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Mercaderes de votos

    Cada vez que se celebran unas elecciones, para dar carta de probidad oficial a un nuevo gobierno, me da un ligero repelús, quizás, por la casual circunstancia de que no tengo demasiada fe en los políticos, ni en el tipo de democracia que practican. Antes de continuar, para que no se enfaden los puritanos de costumbre, quisiera introducir algún distingo y dejar explicitado que no todos los políticos son indignos, aunque hay bastantes, ni todas las democracias son la purga de Benito, como se puede demostrar, cuando aquéllos la toman de la mano, para hacer de ella un simulacro.

    Mas volvamos nuestras mientes a la escena electoral, donde gran parte de la obra es la parodia y observemos con ánimo de críticos cómo actúan algunos en el reparto de papeles, sobre todo, los que acuden al teatro, con las armas del poder utilizado para influir en la rutina del votante que se deja sorprender. Veamos algunos ejemplos. Cambiar la oportunidad de las fechas, no respetar la situación de la pandemia, movilizar los poderes judiciales para socavar la conducta de otros partidos, con la celebración de juicios coincidentes en el tiempo y a la carta, encender velas al diablo de la abstención para provocar la ausencia de los cabreados e inseguros, mantener en su puesto a un ministro después de presentar su candidatura a presidente de una comunidad, aventar los pecados del contrario, encubriendo los propios, no menos graves y numerosos, de su partido. Un resumen de las lindezas, y zorrerías utilizadas para materializar el ventajismo del poder, llevando el agua a su molino, a pesar de la tan cacareada doctrina de igualdad de que presumen (ministerio incluido). Son las cosas del poder, mal llamado democracia.

    Mas no importa. Ellos siguen la partida, dando al juego lo que es suyo, aunque sea juego sucio, consumado con los pactos posteriores al dictado de las urnas, al unirse con partidos no queridos por el propio electorado, descartando ideologías y cambiando pretendidos resultados. No parece muy decente que un señor que votó por las derechas finalice apoyando, sin querer, a las izquierdas y viceversa, por efecto de los más oscuros trapicheos. Este es el destino del mercado de los votos. Como era de esperar, transcurrida la jornada, ganaron los de siempre que, por ser insuficientes necesitan entregarse al conchabeo y a la feria, aunque hay quienes llaman a esto democracia. Y lo es, que no lo niego, pero fea y arrugada. Y aun nos falta lo más grave: la mentira. Ni les crece la nariz, como a Pinocho, ni se les pone la mejilla colorada. Para ver cómo nos mienten, basta observar la gestión del actual gobierno. Cómo nació de la mentira y sigue practicándola con descaro. Unos verdaderos mercaderes de votos.

    01 mar 2021 / 01:00
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