Santiago
+15° C
Actualizado
martes, 23 abril 2024
16:11
h

¡Vaya lío sin motivo!

Iba muy ufana buscando cómo continuaría el texto de una pieza musical del archivo compostelano de fines del S. XVIII. Solo sabía su primera frase que no pasa desapercibida ni a un profano: <De las cuatro religiones que en Santiago existen>.

¿Cuatro? Ni más, ni menos. Pero cuáles: ¿las monoteístas? Recuento y no me salen las cábalas: cristianismo, judaísmo e islamismo son las ya sabidas, pero ¿acaso pudiera haber algún budista (religión politeísta) también por aquel entonces en Compostela?

Cierto que ahora <haberlos hailos> y, según dicen, su propósito fundamental es <ayudar a todos los seres a eliminar el sufrimiento y a desarrollar la felicidad última>. Suena bien, especialmente este tan optimista fin ideal. ¿Qué dice la letra de la susodicha composición musical catedralicia? Nada, muy poco y, además juega al despiste. Hoy, acostumbrados estamos a que no pocos cantantes y otros personajes nos lancen, a través de las letras y cosas semejantes, lo que ven, sienten y aman, lo que les confunde, les atemoriza o aquello que no dirían si de otra manera fuera. Miren a Shakira cómo se ha despachado, consiguiendo armar un revuelo monumental. Hay miles de cantos por los que, a cuentagotas o de sopetón, nos vamos enterando del pensar actual o pasado de un artista o de todo tipo de agrupación musical.

En el archivo, mirando la partitura -fuente segura, o eso parece a primera vista- observo que poco dice o casi nada. El texto es sucinto, breve y no muy elaborado.

Pero, cierto, así comienza: <De las cuatro religiones que en Santiago existen ...> Mal empezamos. Algo tiene esta sutil idea que confunde al más pintado. Caigo en la cuenta de que no trata de religiones ni credos. Intenta poner de relieve que los miembros del cabildo -que no llevan mitra y pocas veces bonete- con sus músicos y cánticos van a rendir pleitesía a un niño que está en brazos de su madre: <Llenos de tiernos afectos vienen a dar al amor que está en brazos de María>.

Normal que así lo diga pues razón no falta. Es un texto para la fiesta natalicia del Niño-Dios al que todos aman. Deo gracias. ¿Quién es? ¿Quién llama? Somos los prelados de las cuatro sacras religiones nobles que a Santiago agracian // ¿Vienen a rendir las armas al Dios de Israel que está en pajas? // (...) ríndanles las armas y como a su jefe háganle la salva. Esos <prelados> son miembros del cabildo que acuden de tal guisa al belén que se divisa en algún lado de la catedral o de una otra capilla no muy lejana. No son <jefes> de otras religiones ni rinden al recién nacido culto extraño. Tampoco son gentiles que a catequizar o para simplemente saludar por cortesía, procesionan de tal forma.

El texto es aproximado pues difícil es descifrarlo. Es un lenguaje bélico propio de su tiempo y ahí está lo que a primera vista confunde. Piensa uno en las cruzadas, en momentos en que era necesario tomar las armas para combatir al infiel con lanza y espada. De aquél entonces quedan órdenes civiles y militares. Unas perviven y otras ya no pintan nada. Alude el texto a los conventos que en Santiago se alzaban en aquel momento, unos antiguos y otros casi recién estrenados.

Compostela, la ciudad levítica, como algunos llaman, rebosaba de clérigos y monjas que en esos recintos moraban. Si nos fiamos de los cálculos, a finales del S. XVIII, de los 16 mil habitantes que había en Santiago, hacia 1760/1787, según el Catastro de Ensenada, aquí coexistían cuatro comunidades religiosas masculinas y otras tantas femeninas, repartidas en conventos, monasterios y en un par de otras instituciones. ¡Pero todos eran cristianas!, con bautizados que del mundo se retiraban y se dedicaban a orar por las gentes que les rodeaba y de otros mundos lejanos. Daban culto, alababan, agradecían, proclamaban la Palabra y hacían otros menesteres que emanaban de sus reglas sagradas. Había conventos de benedictinos (S. Martín Pinario y S. Pelayo), mercedarios (en Conxo y en su actual monasterio), dominicos (en Belvís) y franciscanos (en su convento de ahora y en S. Lourenzo de Trasouto).

Esos antepasados nuestros no bautizaban infieles, ni galopaban con arma en mano. Atendían las necesidades de una ciudad hospitalaria, cual era Santiago en doble sentido. Acogía a peregrinos, además de atender a sanos y moribundos que hasta aquí llegaban. Buen ejemplo es el antiguo <Hospital Real>, hoy parador nacional, que se construyó para dar digno cobijo a los que peregrinaban. También el antiguo <Hospital de Jerusalén> recibía a los que venían de lugares más alejados: los orientales, llegados de Palestina y Armenia, todos ellos cristianos, que gozaron de este privilegio hasta, según parece, el S. XVI. Son solo dos ejemplos, además de la <Parroquia de la Corticela>, que a los extranjeros acogía, como todavía hace hoy en día. Buen texto, pero si vieran cómo está escrita cada palabra y neuma, habrían pensado: ¡si lo sé no vengo a estudiarlo! Excesivamente enrevesado para lo poco que narra y, hay que decirlo, está algo deteriorado.

21 ene 2023 / 01:00
  • Ver comentarios
Noticia marcada para leer más tarde en Tu Correo Gallego
TEMAS
Tema marcado como favorito
Selecciona los que más te interesen y verás todas las noticias relacionadas con ellos en Mi Correo Gallego.