“Todos podemos ayudar a reducir la pobreza en lugares con un índice del 98 %”

En un mundo donde 828 millones de personas sufren hambre, 150 millones más desde el inicio de la pandemia, Patricia Rivero Zurita, cooperante boliviana, trata de mostrar con su ejemplo que siempre es posible echar una mano; y que cada granito de arena es importante cuando el objetivo es ayudar a los más vulnerables. Recién llegada del otro lado del Océano, esta ingeniera agrónoma recala en Santiago para dar a conocer la labor que realiza en su país desde una organización local apadrinada por la ONG española Manos Unidas. Patricia lucha contra la más extrema pobreza —de una manera especial contra la desnutrición infantil— y en favor de la educación y sanidad en zonas rurales asoladas por la exclusión y con necesidades vitales básicas.

“La realidad en el norte de Potosí, en Bolivia, es bastante crítica. Estamos hablando de comunidades donde el índice de pobreza extrema es del 98 %; y donde convivimos con gravísimos problemas de alimentación: siete de cada diez niños mueren por desnutrición”, explica Rivero en una entrevista concedida a EL CORREO. La falta de alimento, agua potable o servicios sanitarios también provoca en algunas comunidades campesinas aisladas de su país “la muerte de entre cinco y seis de cada diez madres”, principalmente por problemas de salud derivados del parto, anemias o desnutrición.

ALIMENTOS. El objetivo de Manos Unidas en esta tierra es “reducir la desigualdad”, para lo que está trabajando en proyectos encaminados a facilitar la accesibilidad a alimentos nutritivos, saludables, la dotación de suministro de agua potable o el riego para los campos. Rivero incide también en la necesidad de “fomentar la formación entre mujeres e incidir en el tema del liderazgo para que conozcan sus derechos y la realidad política que existe en el país. El objetivo es que puedan ser agentes de cambio, y que puedan participar en espacios que les permitan incidir en los gobiernos municipales y en la toma de decisiones”, señala la cooperante, que apunta que su misión se centra “en los grupos con un mayor índice de vulnerabilidad, porque ellos son los que sufren y se enfrentan a las peores situaciones”.

El trabajo que lleva a cabo la organización de Rivero junto con Manos Unidas ya ha empezado a dar sus frutos. “Vemos que comunidades rurales, alejadas, cuyo índice de pobreza rozaba prácticamente el cien por cien, como Ravelo, han logrado reducirlo al 87 % con nuestro apoyo”, asegura la cooperante, que, cuando es preguntada por el papel de la política sobre la desigualdad, responde que “existen políticas como el derecho a la alimentación, a una vida libre de violencia y otras, pero sabemos que nuestro país es diverso, con muchos habitantes y los recursos económicos no alcanzan. Además, el apoyo se centra en las ciudades, y no llega al rural”.

Patricia Rivero llega a Santiago con el propósito de “concienciar sobre la situación crítica que existe en otros países. Todos podemos actuar y debemos hacerlo para reducir esta desigualdad que existe en el mundo”. En su visita a la sede de EL CORREO, está acompañada por Judith Lucachesky, presidenta y voluntaria de Manos Unidas en Santiago, que presenta la 64ª campaña de la entidad, bajo el lema Frenar la desigualdad está en tus manos. Entre algunas previsiones que maneja, llama especialmente la atención que “cerca de 670 millones de personas seguirán padeciendo hambre en 2030, el 8 % de la población mundial, igual que en 2015, cuando se puso en marcha la Agenda 2030”.

Asimismo, destaca que “unos 8,7 millones de personas mueren de hambre al año, 24.000 al día, una cada 4 segundos; y se calcula que al menos 2,7 millones son niños y niñas”. También apunta que sobre 1.300 millones de personas sufren “pobreza multidimensional (en dos o más de estos ámbitos: educación, agua, alimentos, vivienda, salud). Del total, en torno al 84,5 % vive en el sur de Asia y en África Subsahariana”, detalla.