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“Nunca había vivido una experiencia tan maravillosa como la de Santiago”

José María Gallardo del Rey, titular de la Cátedra de Guitarra del LXIII Curso U.I. de Música en Compostela, disfruta de prebendas varias como artista galardonado, además de haber sido solista en conciertos con nuestras orquestas autonómicas. Es profesor al tiempo que concertista. Un caso similar al de Josep Colom, que solía dejarnos selectos programas de pianismo español. Gallardo fue premiado en sus años de estudios en este curso con el Premio Luis Coleman, un aviso de futuribles esperanzas que este año se confirman. Tomando el testigo de José Luis Rodrigo. Impartió unas clases online hace unos meses que sirvieron como tarjeta de visita como artista. Es un profesional de trayectoria que busca los entrecruzamientos de estéticas limítrofes y sobre este asunto tan complejo le cedemos gustosamente la palabra, comenzando por quienes fueron sus razones de ser, Andrés Segovia y José Tomás.

Háblenos de esos maestros que fueron Andrés Segovia y José Tomás.

Son los baluartes de la mejor tradición que dio este país cuando creó aquí, junto a Ruiz Morales, estos cursos. Ha sido un punto de excelencia de la mejor tradición de enseñanza de música española que ha podido haber en el mundo. Pudo reunir a los intérpretes más afamados, de los mejores maestros de nuestro repertorio y que continuó quien fue mi maestro, José Tomas, con el que tuve la inmensa fortuna de estudiar no solo aquí, sino también en Granada, en el Curso Manuel de Falla, en su clase particular. Me recibía con mucho cariño en su casa de Alicante. Fue un antes y un después de mi carrera. Aquí, el contacto con compositores, violinistas, cantantes y musicólogos le convierten en experiencia única. Conocía ya a León Ara, Rosa Sabater o Antonio Iglesias. Una convivencia de día a día.

¿Cómo vivió la experiencia compostelana?

Con verdadera fascinación ya que no había vivido una experiencia con este ambiente tan maravilloso, con cada uno de los compañeros en sus respectivas disciplinas. Entonces estábamos alojados en el Colegio Fonseca y cuando pasé estos días por allí me han llegado todos los recuerdos de mi venida desde Sevilla, allá por los setenta. Pude revivir emociones de tiempos pasados. No podía pensar que años después vendría para hacerme cargo de la Cátedra de Segovia en la que estudiaba. Sigo teniendo relación con algunos compañeros de entonces. Había, efectivamente, un listón muy alto. Mis padres tenían un inmenso respeto por el curso.

Háblenos de músicos de los que guarde recuerdos.

Recuerdo a un gran chelista, Arturo Muruzabal, también a José Luis Turina como compositor y familiar de Joaquín Turina; Eduardo Armenteros, compositor con el que compartí enseñanza... Es difícil porque éramos muchos, sobre todo pianistas como Ángel Benito. Recuerdo un concierto de Gala de Reyes que di aquí con Ros Marbà, con el Concierto de Aranjuez, para el que me llamaron en sustitución de Ernesto Bitetti. No fui el llamado, pero sí el elegido. Me siento de una generación posterior de los discípulos de Segovia, pero le conocí en los Cursos de Granada y toqué para él. Soy de la generación de José Tomás, un vínculo indiscutible. Otros nombres pueden ser Christopher Parkenig o John Williams.

¿Cómo ve la figura de Regino Sainz de la Maza?

Fue maestro de mi maestra América Martínez, catedrática del Conservatorio Superior de Sevilla, una alumna suya muy aventajada. Fue el elegido para tocar el Concierto de Aranjuez, que catapultó la guitarra al mundo sinfónico de las grandes salas de concierto, y aunque Segovia había hecho el camino, abonando los grandes teatros, le faltaba ese punto de contacto con el gran público. Es posible que de cada diez conciertos que interprete, siete sean con esa obra.

Otro aspecto de interés es el nacionalismo español de Tárrega o Llovet.

Son los grandes maestros de la escuela moderna de la guitarra española, no solo por el virtuosismo sino también por el legado y el repertorio que nos dejaron. Fueron un vaso comunicante de la escuela que viene de Fernando Sor, que alcanza a Tárrega y que nosotros recibimos. Podemos hablar de que la guitarra que tenemos es gracias a él y al propio Llovet. Otras personalidades destacables son Ramírez, como constructor, o los Romero, como concertistas. Los Ramírez fueron los Stradivarius de la guitarra, y cualquier virtuoso que se apreciara tocaba uno de sus instrumentos. Los Romero, una familia increíble desde Celedonio, el padre, a todos los hermanos por su carrera internacional. No puede quedar al margen el Concurso de Cante Jondo, promovido por Lorca y Falla en 1922, en el que también tuvo que ver Segovia.

¿Cuáles son sus proyectos más inmediatos que tiene en perspectiva?

Voy a participar en un foro internacional de compositores europeos que se celebrará en Bucarest, al que llevo un concierto para guitarra y orquesta dedicado al Concierto de Aranjuez y que se llama Diamantes para Aranjuez, en conmemoración del estreno en su setenta aniversario. Será el mes que viene y estrenaré mi último trabajo, un poema sinfónico, en la ciudad de Kyoto, en Japón. Será un doble concierto para koto y guitarra, basado en un relato de un escritor norteamericano y que trata de la primera embajada japonesa en Sevilla. De hecho, en Coria del Río quedan herederos de aquellos tiempos. La nueva obra se estrenará en Japón, un salto internacional.

17 ago 2021 / 01:00
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