante, orgulloso de dar el brazo a una mujer joven y hermosa. Para cuando lo logra, ya ha pasado el tiempo de la cita y el día está arruinado. A veces, aquí, en Santiago, leo esas páginas y recreo mentalmente esa ciudad tan hermosa que me ha deparado muy buenos momentos. Y, puestos a hablar de estos asuntos colaterales de las novelas, les diré que Don Miguel de Unamuno se sintió particularmente turbado al leer cierto pasaje de O primo Basilio y que el propio padre de Eça le reprochó haberlo incluido en la obra. También que el lamentable Acácio ha generado en portugués el término acaciano para aludir a alguien pretencioso y ridículo.
¿QUÉ PENSAR DE TODAS ESTAS COSAS? Si ya la pasión por las letras les parece chocante a muchos, con más razón este interés por los personajes puede parecer un tanto lunático. Claro que, en general, estas actividades suelen surgir solo con autores y obras particularmente apreciados.
Lo curioso es que los visitantes de una ciudad suelen ver cosas muy distintas aunque se muevan por los mismos lugares. Cada viajero lleva su mundo incorporado, tiene intereses diferentes y responde a estímulos distintos. Nada nuevo bajo el sol, aunque en estos días lluviosos de otoño siento punzante la saudade lisboeta...