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Un chotis con Isabel Díaz Ayuso

{pesadilla surrealista}

Atolondrado sobrino, he de confesarte que últimamente, desde que Melania Trump desapareció de la escena pública, no dejo de pensar en doña Isabel Díaz Ayuso. Y más ahora que llega la Semana Santa, porque por alguna extraña razón llevo varios días soñando constantemente con la presidenta de Madrid, a la que imagino embutida en un riguroso traje negro coronado con la mantilla española y una alta peineta mientras de fondo no suenan saetas, cornetas o tambores, sino castizos chotis y el soniquete cantarín de los barquilleros. Ella, con la cabeza muy erguida, capitanea un paso sustentado por al menos veinte costaleros, entre los cuales es posible reconocer a don Toni Cantó vestido de transformista, y la gente le va tirando claveles según avanza con porte de chulapa. No pasarán, no pasaránnnn, grita el gentío, e Isabel sonríe con suficiencia agarrada a un cirio blanco con el que va arreando en la cabeza a todos sus opositores. No sé realmente, Damián, si se trata de un sueño plácido o de una pesadilla surrealista, así que un día de estos pediré cita con el doctor José Luis Relova, jefe del Servicio de Neurofisiología del CHUS, para que me aclare qué pueden significar las visiones que tengo cuando me sumerjo en los brazos de Morfeo. Te mantendré informado de mis gestiones al respecto.

{montaje lorquiano}

Abundando en la figura de Isabel Díaz Ayuso, recuerdo con total nitidez el fuerte impacto que me causó ver, hace ya varios meses, una foto en la que Lady Madrid aparecía en la portada de cierto periódico ataviada de riguroso luto, con las manos sobre el pecho y mostrando una peculiar actitud doliente en un montaje entre barroco y lorquiano, como esas mujeres de negro que portan velas en las procesiones o entonan hondos cánticos desde los balcones. Si consigo esa fotografía, la colocaré encima de la chimenea hasta el próximo Domingo de Resurrección. Este año, como sabes, tampoco saldrán los santos pasos por las rúas de Santiago, pero al menos sí se celebrará el tradicional Vía Crucis del miércoles Santo en la Catedral, cuya historia conoce al dedillo la presidenta de la Coordinadora de Asociaciones Religiosas Seglares, doña Magdalena Fernández Fandiño. Me satisface que al menos se mantenga este acto tan solemne, aunque ahora mi pensamiento está más centrado en el calvario político que sufrirá don Pablo Iglesias como se lleve el gran batacazo que las encuestas pronostican de cara al 4 de mayo. Supongo que al final no será para tanto, pero debería estar preparado por si el desplume alcanza un grado superlativo. En fin, Damián, voy a rescatar mi recia capa morada del baúl del desván. Yo celebraré la Semana Santa tomando el vermú embutido en ella y no descarto plantarme en la plaza del Obradoiro para anunciar las horas a golpe de corneta.

{como un político más}

Te comentaba antes, sobrino, que me vendría bien contactar con el doctor Relova debido a los extraños sueños que perturban mi merecido descanso, pero temo contarle la verdad si me pregunta por mis hábitos de alcoba. Y es que ya sabes que a mí, como a don Camilo José Cela, me gusta dormir largas siestas de pijama, Padrenuestro y orinal, costumbre que el especialista desaconseja, y además he mandado instalar junto enfrente de la cama un televisor de tamaño paquidérmico para entretenerme las noches de insomnio, algo que también critican los expertos en el buen descanso. No sé, Damián, a veces pienso que si hiciese caso a todo lo que me recomiendan los médicos, como dejar los puros, el coñac y los guisos, sería un perfecto desgraciado, así que me abstendré de contarles mis problemas y pesares. En cambio, sí enviaré un telegrama a mi buen amigo Manuel Arias, prestigioso especialista del hospital Clínico, por el reconocimiento que le acaba de conceder la Sociedad Española de Neurología. Y otro más, por supuesto, al doctor José Luis Bello, que se acaba de jubilar tras ocupar largos años la jefatura del Servicio de Hematología del citado centro. Eso es lo que tengo que hacer yo, sobrino, jubilarme de una vez de tantas ocupaciones y dedicarme a vaguear como un político más.

{ayudas a comerciantes}

Me alegra mucho, Damián, que el presidente de Santiago Centro, don José María Fernández, no haya perdido el ánimo pese a los malísimos momentos que está atravesando el comercio. A mí, que me gustan los relojes de calidad, no esas baratillas que tanto os ponéis los jóvenes desorientados, me complace mucho parar con frecuencia delante del escaparate de Jael, el establecimiento que regenta el señor Fernández, para disfrutar con las novedades, y a veces también entro para recordar los tiempos en los que mi adúltera esposa, Marie Louise, se pasaba horas mirando sortijas y collares. Creo que ahora se ha vuelto muy espiritual por influjo del pesado poeta indio con el que comparte alcoba en algún arrabal bohemio de Calcuta, pero de aquella le interesaban mucho más las joyas que la literatura. De hecho, jamás se preocupó de leer los vibrantes manifiestos anticomunistas que yo escribía al amanecer, y tampoco los interesantes ensayos sobre botánica que publiqué cuando me dio por estudiar a fondo las plantas que nos rodean. Lo que te quería contar, torpe sobrino, es que el presidente de Santiago Centro acaba de firmar un convenio de colaboración con el director territorial del Banco Sabadell para Galicia, Asturias y León, don Pablo Junceda, para que los pequeños empresarios asociados a dicha organización puedan acceder con facilidad a atractivos productos financieros dirigidos a modernizar sus negocios, interesante iniciativa que espero que el Sabadell amplíe a particulares que, como es mi caso, necesito con urgencia renovar mi vestuario. Creo, en este sentido, que los zapatos de gamuza azul están un poco pasados de moda desde antes incluso que muriera Elvis Preysler. ¿Tú qué opinas? Te dejo. Voy a ver si sueño bailando un chotis con Isabel.

29 mar 2021 / 01:00
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