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Misión imposible: subir a un bus si tienes problemas de movilidad

Algunos vehículos con rampa mecánica la tienen averiada desde hace tiempo y los manuales obligan a la persona en silla de ruedas a llevar acompañante

Mientras se trabaja para la integración total de las personas con movilidad reducida en todos los ámbitos de la vida, en Santiago se siguen produciendo problemas de este tipo en servicios básicos para la ciudadanía. Este es el caso de los autobuses urbanos, los cuales presentan deficiencias palpables en este sentido, pero no solo eso, sino que la ordenanza municipal que los rige no sigue la premisa de favorecer su autonomía.

En este sentido, un buen número de autocares con los elevadores automáticos, los que se estipulan en el Real Decreto 1544/2007 (por el que se regulan las condiciones básicas de accesibilidad y no discriminación para el acceso y utilización de los modos de transporte para personas con discapacidad), tienen averías continuas y prolongadas, quedando sin utilidad y, por lo tanto, sin posibilidad para que sean empleadas por aquellos que las precisan.

Por su parte, los que ni tan siquiera cuentan con esta herramienta tan necesaria emplean unas rampas manuales que obligan a la persona a llevar un acompañante, lo que, sin duda, va en contra de su plena autonomía. “Os usuarios que queiran acceder ao autobús en cadeiras de rodas poderán facelo pola porta central do vehículo, sempre que este estea provisto de rampla de acceso. No caso dos vehículos dotados con rampla de acceso manual será o acompañante (con libre acceso) o que deba abrila e gardala, seguindo as indicacións do conductor”, cita el reglamento local.

Esta situación la sufre María José P.G., usuaria que emplea diariamente este medio de transporte a través de la Línea 6 o 6A, desde la estación de tren hasta el barrio de San Lázaro, para acudir a su cita con el fisioterapeuta. “Tengo una independencia en mi vida diaria y no puedo contratar a una persona para que me ayude a entrar en el autobús urbano. Además, ni siquiera llevando acompañante me garantiza que lo necesite, puesto que, si el bus tiene rampa automática y no funciona, él solo no podría cargarme”, reclama la afectada. Cabe citar que en el parque de urbanos de Compostela un 90 % de los vehículos disponen de rampa, de las cuales el 45 % son automáticas, mientras que el 55 % son manuales. Por lo tanto, un porcentaje muy elevado presenta inconvenientes para personas con movilidad reducida.

Las deficiencias no se quedan en este punto, puesto que en aquellos buses en los que funcionan también existen otras dificultades, como el estado de las paradas. De este modo, apunta, la rampa necesita posarse en la acera, ya que sino queda una pendiente imposible de salvar para la potencia de la máquina. Sin embargo, ya sea por los coches mal aparcados o por el mal diseño de los estacionamientos, en algunos casos no hay forma de que el conductor pueda acercarse lo suficiente al bordillo. Todo ello provoca la indignación de esta pasajera, quien todavía no entiende cómo a día de hoy se siguen produciendo problemas de este tipo. “No puedo entender que una ordenanza esté en contrario que la ley, porque todos tenemos el mismo derecho a usar el transporte público”, demanda. Por ello, ya ha puesto en constancia del Concello su reclamación, esperando que se pueda solucionar lo antes posible.

En todo caso, tal y como se apunta desde la sede municipal, será con el nuevo pliego cuando se salven estas carencias, puesto que deberán cumplir con las especificaciones del Real Decreto.

La buena voluntad de los compostelanos resulta necesaria mientras no se aplique el nuevo pliego
Cuando se adquieran los nuevos autocares se eliminarán estas barreras en la flota

Santiago. Ante las dificultades citadas para el empleo de los autobuses urbanos, María José P.G., así como cualquier persona con movilidad reducida, precisa de la buena voluntad de los compostelanos para salvar las barreras que se le imponen. Así, por ejemplo, si se encuentra con una rampa manual, debe buscar voluntarios para que la activen y la desactiven, tanto para entrar como para salir.

Asimismo, cita, ya se ha vivido casos de que la pendiente sea automática y que esté estropeada, momentos en los que precisa todavía más de la gente que se encuentre en ese momento en la parada, puesto que su silla de ruedas pesa unos cien kilogramos. “Una vez me tuvieron que subir entre cuatro turistas, porque si no era imposible”, señala.

Para solucionarlo, entiende, la empresa podría contar con una persona para este tipo de necesidades, la cual tendría que ser avisada con un día de antelación para que se presente en la parada en la resulte indispensable.

En todo caso, desde Raxoi se considera que todo quedará solucionado cuando llegue el esperado nuevo pliego, el cual se ha retrasado a consecuencia de las nuevas normativas para el transporte público, con la necesidad de contratar un mayor porcentaje de vehículos de cero emisiones. En esta línea, todos los autobuses que se adquieran tendrán la rampa automática y, aparentemente, funcionarán sin problemas.

Con todo, hasta que lleguen los autocares, la afectada espera que se busquen soluciones intermedias como la que cita.

A mayores, también considera primordial aumentar el espacio destinado a personas con problemas de movilidad, puesto que comparten hueco, por ejemplo, con los carritos para bebés. Por ello, cuando viaja más de una persona que precise la zona, no hay sitio suficiente. Y lo mismo sucede con los enganches, escasos para las necesidades actuales.

Por lo tanto, queda patente la primordial renovación de la flota, puesto que sus fallos se unen a las dificultades que se puede encontrar una persona en silla de ruedas en la ciudad, como los bordillos en los pasos de peatones o los contenedores cortando la acera. b. fdez.

05 oct 2022 / 21:42
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