Santiago
+15° C
Actualizado
martes, 23 abril 2024
16:11
h
|| leña al mono, que es de goma ||

Papel protagonista en una jaula

HAY TIPOS capaces de jorobar la existencia a cualquiera con una sola frase. Es el caso del veterano escritor Eduardo Mendoza, que en una reciente entrevista en El País soltó algo así como que “No hay épica; estamos en casa esperando a que pase el chaparrón”, en referencia a sus impresiones sobre el confinamiento que todos los españoles padecimos durante la etapa más dura de la pandemia. Durante aquellas semanas raras de marzo y abril en las que vivimos como topos mientras por las calles pululaba un enemigo invisible y aquellos días dolientes que parecían Domingo de Pasión.

En esa temporada de jaulas impuestas hicimos lo que nos mandaron, y seguramente era lo que había que hacer, pero a algunos nos ha quedado en el espíritu el poso amargo de haber visto la guerra desde las ventanas, sin apenas asomar la nariz, mientras el lenguaje bélico lo inundaba todo. En esa demencial contienda sin bombas ni refugios antiaéreos, a los atrincherados se nos encomendó como misión vencer al virus con mucha disciplina militar y siguiendo en todo momento las órdenes emanadas desde un cuartel general en el que no paraban de hablar de compatriotas, de héroes, de contraataques y de hospitales de campaña.

Eso fue lo que hicimos y aquí estamos, pero tiene razón el maestro Mendoza. En nuestra misión no hubo épica alguna, solo trincheras más o menos cómodas con neveras más o menos vacías. Y llegado junio, cuando casi todo ha pasado, sentimos cierta sensación de fracaso, de vacío, de haber pecado de inacción mientras muchos, los más viejos y sabios de la manada, morían en hospitales improvisados y en asilos bajo la asistencia, a veces desesperada, de soldados mal equipados que también cayeron como moscas. Ahora toca preguntarse si pudimos hacer algo más que aplaudir desde las ventanas a quienes se dedicaron a salvar vidas, a patrullar las ciudades casi desiertas y a hacernos la vida más cómoda desde sus trabajos en supermercados, farmacias o gasolineras.

Dentro de unos años, cuando ejerzamos de abuelos cebolleta, contaremos a nuestros nietos aún no nacidos muchas cosas, reales e inventadas, de lo que ha pasado en los últimos meses, pero algunos obviaremos por pudor que nuestro único recurso para vencer al virus fue encerrarnos en casa rodeados de papel higiénico y de seriales televisivos.

Fue lo que nos ordenaron, es cierto, y por eso deberíamos tener la conciencia tranquila. ¿Por qué entonces no la tuvimos y aún no la tenemos? ¿Por qué incluso cuando bajábamos al perro durante unos pocos minutos caminábamos con la cabeza gacha por las calles vacías y temerosos de estar cometiendo un acto irresponsable que podría traer graves consecuencias para la comunidad? ¿Qué tipo de medicina mental nos insuflaron para llegar a convertirnos en unos paranoicos compulsivos y creer que hacíamos lo correcto al espiar a nuestros vecinos desde los balcones por si salían a estirar las piernas sin pasar por algún servicio esencial? ¿Qué tipo de desfile de la victoria celebraremos cuando el virus esté del todo vencido? ¿Lanzaremos merecidas flores blancas a los sanitarios o será un infernal confeti conformado por los guantes y las mascarillas que nos sobraron en el armario?

MEDALLAS AL VALOR Y HAZAÑAS CHIRRIANTES Claro que no ha habido épica alguna en esta batalla, admirado Eduardo. Muchos de los que no murieron sí podrán mostrar dentro de un tiempo sus medallas al valor, pero la mayoría solo podremos contar banalidades chirriantes en torno a los kilos que ganamos durante el confinamiento, las greñas que nos salieron de la cocorota, lo mucho que se nos desajustó el sueño a golpe de siestas a destiempo y las recetas tan ricas que logramos sacar adelante gracias a las clases on line del maestro pastelero Chu Ling. Pues vaya. ¿Qué tipo hazañas son esas? ¿Quién querrá escuchar semejantes bodrios?

Ahora que las calles de Santiago vuelven a llenarse de vida, ahora que los centinelas de los balcones se han quedado sin trabajo porque casi no hay nadie a quien espiar y ahora que podemos sacar al perro sin temor a que sus ladridos delaten nuestra presencia en las aceras prohibidas, llega el momento de volver a escuchar no el cansino Resistiré, ni las cargantes canciones sensibleras que han surgido en esta época sobre lo mucho que hemos luchado juntos y lo obedientes que fuimos, sino las demoledoras estrofas de Pink Floyd en Wish you were here. Al fin y al cabo, casi todos hemos cambiado en los últimos tiempos el papel secundario en una guerra por uno protagonista en una jaula. Y encima nos hemos resignado a sustiuir las sonrisas por mascarillas.

Ampliar el próximo Año Santo hasta que se pierda el miedo

Aunque la cosa parece que va mejor de lo esperado, habrá que esperar hasta julio o agosto para comprobar realmente cuánta gente se ha animado a viajar, a dormir en hoteles y a consumir en restaurantes. En el momento actual, cuando el confinamiento ya parece lejano pese a que todo ocurrió anteayer, todo indica que la temporada turística no se perderá al cien por cien y que numerosos empresarios, por lo tanto, podrán aguantar el tirón sin cerrar sus negocios. Lo malo, o lo bueno, es que en España hay decenas de miles de hoteles que llenar y que tanto como la incertidumbre como el miedo sigue pesando mucho en buena parte de la población mundial.

En el Camino de Santiago también reina la intranquilidad. A estas alturas de la película, Compostela e infinidad de municipios jacobeos deberían estar ya a rebosar de peregrinos, pero hasta el mes que viene no sabremos si la temporada será mala o malísima. Y quizá hagan falta muchos meses más para que el Camino recobre el antiguo auge.

Por todo ello, Núñez Feijóo está haciendo lo correcto al proponer a la Iglesia que amplíe unos meses la celebración del Año Santo de 2021, de forma que los viajeros más reacios a moverse de casa tengan tiempo de sobra para perder el miedo. Seguro que el Arzobispado y el Vaticano están en la misma onda, así que solo cabe esperar buenas noticias.

07 jun 2020 / 01:40
  • Ver comentarios
Noticia marcada para leer más tarde en Tu Correo Gallego
Tema marcado como favorito