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Más de una falacia en episodios de las estatuas de Meirás

    DESDE que se ha hecho pública la apropiación indebida por los dueños de Meirás de las estatuas del Maestro Mateo desencadenando acciones judiciales e investigaciones profundas sobre el enmascaramiento de lo que podemos llamar un expolio del patrimonio artístico nacional y público, analizando las comunicaciones y cartas cruzadas entre las autoridades municipales, propietarios de las piezas y funcionarios del área patrimonial desde 1947, cabe destacar en todas ellas y aún en el día de hoy en conferencias, informes y publicaciones periodísticas cuando se menciona a los dueños del Pazo de Ximonde se les denomina condes de Ximonde.

    Quiero aclarar ese error de información que se remonta a inicios del siglo XX y que queda muy en evidencia durante las tratativas y consultas relacionadas con las esculturas que efectivamente se encontraban en la propiedad condal desde el siglo XVIII como resultado de su remoción para la reforma de la fachada catedralicia.

    Haciendo un poco de historia la primitiva torre de Ximonde con varias propiedades y huertas ya en 1544 se encontraban en manos de la hermana de Don Pedro Gil Falcón obispo titular de Trípoli en 1533 y canónigo de la catedral de Santiago por nombramiento del papa Julio II.

    Hacia 1568 ya encontramos como señores de la jurisdicción de Ximonde al licenciado don Andrés de Cisneros, abogado y residente en Santiago casado con doña María González Falcón propietaria y señora titular en su calidad de sobrina y heredera de tan importante eclesiástico.

    Don Andrés era hijo del doctor González de Cisneros pariente del Cardenal Francisco Jiménez de Cisneros y jefe de la casa del cardenal y arzobispo Pardo de Tavera cuando después de presidir el Consejo de Castilla se hace cargo de la sede compostelana.

    Desde esa época los Cisneros de Ximonde entroncan con hidalgas famílias gallegas ampliando sus propiedades y ejerciendo cargos como regidores perpetuos de Santiago, familiares del Santo Oficio, junto con otras prebendas honores y privilegios.

    Todo esto hasta que el 14 de enero de 1766 el rey Carlos III concede a Don Juan Antonio Cisneros de Castro el titulo de Conde de Ximonde con el vizcondado previo de Soar. A este le sucede Don Pedro María, II conde, hombre ilustrado y de gran actuación política en el Reino de Galicia. Mecenas y amante de las artes.

    Sigue como última titular doña Jacoba Cisneros Puga que se adhiere intensamente a la causa carlista al punto que cuenta la tradición que idea la boina roja como distintivo de ese movimiento. Fallece en 1860 viuda y sin hijos y con algún problema de salud mental que provocó un pleito en la Real Audiencia.

    Tuvo el final de la vida de doña Jacoba algunos toques novelescos. Dícese que un mayordomo la tenía semisecuestrada y que le daba bebedizos en la casa que tenía en el Preguntoiro y que su pariente Puga de Merens la habría liberado. Curiosamente años más tarde también un mayordomo residente en el pazo enviaba frutos, presentes y lampreas del coto de Ximonde a unas señoritas de Santiago que pasaban los veranos en su finca llamada El Penedo, también en Sarandón, muy cerca del pazo. Según ellas era para aliviar la conciencia por haber participado en algún fraude y desaparición de documentos que las afectaba en benefícios sucesorios que les corresponderían a raíz de la muerte de doña Jacoba. Sería el mismo mayordomo del supuesto rescate del Preguntoiro? Eso nunca lo sabremos, pero el asunto da para una novela de la Pardo Bazán.

    Lo cierto es que la última condesa testó en favor de su primo segundo don Manuel María Puga Feijoo y en sus primos Puga de Merens. Y el título quedó vacante hasta que en 1872 don Santiago de Angulo ministro de Hacienda del rey Amadeo de Saboya en 15 de enero remite un escrito al Ministro de Gracia y Justicia en el que de acuerdo a lo propuesto por la Dirección General de Contribuciones solicita la supresión de esa dignidad en virtud del Real Decreto de 21/12/1846 ya que nadie había obtenido declaración a favor.

    De aquí saltamos al siglo XX. En 1947 en que comienzan las negociaciones para que el Ayuntamiento de Santiago con Joaquín Sarmiento a la cabeza (primo del propietario del pazo) comprara las estatuas guardadas en Ximonde. En toda la correspondencia de la época los propietarios del pazo son denominados como condes de Ximonde y en las sucesivas consultas, contratos, cartas y misivas utilizaron el título condal sin poseerlo legalmente. Es muy relevante y curiosa una consulta dirigida a don Manuel Chamoso Lamas comisario creo de la Primera Zona de Patrimonio en que la propietaria de las estatuas firma directamente: María Carrasco. Condesa de Ximonde.

    Ni don Santiago Puga Sarmiento, ni su padre ni antepasado alguno llevó el título de Conde de Ximonde. Y esa falácias aún aparecen en los días de hoy tanto en periódicos, conferencias, artículos periodísticos e historiadores que con toda buena fe se refieren a los vendedores de las estatuas como condes.

    Me permito reflexionar que si para el común de las gentes en Sarandón y esa zona del Ulla los propietarios del pazo siguieran llamándolos condes ellos podrían haber aceptado como una cortesía, un mote respetuoso y no dejarse llevar al punto que en correspondencias y documentos firmaran usando una dignidad que no poseían legalmente. Y no precisaban puesto que a Puga Sarmiento no le faltaban cuarteles de hidalguía. Seguramente cosas y usos del régimen.

    Más tarde en 1975 se intentó una rehabilitación sin resultado alguno y en 1984 don Santiago Puga Carrasco y una señora Natalia Maroto de Mesa compitieron en una reclamación también sin resultados para ninguno. Nadie obtuvo declaración a favor.

    Pienso que hubiera sido muy moralizador que los vendedores que se desprendieron de esas obras de arte con la aparente condición de que quedaran en el ámbito patrimonial público al enterarse de que se encontraban ornamentando la casa del Caudillo hubieran tenido la nobleza de reclamar aquello que era de Compostela y había sido enajenado para satisfacer los caprichos del jefe del Estado y de su insaciable esposa. Pero enfrentar la ira de aquella señora de collar de perlas de 3 vueltas hubiera sido aplastante.

    Y finalmente me pregunto si los actuales herederos de aquellos que vendieron podrían colaborar con su voz apoyando la vuelta de Abraham e Isaac a su ámbito natural y de derecho: el patrimonio artístico e histórico de nuestra amada Compostela.

    Así, tal vez el jaquelado de gules y oro de los Cisneros de Ximonde volvería a brillar como antaño.

    10 nov 2020 / 00:00
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