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|| leña al mono, que es de goma ||

Una gran traca para enterrar el covid

EL GOBIERNO lleva ya mucho tiempo empeñado en crear confusión entre nuestros “compatriotas”, como diría Pedro Sánchez con aspecto impostado en sus eternas homilías televisivas, a través de afirmaciones que al día siguiente rectifica o aclaraciones que solo ayudan a crear más dudas. Pasó, durante las fases agudas de la pandemia, con los paseos de los niños, con la obligatoriedad de llevar mascarillas, con la visita a las segundas residencias, con la cuarentena del turismo internacional, con las rebajas en el pequeño comercio, con el número de muertos y con tantos asuntos que la lista sería interminable.

A nivel local, Sánchez Bugallo ha capeado con soltura la información sobre el pesadito covid y ha logrado sacar una nota bastante alta mediante noticias claras, directas y breves, pero en lo tocante a las Fiestas del Apóstol casi todas las buenas o malas nuevas que llegan están rodeadas de brumas e indefinición. Va una de gambas, por ejemplo, a que la inmensa mayoría de los compostelanos no saben aún si habrá festejos, si no los habrá o si los habrá a medias, porque la claridad ha brillado por su ausencia.

Ese magma oscuro cubre especialmente todo lo que rodea a los fuegos de la noche del 24 de julio, sarao que al parecer ahora está desvinculado por completo del espectáculo denominado De luz e son pese a que el común de los mortales lo identifica como un acto único que empieza con las proyecciones digitales sobre las fachadas de la Catedral o el pazo de Raxoi y acaba con el lanzamiento de elementos pirotécnicos. Pues no es así, según acabamos de descubrir. Una cosa es una cosa y la otra es la otra, de forma que pueden desvincularse e ir cada cual por su parte, como todo indica que va a pasar este año.

Cuando el otro día el alcalde anunció la decisión de suprimir, con buena lógica, el espectáculo de luz, casi todo el mundo dio por hecho que finalmente no habría fiesta de los fuegos, por lo que fue necesario explicar que la parte de foguetería y cohetes aún no se había dejado de lado.

Sea como sea, lo único cierto es que en los últimos años la función de los fuegos (en conjunto) ha ido perdiendo cada vez más fuerza, vistosidad y popularidad debido a la paulatina conversión de la misma en una representación multimedia a base de luces, sonidos y efectos especiales a veces vistosos y a veces no tanto que solo podían ver las pocas miles de personas, la mayoría turistas, que aguantaban colas de varias horas para entrar en el Obradoiro. Las demás se quedaban con un palmo de narices ante la imposibilidad de disfrutar de las proyecciones desde otros puntos, por lo que solo les quedaba el consuelo de contemplar los fuegos en sí, sobre todo la traca final, desde la Alameda o algún enclave alto.

Las protestas han sido muchas en los últimos tiempos y cada vez son más los vecinos de Santiago que desean recuperar la fiesta tal y como era antes de que la tecnología multimedia se apoderase de nuestras vidas. Es decir, menos lucecitas de colorines diseñadas por ordenador, menos rayos láser y muchos más cohetes de altura muy ruidosos y bien cargados de pólvora. Eso es lo que desea volver a contemplar una buena parte de la población. Y si tal cosa no es posible en el Obradoiro debido a la cafrada que supone dañar el patrimonio histórico a golpe de bengalas humeantes, sería bueno buscar enclaves alternativos en los que no se pongan en riesgo monumentos antiguos y, a la par, permitan a todo el mundo disfrutar del espectáculo pirotécnico sin tener que hacer largas colas ni de estar apiñados como sardinas.

Hace unos días, el conselleiro de Cultura y Bugallo mantuvieron una reunión en la que trataron sobre cómo incorporar la Cidade da Cultura al circuito de las Fiestas del Apóstol y, aunque no soltaron prenda sobre las decisiones que adoptaron o dejaron de adoptar, no sería de extrañar que el Gaiás acabase acogiendo la ración de fuegos artificiales que la ciudad histórica rechaza. Ojalá sea así, porque la Cidade da Cultura es un escenario espectacular, sobre todo de noche, y no hace falta tener mucha imaginación para intuir que el éxito sería total.

El Monte do Gozo tampoco estaría nada mal para acoger la fiesta pirotécnica, como propuso recientemente con buen tino una lectora de EL CORREO, así que las alternativas existen y son muy sencillas de desarrollar. Adelante, pues, con ellas. Al fin y al cabo, ¿a alguien se le ocurre mejor forma para celebrar el Día del Apóstol y el fin -esperemos- del estado de alarma sanitaria que con una enorme traca de cohetes y de bengalas multicolores? Eso sí, por favor, que al final no suene el pesadote Resistiré. Algunos no podríamos soportarlo.

A la espera de los primeros peregrinos ‘pospandemia’

Es muy lógica la preocupación que embarga a los numerosos empresarios que en los últimos tiempos, alentados por el bum del Camino de Santiago y por la celebración del próximo Xacobeo, han invertido jugosos dineretes en instalaciones dedicadas a dar servicio a los peregrinos. En la propia capital gallega el furor ha sido tal que algunas rúas acogen ya hasta una decena de pequeños albergues que estaban listos, antes de la declaración de la pandemia, para alojar a miles de caminantes a partir de Semana Santa, que es cuando empieza la temporada alta por estos lares.

El futuro se presentaba tan agitado de trabajo como próspero y feliz, pero ahora todo se ha venido abajo, y lo cierto es que el panorama no pinta muy bien en los próximos meses. ¿Por qué? Porque el descenso de peregrinos va a ser notabilísimo y porque la filosofía de quienes acuden a los albergues consiste precisamente en compartir experiencias e instalaciones, algo que no casa muy bien con el distanciamiento que propugnan las autoridades sanitarias. Ante esta situación, profesionales del sector han pedido a las administraciones públicas que cedan a los empresarios privados la exclusividad de dar alojamiento a los peregrinos. La propuesta merece ser estudiada, pero primero habría que llegar a un pacto en los precios para evitar posibles abusos si la demanda, al final, es más alta que la prevista.

30 may 2020 / 21:11
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