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ENTREVISTA
Laura Agrelo. Directora de la Clínica Capilar Laura Agrelo

“Mi gran deseo... que cuando eche la vista atrás piense que la vida ha merecido la pena”

Laura Agrelo, soñadora, entusiasta y constante, fue “una niña muy feliz”, educada en valores que le inculcaron desde muy pequeña. Esas raíces, reconoce, “me han ayudado el resto de mi vida”.

Me gustaría que nos contara cómo fue su infancia.

Transcurre entre Madrid y Viveiro (Lugo), creo que tuve una infancia feliz dentro de los avatares de la vida. Y digo ‘creo’ porque siempre tenía sueños y una sonrisa que regalar (muchos se hicieron realidad y otros se desvanecieron).

Mi infancia la marca definitivamente el fallecimiento de mi padre en un accidente de tráfico cuando tenía 42 años. Sus cenizas descansan por deseo expreso en el faro de Estaca de Bares (Mañón), hecho que por cumplir marcará un antes y un después en mi vida. Tenía 15 años y arrojar sus restos entre el Cantábrico y el Atlántico nublaron mi entendimiento.

Hasta entonces fui una niña feliz, muy querida por toda mi familia y en especial por mi madre, que siempre ejerció los dos papeles y a la que debo todo lo que soy hoy. Pero la pena se apoderó de mí poco después y lidié con una adolescencia compleja.

Fui la hija primogénita y, sobre todo, nieta. Me cuidaron y protegieron de prácticamente todo mis abuelos maternos, en especial mi abuela, un ser de luz que la vida me regaló de la que aprendí todo lo que pude hasta que también el cielo se la llevó a una edad aún temprana.

¿Qué queda de aquella niña?

Mis ganas por la vida, por arrancar sonrisas en el sufrimiento, por cumplir sueños imposibles, por hacer realidad lo imposible. La fuerza, la inocencia, las ganas de superación y creer que existe un mundo que no vemos, pero que está ahí, más importante que lo visible. Cuando conectas con otro ser humano y le escuchas, y le entiendes, se crea una empatía que traspasa los muros de esta indiferencia que vivimos a diario. Cuando alguien me sonríe siento que le he tocado el corazón, para mí no existe mayor sentimiento que ese. Aquella niña necesitó mucho de esos momentos y pocas veces los encontró. Hoy, intento generar en aquel que tengo enfrente al menos ese sentimiento de no sentirnos solos. Y si mi presencia le agrada o le reconforta por un instante, habrá merecido la pena.

¿Por qué quiso dedicarse al bienestar físico y psicológico que produce el cuidado capilar?

Estudié la carrera de Derecho hasta 4º curso cuando me surgió la oportunidad de trabajar con mi madre en una ocasión única de formarme en las patologías capilares. Es un negocio familiar muy bueno basado en la medicina y en la exclusividad de tratamientos médicos que ayudan a controlar una caída capilar.

No lo dudé, dejé las leyes y me sumergí de lleno en la tricología, me formé cuánto pude realizando diversos cursos superiores capilares, rodeándome de los mejores dermatólogos de nuestro país. Hay que tener algo más que psicología cuando te enfrentas cada día a un adolescente que está perdiendo el pelo. Y regresa a mí aquella empatía de la infancia, ayudarle y, sobre todo, solventarle su problema.

¿Qué nos diferencia de los madrileños? Usted empezó en Madrid, si no me equivoco.

En Madrid llevamos 30 años habiendo sido los pioneros en los tratamientos médico-capilares, y en Santiago sumamos ya también 20 años. La oferta de los madrileños es amplísima por la nueva moda en todo lo referente a capilar, pero en Galicia somos la única clínica que se dedica desde hace tantos años a los tratamientos capilares en clínica y nuestra mayor referencia es el boca a boca. Cuando un paciente recomienda nuestros servicios, esa es nuestra mayor satisfacción. El paciente gallego es fiel desde el principio hasta el final, y muy agradecido.

¿Cuál es su mayor deseo?

A día de hoy, que surja una vacuna que nos libre de esta pandemia mundial y que todo vuelva a la normalidad. Nos gustaría expandir nuestros conocimientos en más poblaciones y llegar a mucha más gente. Pero realmente mi mayor deseo es que cuando eche la vista atrás piense que la vida ha merecido la pena.

¿Y su mayor miedo?

La indiferencia. No me gustan las injusticias, la falta de oportunidades, la pobreza infantil –durante años colaboramos con Aldeas Infantiles para poner nuestro granito de arena– y también la poca visibilidad de las personas con problemas mentales. La Fundación Why Not es ahora con quien colaboramos .Y a nivel personal, con la Fundación Vicente Ferrer.

En estos momentos de pandemia, ¿la gente sigue pensando en el cuidado capilar o han notado un bajón?

Estamos más llenos que nunca. En la clínica guardamos todas las medidas de seguridad, a las que pudimos adaptarnos rápidamente. El cuidado capilar en muchas ocasiones más que una preocupación estética se trata de ayudar a cubrir una patología.

¿Qué le gusta hacer en su tiempo libre y con quién le gusta compartirlo?

Me gusta bailar, escribir, reír, compartir con mis pilares vitales, que son mi hija, mi marido, mi madre y mi hermana. Pero, en general, con toda mi familia materna (que sumamos casi treinta personas) es cuando más feliz soy y también con mi familia política, otro regalo de la vida que me llegó de la mano de mi marido. Todos gallegos de Sarria (Lugo) y de Padrón (A Coruña). Realmente con la persona que más tiempo comparto desde hace once años es con mi compañero de vida, mi marido, esa persona que ha estado conmigo en lo bueno y en lo malo, padre de mi hija, amigo y también confesor.

¿Y cómo se conocieron, Laura?

Un 10 de mayo de 2010 y nunca más volvimos a separarnos. Al año siguiente nos casamos en la Isla de la Toja, y emprendimos una vida en común. No imagino ya mi día a día sin él siendo, además, el artífice del hecho que me colmó de felicidad, ser madre y tener a mi hija, Laura Luna, que es lo más grande que la vida me regaló.

Momentos

1. Un ‘look’: Elegante.

2. Un libro: ‘Semillas en palabras’, donde publico relatos autobiográficos en colaboración con la Fundación Infancia.

3. Una película: Tengo muchas, pero si he de decidirme por una, sería ‘La vida es bella’ o ‘Cadena perpetua’ o ‘El club de los poetas muertos’, aunque en mi fuero interno siempre sería ‘Pretty woman’.

4. Un recuerdo inolvidable: Cuando me dieron la Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo, fue muy emocionante para mí a nivel profesional. Pero, sin duda, el momento personal más intenso y feliz es cuando vi por primera vez la carita de mi hija recién nacida, nada puede superar eso.

5. Una persona: Mi hija, motor vital de toda mi vida.

6. Momento preferido del día: La noche, entrada la madrugada.

16 sep 2020 / 00:00
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